12/04/2021, 04:59
—Es demasiado lejos…
—Siempre te quejas de todo, eh. Encima que te doy una recomendación. — le dio un sorbo más al contenido del vaso. —Lo puedes tomar como un descanso, pero quizás puedas aprender cosas allí. También te puede ayudar a pensar sobre todo lo que te está pasando. Ya sabes. Estar sola, lejos de todo el ambiente de casa. Quizás eso te aporte algo.
—Bueno bueno, ya entendí. Voy a ir a ver qué tal. — se levantó, enérgica, de la silla y con el índice le apuntaba incriminatoriamente. —Pero si voy para nada te vas a arrepentir, ¿entendido?
Shirō apartó la mano de la chica y se echó a reír.
—Si llegas a “ir para nada”, seguramente termines gastando todo tu tiempo en ocio, como lo haces aquí. Así que tampoco vas a perder mucho que digamos.
—Si si, como digas…
La cara de Jun cuando bajó del tren lo decía todo. No pasaba muy bien los viajes y ese no se le hizo pasajero. Con unas visibles ojeras en su cara y un paso lento, se adentraba hacia el centro del Valle de los Dojos. Específicamente, hacia capital de aquel lugar.
—Sueño. Sueño. Sueño.
Se escuchaban entre sus susurros. Quejándose sola, casi preguntándose hacia ella misma ¿Qué cojones hacía en ese lugar tan temprano?
Otra cosa no, pero no se podía quejar del lugar que estaba recorriendo. Mucho paisaje verde, montañas y un ambiente llamativo, decorado con esos dichosos dojos que contrastaban tan bien con el lugar. No era solo eso, se podía palpar un aire diferente y una tranquilidad de la que ella no estaba acostumbrada.
Al llegar a Sendōshi, se perdió un poco todo ese ambiente más sereno, además de que el caudal de gente era algo mayor. El área comercial era bastante amplia y con todo lo que un turista podía pedir.
«Claro, ocio.»
Recordó inmediatamente a su hermano cuando le hablaba del lugar y se le escapó una sonrisa. Con la fachada de ser un lugar bastante tranquilo, en su capital también alberga su zona turística, para que este sea un punto en común para viajeros con varios gustos.
La indecisa Nara, luego de pasear unos escasos minutos por varios establecimientos del área comercial, se detuvo a pensar, poniendo su mano en la barbilla y mirando a un punto fijo. Recorrer un rato por ahí y conocer a fondo la capital o, simplemente, comer algo para luego adentrarse hacia otras localidades alrededor de Sendōshi. Esa era la gran incógnita.
—Siempre te quejas de todo, eh. Encima que te doy una recomendación. — le dio un sorbo más al contenido del vaso. —Lo puedes tomar como un descanso, pero quizás puedas aprender cosas allí. También te puede ayudar a pensar sobre todo lo que te está pasando. Ya sabes. Estar sola, lejos de todo el ambiente de casa. Quizás eso te aporte algo.
—Bueno bueno, ya entendí. Voy a ir a ver qué tal. — se levantó, enérgica, de la silla y con el índice le apuntaba incriminatoriamente. —Pero si voy para nada te vas a arrepentir, ¿entendido?
Shirō apartó la mano de la chica y se echó a reír.
—Si llegas a “ir para nada”, seguramente termines gastando todo tu tiempo en ocio, como lo haces aquí. Así que tampoco vas a perder mucho que digamos.
—Si si, como digas…
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La cara de Jun cuando bajó del tren lo decía todo. No pasaba muy bien los viajes y ese no se le hizo pasajero. Con unas visibles ojeras en su cara y un paso lento, se adentraba hacia el centro del Valle de los Dojos. Específicamente, hacia capital de aquel lugar.
—Sueño. Sueño. Sueño.
Se escuchaban entre sus susurros. Quejándose sola, casi preguntándose hacia ella misma ¿Qué cojones hacía en ese lugar tan temprano?
Otra cosa no, pero no se podía quejar del lugar que estaba recorriendo. Mucho paisaje verde, montañas y un ambiente llamativo, decorado con esos dichosos dojos que contrastaban tan bien con el lugar. No era solo eso, se podía palpar un aire diferente y una tranquilidad de la que ella no estaba acostumbrada.
Al llegar a Sendōshi, se perdió un poco todo ese ambiente más sereno, además de que el caudal de gente era algo mayor. El área comercial era bastante amplia y con todo lo que un turista podía pedir.
«Claro, ocio.»
Recordó inmediatamente a su hermano cuando le hablaba del lugar y se le escapó una sonrisa. Con la fachada de ser un lugar bastante tranquilo, en su capital también alberga su zona turística, para que este sea un punto en común para viajeros con varios gustos.
La indecisa Nara, luego de pasear unos escasos minutos por varios establecimientos del área comercial, se detuvo a pensar, poniendo su mano en la barbilla y mirando a un punto fijo. Recorrer un rato por ahí y conocer a fondo la capital o, simplemente, comer algo para luego adentrarse hacia otras localidades alrededor de Sendōshi. Esa era la gran incógnita.