30/11/2020, 20:00
—¡Eso es, joder, eso es! —exclamó de pronto Yui, tan alto que no supieron si ese zarandeo del vagón fue producto de las imperfecciones de la vía o de su entusiasmo—. A dar hostias. Hostias tengo ganas de dar.
»En cuanto lleguemos a Yukio, nos vamos directos a por ese hijo de puta de Maimai. O esa hija de puta. Quién sabe qué es. —La Tormenta chocó uno de sus puños contra la palma de la mano—. Y le damos de hostias hasta que confunda la izquierda con la derecha.
»¡¡JA!!
»En cuanto lleguemos a Yukio, nos vamos directos a por ese hijo de puta de Maimai. O esa hija de puta. Quién sabe qué es. —La Tormenta chocó uno de sus puños contra la palma de la mano—. Y le damos de hostias hasta que confunda la izquierda con la derecha.
»¡¡JA!!