20/09/2020, 15:10
(Última modificación: 20/09/2020, 15:16 por Aotsuki Ayame. Editado 2 veces en total.)
Aburame Kintsugi se anotó mentalmente todos los detalles proporcionados por Hanabi. No era mucha información, pero cualquier mínimo dato adicional era una hormiga más que podía incorporar a sus filas.
«Posiblemente escondidos en el País del Agua, posiblemente bajo el amparo de Umigarasu...» La Morikage se llevó una mano al mentón, pensativa.
—Ahora que mencionas a Umigarasu, no recuerdo verle en el estadio —mencionó—. Es curioso, muy curioso. Han atentado contra las vidas de todos los demás señores feudales, mientras es posible que estén bajo el amparo de uno de ellos.
El tatuaje a modo de sello capaz de lavar la mente de una persona era otro dato muy importante a tener en cuenta. Si no quería que ninguno de sus shinobi terminara precisamente como Uchiha Akame o Umikiba Kaido, sería conveniente tenerles advertidos al respecto para que, como mínimo, se guardaran de cruzarse con nadie con el tatuaje de un dragón.
El dossier de información se completó con Uchiha Zaide, uno de los insectos gordos que aparecieron en el estadio. Kintsugi lo recordaba muy bien, a él y a su águila. Desde luego, era otro enemigo a tener en cuenta. Sobre todo cuando el Daimyō de su país era, precisamente, el único superviviente de aquella masacre.
Shanise le solicitó entonces a su pequeña mascota que les entregara un informe. Kintsugi no dijo nada al respecto, ni siquiera miró a la jinchūriki que se acercaba. Sin embargo, con un simple gesto de su mano, Hana se levantó de golpe de su asiento y fue ella quien tomó la copia que le correspondía para después entregársela a la Morikage. Ella abrió la carpeta y dio una rápida ojeada a los documentos.
Pero, la mensajera se atrevió a hablar entonces.
Aquella fue la primera vez que Kintsugi la miró, y lo hizo como si estuviese observando una insecto repugnante retorcerse en una tela de araña.
—Lo tendremos en cuenta —le respondió, con cierta sequedad, antes de volverse hacia los dos Kage—: Os agradezco vuestra colaboración, Uzukage, Arashikage —correspondió, con una inclinación de cabeza—. Guardaremos esta información a buen recaudo y la utilizaremos de la mejor manera posible. En lo concerniente a Dragón Rojo, ambos tenéis la plena disposición de Kusagakure y del País del Bosque.
«Posiblemente escondidos en el País del Agua, posiblemente bajo el amparo de Umigarasu...» La Morikage se llevó una mano al mentón, pensativa.
—Ahora que mencionas a Umigarasu, no recuerdo verle en el estadio —mencionó—. Es curioso, muy curioso. Han atentado contra las vidas de todos los demás señores feudales, mientras es posible que estén bajo el amparo de uno de ellos.
El tatuaje a modo de sello capaz de lavar la mente de una persona era otro dato muy importante a tener en cuenta. Si no quería que ninguno de sus shinobi terminara precisamente como Uchiha Akame o Umikiba Kaido, sería conveniente tenerles advertidos al respecto para que, como mínimo, se guardaran de cruzarse con nadie con el tatuaje de un dragón.
El dossier de información se completó con Uchiha Zaide, uno de los insectos gordos que aparecieron en el estadio. Kintsugi lo recordaba muy bien, a él y a su águila. Desde luego, era otro enemigo a tener en cuenta. Sobre todo cuando el Daimyō de su país era, precisamente, el único superviviente de aquella masacre.
Shanise le solicitó entonces a su pequeña mascota que les entregara un informe. Kintsugi no dijo nada al respecto, ni siquiera miró a la jinchūriki que se acercaba. Sin embargo, con un simple gesto de su mano, Hana se levantó de golpe de su asiento y fue ella quien tomó la copia que le correspondía para después entregársela a la Morikage. Ella abrió la carpeta y dio una rápida ojeada a los documentos.
Pero, la mensajera se atrevió a hablar entonces.
Aquella fue la primera vez que Kintsugi la miró, y lo hizo como si estuviese observando una insecto repugnante retorcerse en una tela de araña.
—Lo tendremos en cuenta —le respondió, con cierta sequedad, antes de volverse hacia los dos Kage—: Os agradezco vuestra colaboración, Uzukage, Arashikage —correspondió, con una inclinación de cabeza—. Guardaremos esta información a buen recaudo y la utilizaremos de la mejor manera posible. En lo concerniente a Dragón Rojo, ambos tenéis la plena disposición de Kusagakure y del País del Bosque.