25/01/2016, 17:52
—Muy bien, necesito que apuntéis vuestros nombres en esta hoja junto con los utensilios que necesitáis antes de que os vayáis con ellos —la mujer procedió a sacar de debajo de su escritorio un cuaderno, marcado por una hoja, que tenía la fecha del día en el que estaban, junto con un bolígrafo azul—. Es solo por seguridad. Podéis entrar en ese cuarto de atrás y cogerlo, siempre que lo nombréis. Recordad devolverlo en el día de hoy.
Con notable desinterés, la rubia le ofreció a Kazuma la llave del cuarto donde se almacenaban los útiles de limpieza. Incluso la voz de la mujer sonaba molestamente indiferente, pero nada se le podía decir pues estaba cumpliendo con su trabajo.
—Gracias. No tardaremos. —Aseguro mientras tanteaba aquella vieja llave solitaria.
—Quizá haya algún producto para quitarla, como el líquido que utilizamos la última vez con las quemaduras —sugirió Juro, una vez que se acercaron al cuarto —. Con eso, un barreño y varios cepillos bastarían...
—Puede que necesitemos algunas cosas más. —En sus años tiernos también había recurrido a limpiar las fachadas de algunas tiendas, a cambio de ropa o un poco de comida. Aquello le avergonzaba un poco, pero recordaba que no era tan malo como cuando tenía que robar.
En cuanto abrió la puerta se encontró frente a una gran oscuridad con olor a limpiador. En cuando encendieron la luz se presentó ante ellos todo un surtido de sustancias y objetos para limpiar. Llevar el inventario te todo aquello debía de ser todo una pesadilla, cientos de productos distintos acabándose y remplazándose semanalmente.
—No estoy seguro de si tendrán un limpiador específico para cada tipo de pintura o superficie —reconoció ante tanta variedad—. Pero estoy seguro de que necesitaremos algunos pares de guantes y unas mascarillas.
Se acerco hacia un estante que parecía tener lo que necesitaba. En su mente tenía sentido, pues por lo general, los removedores de pintura eran sustancias fuertes que no debían ser inhaladas y que no debían tener contacto directo con la piel. No quería llegar a casa con las manos en quemadas y medio drogado por el olor. Seguramente Juro pensaba lo mismo y Nabi... Bueno, puede que a este último no le pareciera tan malo, con los Uchiha nunca se sabe...
Con notable desinterés, la rubia le ofreció a Kazuma la llave del cuarto donde se almacenaban los útiles de limpieza. Incluso la voz de la mujer sonaba molestamente indiferente, pero nada se le podía decir pues estaba cumpliendo con su trabajo.
—Gracias. No tardaremos. —Aseguro mientras tanteaba aquella vieja llave solitaria.
—Quizá haya algún producto para quitarla, como el líquido que utilizamos la última vez con las quemaduras —sugirió Juro, una vez que se acercaron al cuarto —. Con eso, un barreño y varios cepillos bastarían...
—Puede que necesitemos algunas cosas más. —En sus años tiernos también había recurrido a limpiar las fachadas de algunas tiendas, a cambio de ropa o un poco de comida. Aquello le avergonzaba un poco, pero recordaba que no era tan malo como cuando tenía que robar.
En cuanto abrió la puerta se encontró frente a una gran oscuridad con olor a limpiador. En cuando encendieron la luz se presentó ante ellos todo un surtido de sustancias y objetos para limpiar. Llevar el inventario te todo aquello debía de ser todo una pesadilla, cientos de productos distintos acabándose y remplazándose semanalmente.
—No estoy seguro de si tendrán un limpiador específico para cada tipo de pintura o superficie —reconoció ante tanta variedad—. Pero estoy seguro de que necesitaremos algunos pares de guantes y unas mascarillas.
Se acerco hacia un estante que parecía tener lo que necesitaba. En su mente tenía sentido, pues por lo general, los removedores de pintura eran sustancias fuertes que no debían ser inhaladas y que no debían tener contacto directo con la piel. No quería llegar a casa con las manos en quemadas y medio drogado por el olor. Seguramente Juro pensaba lo mismo y Nabi... Bueno, puede que a este último no le pareciera tan malo, con los Uchiha nunca se sabe...