21/01/2016, 15:41
En aquella sala de espera el ambiente era tenso, y si bien el Ishimura no estaba seguro de cuanto había pasado, sentía que ya tenía toda una eternidad en aquel sitio. Sentía una mezcla de ansiedad y emoción. Ciertamente también estaba bastante nervioso, pues seguramente cientos de miradas se fijarían en él a la hora del combate, pudiendo algunas ser de su maestro, de su kage e incluso de su sensei.
«No me puedo quedar tranquilo.» —Se puso de pie y comenzó a caminar.
Al final se decidió por hacer algunos ejercicios de calentamiento mientras repasaba mentalmente lo que había sucedido durante el día. Durante la mañana le habían convocado a las fueras de la ciudad, en aquel lugar pudo ver a varios conocidos suyos. Los vio de lejos, pero de alguna manera en aquel momento le pareció algo muy solemne el que estuvieran ahí representando a su villa.
«Que tonto… Yo aquí con las manos heladas y el estómago hecho un nudo por los nervios —pensó luego de escuchar las llamadas a los otros combates—. Recuerda, Kazuma, estas aquí por ti y por nadie más, no olvides tu determinación —se recordó a sí mismo mientras se palmeaba fuertemente las mejillas—. Vamos, da lo mejor de ti sin dudar.»
Estando un poco más calmado, revisó sus armas y sus ropas. Llevaba puesto una bermuda deportiva de un gris claro con ribetes y cinturón oscuros, un chaleco sin mangas de un gris oscuro y debajo de este una redecilla metálica típica de los ninjas. También portaba unos protectores en sus brazos y en las partes expuestas de sus piernas, además de una pequeña bufanda blanca alrededor de su cuello.
—¡Mizumi Eri! ¡Ishimura Kazuma! —Anunció una voz—. ¡Os toca!
Escuchó aquello mientras se preparaba.
En aquel instante el joven de cabellos blancos no supo si reír o lamentarse. Por una parte era terrible el tener que enfrentar a alguien de quien se había hecho amigo, si le hubiera tocado pelear contra algunos de sus conocidos como; Karamaru, Nabi o Juro, podría ir a por todos y golpearse hasta el cansancio para que con el tiempo se convirtiera en un recuerdo agradable. Pero en el fondo le preocupaba que aquella chica de cabellos azules le odiara si las cosas se ponían intensas.
Al final nada decidió restarle importancia a todo lo demás. La kunoichi no era su enemiga, pero en aquel tiempo y lugar tampoco era su aliada, pues se había convertido en un duro obstáculo que debía superar. No había necesidad de ser cruel, pero tampoco de ser blando. Se imagino que si pudieran combatir de forma competitiva todo estaría bien. Al menos eso creía en aquel momento.
En cuanto se abrió la puerta inicio su caminata hacia la arena, viéndose más determinado de lo que realmente estaba. Acompañado únicamente por su voluntad y su espada. Llego primero al pilar y se quedo ahí con las manos en los bolsillos mientras esperaba encontrar, al otro lado los ojos verdes de Eri.
«No me puedo quedar tranquilo.» —Se puso de pie y comenzó a caminar.
Al final se decidió por hacer algunos ejercicios de calentamiento mientras repasaba mentalmente lo que había sucedido durante el día. Durante la mañana le habían convocado a las fueras de la ciudad, en aquel lugar pudo ver a varios conocidos suyos. Los vio de lejos, pero de alguna manera en aquel momento le pareció algo muy solemne el que estuvieran ahí representando a su villa.
«Que tonto… Yo aquí con las manos heladas y el estómago hecho un nudo por los nervios —pensó luego de escuchar las llamadas a los otros combates—. Recuerda, Kazuma, estas aquí por ti y por nadie más, no olvides tu determinación —se recordó a sí mismo mientras se palmeaba fuertemente las mejillas—. Vamos, da lo mejor de ti sin dudar.»
Estando un poco más calmado, revisó sus armas y sus ropas. Llevaba puesto una bermuda deportiva de un gris claro con ribetes y cinturón oscuros, un chaleco sin mangas de un gris oscuro y debajo de este una redecilla metálica típica de los ninjas. También portaba unos protectores en sus brazos y en las partes expuestas de sus piernas, además de una pequeña bufanda blanca alrededor de su cuello.
—¡Mizumi Eri! ¡Ishimura Kazuma! —Anunció una voz—. ¡Os toca!
Escuchó aquello mientras se preparaba.
En aquel instante el joven de cabellos blancos no supo si reír o lamentarse. Por una parte era terrible el tener que enfrentar a alguien de quien se había hecho amigo, si le hubiera tocado pelear contra algunos de sus conocidos como; Karamaru, Nabi o Juro, podría ir a por todos y golpearse hasta el cansancio para que con el tiempo se convirtiera en un recuerdo agradable. Pero en el fondo le preocupaba que aquella chica de cabellos azules le odiara si las cosas se ponían intensas.
Al final nada decidió restarle importancia a todo lo demás. La kunoichi no era su enemiga, pero en aquel tiempo y lugar tampoco era su aliada, pues se había convertido en un duro obstáculo que debía superar. No había necesidad de ser cruel, pero tampoco de ser blando. Se imagino que si pudieran combatir de forma competitiva todo estaría bien. Al menos eso creía en aquel momento.
En cuanto se abrió la puerta inicio su caminata hacia la arena, viéndose más determinado de lo que realmente estaba. Acompañado únicamente por su voluntad y su espada. Llego primero al pilar y se quedo ahí con las manos en los bolsillos mientras esperaba encontrar, al otro lado los ojos verdes de Eri.
![[Imagen: aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif]](https://i.pinimg.com/originals/aa/b6/87/aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif)