17/08/2020, 21:55
Finalmente, Umikiba Kaido abrió los ojos.
Por unos segundos, no dijo nada. Se quedó inmóvil, aún acostado en el suelo; mirando a su alrededor. Se encontró a Datsue primero, que tenía toda la cara de haberse mandado una cagada monumental. Luego a Daruu, que lucía nervioso, a la espera de que algo sucediera. Claro que Kaido nunca fue consciente de que se había ido, aunque, ahora despierto, sí que recordaba todo lo sucedido allí en su interior. Una ardua batalla entre dos colosos. Pero la pregunta aquí era; ¿cuál de los dos había ganado la guerra?
El gyojin alzó el torso, aún sin mediar palabra. Les volvió a mirar a los dos. ¿El tatuaje? desapareció de su brazo.
Otro par de segundos en silencio. Las dudas crecían a su alrededor.
Pero entonces, súbitamente, sonrió.
Daruu recordó esa sonrisa. Oh, hace tiempo que no la veía. No era la misma que investía al Ryūto cuando él tenía el control. Bien eran el mismo manojos de dientes, pero la silueta de su boca cambiaba. Ésta, la de antaño, era esa sonrisa que tocaba los cojones, pero resultaba inofensiva. Era la jodida sonrisa de su amigo.
—Fiuuusj —dijo —. ¡QUE COMBATE TAN ÉPICO, JODER!
Alzó los brazos, eufórico. Ahí estaba el Kaido de antes. Ahí estaba el Kaido de siempre.
»¡No veais la paliza que le di a ese Kaido oscurito hijo de la gran puta! ¡JAJAJA! —rió a carcajadas. Aunque ésta disminuyó progresivamente, al punto en el que Kaido se tambaleó. Estaba exhausto—. tengo una sed que te cagas. No veo la hora de volver a probar la Hidromiel de los Kunai Cruzados.
Por unos segundos, no dijo nada. Se quedó inmóvil, aún acostado en el suelo; mirando a su alrededor. Se encontró a Datsue primero, que tenía toda la cara de haberse mandado una cagada monumental. Luego a Daruu, que lucía nervioso, a la espera de que algo sucediera. Claro que Kaido nunca fue consciente de que se había ido, aunque, ahora despierto, sí que recordaba todo lo sucedido allí en su interior. Una ardua batalla entre dos colosos. Pero la pregunta aquí era; ¿cuál de los dos había ganado la guerra?
El gyojin alzó el torso, aún sin mediar palabra. Les volvió a mirar a los dos. ¿El tatuaje? desapareció de su brazo.
Otro par de segundos en silencio. Las dudas crecían a su alrededor.
Pero entonces, súbitamente, sonrió.
Daruu recordó esa sonrisa. Oh, hace tiempo que no la veía. No era la misma que investía al Ryūto cuando él tenía el control. Bien eran el mismo manojos de dientes, pero la silueta de su boca cambiaba. Ésta, la de antaño, era esa sonrisa que tocaba los cojones, pero resultaba inofensiva. Era la jodida sonrisa de su amigo.
—Fiuuusj —dijo —. ¡QUE COMBATE TAN ÉPICO, JODER!
Alzó los brazos, eufórico. Ahí estaba el Kaido de antes. Ahí estaba el Kaido de siempre.
»¡No veais la paliza que le di a ese Kaido oscurito hijo de la gran puta! ¡JAJAJA! —rió a carcajadas. Aunque ésta disminuyó progresivamente, al punto en el que Kaido se tambaleó. Estaba exhausto—. tengo una sed que te cagas. No veo la hora de volver a probar la Hidromiel de los Kunai Cruzados.