14/08/2020, 04:11
(Última modificación: 14/08/2020, 04:15 por Umikiba Kaido. Editado 2 veces en total.
Razón: Un par de errores ortográficos
)
Ah, pero ya lo he dicho antes, en otras tantas de nuestras aventuras. Que el destino se ha caracterizado por ser caprichoso con nosotros. Una y otra vez. A veces para bien, y otras tantas para mal. Tal y como sucedió en esta particular ocasión. Kaido sintió terror, mientras corría. Creyó que aquellas llamas eran la voluntad de su yo oscuro, viniendo a por él. Kaido sintió terror, mientras se rendía. Decidió que era inútil seguir corriendo, pues no era lo suficientemente rápido para salir del rango de su propia explosión y escapar de la llama fatua que lo volvía todo negrura, arrasando todo a su paso. Kaido sintió...
que alguien le hablaba. Esa voz.
Era Ayame, su amiga.
Kaido sonrió. Tontamente, como lo hacía ella cuando te soltaba aquella frase. Entonces asintió. Asintió, porque le había entendido el mensaje.
Él no era el Agua, como ella. Pero iba a intentar serlo, para sobrevivir.
Agua contra fuego. El cuerpo de Kaido luchaba por no evaporarse, mientras el suika trataba de contener la magnificencia de aquella explosión. Su cuerpo no sufría daño, pero dolía. Dolía mucho.
Agua contra fuego. En la penumbra que le envolvió durante un buen tiempo, Kaido aprovechó para alejarse un par de metros entre débiles tambaleos, y cayó de rodillas. Entonces sintió las gotas de la repentina lluvia acariciándole el rostro. Fue entonces cuando se sintió acompañado. Después de todo, para él la lluvia era un buen presagio. Amenokami le acompañaba incluso estando cerca del final.
Kaido miró a todos lados, en cuanto tuvo claridad. Arriba, a su izquierda, a su derecha. El Ryūto hablaba. Él oía.
Ambos sonreían. Siempre lo hacían.
—Me preocuparé por el mañana cuando amanezca. Sólo entonces afrontaré las consecuencias de mis actos, y los pagaré uno a uno. Haciendo el bien. Pero para eso debo deshacerme de ti. Tú eres lo primero que debo tachar de esta lista para encontrar mi propia redención.
«Carpín-san»
que alguien le hablaba. Esa voz.
«¡Kaido-kun, recuerda!»
Era Ayame, su amiga.
«¡yo soy el agua!»
Kaido sonrió. Tontamente, como lo hacía ella cuando te soltaba aquella frase. Entonces asintió. Asintió, porque le había entendido el mensaje.
Él no era el Agua, como ella. Pero iba a intentar serlo, para sobrevivir.
Gracias...
[i]FSSSSSFFSSSSS[/i]
Agua contra fuego. El cuerpo de Kaido luchaba por no evaporarse, mientras el suika trataba de contener la magnificencia de aquella explosión. Su cuerpo no sufría daño, pero dolía. Dolía mucho.
Agua contra fuego. En la penumbra que le envolvió durante un buen tiempo, Kaido aprovechó para alejarse un par de metros entre débiles tambaleos, y cayó de rodillas. Entonces sintió las gotas de la repentina lluvia acariciándole el rostro. Fue entonces cuando se sintió acompañado. Después de todo, para él la lluvia era un buen presagio. Amenokami le acompañaba incluso estando cerca del final.
Kaido miró a todos lados, en cuanto tuvo claridad. Arriba, a su izquierda, a su derecha. El Ryūto hablaba. Él oía.
Ambos sonreían. Siempre lo hacían.
—Me preocuparé por el mañana cuando amanezca. Sólo entonces afrontaré las consecuencias de mis actos, y los pagaré uno a uno. Haciendo el bien. Pero para eso debo deshacerme de ti. Tú eres lo primero que debo tachar de esta lista para encontrar mi propia redención.