1/02/2021, 21:47
El modesto local de Nanashi había abierto sus puertas hace un par de horas. Y como desde hace bastante tiempo, Ren no bajo a ayudar a Nanashi; a este no le importaba, pues jamás había visto a la joven de esa forma. Se pasaba las horas encerrada en su habitación, apenas comía y mucho dirigía dos palabras; ni siquiera había comprado más mangas o libros sobre samuráis, releía los que ya tenía y se había deshecho de algunos en concreto por alguna razón.
— ¿Cuanto tiempo lleva ya así? — Oda sorbió de una pequeña taza de cerámica algo de té verde.
— ¿Cinco? ¿Cuatro? No lo sé, ya he perdido la cuenta — se cruzó de brazos, apoyando la espalda en la estantería donde tenía una gran variedad de bebidas alcoholicas, con botellas de diversos colores y tamaños. — Por más que intento convencerla de salir a algún lado, no accede. Apenas come, y le da igual lo que le ponga en el plato. Ya ni quiere tomar sopas de ajo o el arroz que tanto le gusta. Esta muy apagada, distante.
— A mí tambien me preocupa
— Claro, porque ya no prepara ese café que tanto te gusta
— Eso es secundario, gilipollas — respondió con su ronca voz, era un hombre mayor así que no se solía morder la lengua. — Reamente me preocupa, deberíamos hacer algo
— Le ha llegado esta mañana una nueva misión — afirmó enseñando un pergamino en la mano. — Ya la he llamado, pero si tan mal esta no se si...
De la pequeña puerta con la que tras subir unas escaleras llegaban a la parte de la casa, Ren apreció, sentándose en el desnivel para atarse sus zapatillas blancas. Llevaba sus ropas habituales; una camisa de manga larga oscura y una especie de sudadera sin mangas blanca encima, bandana, pantalones reglamentarios, sus zapatillas blancas y en su cintura un daisho de un bokken y una wakizashi. Los dos hombres adultos intercambiaron miradas.
— Aqui tienes, te he preparado tambien algo de almuerzo. Llevas... — Le entregó el rollo y una pequeña fiambrera, la cual dejo sobre la barra sin gestar más palabra. Abrió la puerta y se puso la capucha tras alzar la cabeza mirando la intensa lluvia.— Y asi, todos los dias.
— Sigh... ¿Qué le pasa?
— No tengo ni idea. Pero por fin ha dejado su cuarto. Voy a aprovechar para darle un repaso, cambia el cartel y haz como que estoy cerrado
Caminó durante un buen rato antes de pararse a pensar en que realmnete no tenía ni idea de a donde debía ir, solo estaba caminando un poco sin rumbo por lo que se detuvo bajo algo de cobertura en una librería cercana. Abrió el pergamino para leerlo por primera vez, y tener que releerlo un par de veces hasta tener claro su destino. Había tomado un camino totalmente opuesto, por lo que se tuvo que dar la vuelta. Todavía quedaban varias horas, pero no quería llegar tarde, por lo que se apresuró un poco en llegar hasta la entrada de la aldea.
— ¿Cuanto tiempo lleva ya así? — Oda sorbió de una pequeña taza de cerámica algo de té verde.
— ¿Cinco? ¿Cuatro? No lo sé, ya he perdido la cuenta — se cruzó de brazos, apoyando la espalda en la estantería donde tenía una gran variedad de bebidas alcoholicas, con botellas de diversos colores y tamaños. — Por más que intento convencerla de salir a algún lado, no accede. Apenas come, y le da igual lo que le ponga en el plato. Ya ni quiere tomar sopas de ajo o el arroz que tanto le gusta. Esta muy apagada, distante.
— A mí tambien me preocupa
— Claro, porque ya no prepara ese café que tanto te gusta
— Eso es secundario, gilipollas — respondió con su ronca voz, era un hombre mayor así que no se solía morder la lengua. — Reamente me preocupa, deberíamos hacer algo
— Le ha llegado esta mañana una nueva misión — afirmó enseñando un pergamino en la mano. — Ya la he llamado, pero si tan mal esta no se si...
De la pequeña puerta con la que tras subir unas escaleras llegaban a la parte de la casa, Ren apreció, sentándose en el desnivel para atarse sus zapatillas blancas. Llevaba sus ropas habituales; una camisa de manga larga oscura y una especie de sudadera sin mangas blanca encima, bandana, pantalones reglamentarios, sus zapatillas blancas y en su cintura un daisho de un bokken y una wakizashi. Los dos hombres adultos intercambiaron miradas.
— Aqui tienes, te he preparado tambien algo de almuerzo. Llevas... — Le entregó el rollo y una pequeña fiambrera, la cual dejo sobre la barra sin gestar más palabra. Abrió la puerta y se puso la capucha tras alzar la cabeza mirando la intensa lluvia.— Y asi, todos los dias.
— Sigh... ¿Qué le pasa?
— No tengo ni idea. Pero por fin ha dejado su cuarto. Voy a aprovechar para darle un repaso, cambia el cartel y haz como que estoy cerrado
Caminó durante un buen rato antes de pararse a pensar en que realmnete no tenía ni idea de a donde debía ir, solo estaba caminando un poco sin rumbo por lo que se detuvo bajo algo de cobertura en una librería cercana. Abrió el pergamino para leerlo por primera vez, y tener que releerlo un par de veces hasta tener claro su destino. Había tomado un camino totalmente opuesto, por lo que se tuvo que dar la vuelta. Todavía quedaban varias horas, pero no quería llegar tarde, por lo que se apresuró un poco en llegar hasta la entrada de la aldea.