7/10/2020, 22:55
(Última modificación: 7/10/2020, 23:01 por Aotsuki Ayame. Editado 1 vez en total.)
Y, tras las palabras de Shanise, Kintsugi recogió sus cosas y se marchó de la escena, acompañada de Hana, su fiel sombra. No sin antes lanzarles una última advertencia de peligro sobre lo que Uzushiogakure estaba haciendo permitiendo la presencia de un bijū libre en su aldea. Ayame agachó la cabeza, con un terrible quemazón en el pecho ante el amargo final de todo aquello. Aunque algo le decía que era la única que se sentía así.
«Menos mal. No iba a soportar ver la cara de esa humana durante más tiempo.»
Incluso Kokuō estaba aliviada con su marcha.
—Hanabi, ¿qué es eso de un bijū con bandana? —dijo Shanise, una vez hubieron perdido de vista a la Morikage—. ¿Simplemente se presentó allí y le hiciste ninja? ¡Dioses!
Ayame giró la cabeza hacia Hanabi, con un creciente interés.
—Dicho así parece una temeridad por mi parte y un mal chiste —respondió él, encogiéndose de hombros—, pero… Joder, Shanise, ¡fue exactamente así como ocurrió!
»No fue nada buscado ni planeado, espero que no pienses que estamos intentando aprovecharnos de la situación para buscar poder o algo por el estilo. Simplemente, Gyūki se presentó en mi puerto y… Realmente, creo que Uzu tiene poco que ver con su decisión. Si Sasaki Reiji y Yuuna se hubiesen encontrado en Amegakure estoy convencido de que sería allí adonde hubiese ido. El caso es que me pidió un lugar donde esconderse y hasta una bandana.
—Disculpadme pero entonces... este... —murmuró Ayame, haciendo memoria para recordar el nombre del Ocho Colas.
«Gyūki.»
—¡Eso, Gyūki! Gracias, Kokuō —Exclamó, como si fuese lo más normal del mundo estar hablando con algo que sólo ella podía escuchar—. ¿Entonces Gyūki está buscando refugio? ¿En Uzushiogakure ¿De Kurama? No quiero sonar pesimista, pero Reiji utilizó el chakra de Gyūki en el estadio, y tanto Kuroyuki como él lo notaron. Si Kurama se llega a enterar de alguna manera que el causante fue Reiji, lo primero que hará será buscarlo en la Aldea del Remolino... —argumentó, sinceramente preocupada—. ¿No hubiese sido mejor que se quedara en el océano?
—¿Y qué es eso de mi Hermano pidió una bandana shinobi?
La voz de Kokuō resonó desde los labios de Ayame, y la muchacha no pudo sino taparse la boca a toda prisa en cuanto pudo hacerlo.
Pero antes de que Hanabi pudiese responderle, unos bruscos movimientos junto a él llamaron su atención. Katsudon, visiblemente alarmado, rebuscaba en el interior de sus ropajes.
—Don, ¿pero qué haces, hombre? —preguntó el Uzukage.
—¿Eh? Nada, nada —respondió, acalorado, dejando aquellos movimientos de inmediato—. Solo comprobaba que Kintsugi no nos hubiese dejado de nuevo otra de sus… mariposas.
—¿Mariposas? —preguntó Ayame, confundida.
«Menos mal. No iba a soportar ver la cara de esa humana durante más tiempo.»
Incluso Kokuō estaba aliviada con su marcha.
—Hanabi, ¿qué es eso de un bijū con bandana? —dijo Shanise, una vez hubieron perdido de vista a la Morikage—. ¿Simplemente se presentó allí y le hiciste ninja? ¡Dioses!
Ayame giró la cabeza hacia Hanabi, con un creciente interés.
—Dicho así parece una temeridad por mi parte y un mal chiste —respondió él, encogiéndose de hombros—, pero… Joder, Shanise, ¡fue exactamente así como ocurrió!
»No fue nada buscado ni planeado, espero que no pienses que estamos intentando aprovecharnos de la situación para buscar poder o algo por el estilo. Simplemente, Gyūki se presentó en mi puerto y… Realmente, creo que Uzu tiene poco que ver con su decisión. Si Sasaki Reiji y Yuuna se hubiesen encontrado en Amegakure estoy convencido de que sería allí adonde hubiese ido. El caso es que me pidió un lugar donde esconderse y hasta una bandana.
—Disculpadme pero entonces... este... —murmuró Ayame, haciendo memoria para recordar el nombre del Ocho Colas.
«Gyūki.»
—¡Eso, Gyūki! Gracias, Kokuō —Exclamó, como si fuese lo más normal del mundo estar hablando con algo que sólo ella podía escuchar—. ¿Entonces Gyūki está buscando refugio? ¿En Uzushiogakure ¿De Kurama? No quiero sonar pesimista, pero Reiji utilizó el chakra de Gyūki en el estadio, y tanto Kuroyuki como él lo notaron. Si Kurama se llega a enterar de alguna manera que el causante fue Reiji, lo primero que hará será buscarlo en la Aldea del Remolino... —argumentó, sinceramente preocupada—. ¿No hubiese sido mejor que se quedara en el océano?
—¿Y qué es eso de mi Hermano pidió una bandana shinobi?
La voz de Kokuō resonó desde los labios de Ayame, y la muchacha no pudo sino taparse la boca a toda prisa en cuanto pudo hacerlo.
Pero antes de que Hanabi pudiese responderle, unos bruscos movimientos junto a él llamaron su atención. Katsudon, visiblemente alarmado, rebuscaba en el interior de sus ropajes.
—Don, ¿pero qué haces, hombre? —preguntó el Uzukage.
—¿Eh? Nada, nada —respondió, acalorado, dejando aquellos movimientos de inmediato—. Solo comprobaba que Kintsugi no nos hubiese dejado de nuevo otra de sus… mariposas.
—¿Mariposas? —preguntó Ayame, confundida.