4/01/2022, 19:50
Como si lo hubieran hecho a propósito, los Nara estaban ordenados por sus estaturas, pero fue solo una cuestión azarosa. El padre primero y la mocosa de pelo corto a lo último. Justo estos dos en cada punta, que ambos tenían pensamientos muy distintos, pero si había algo en común en ese momento, es que los cinco estaban absolutamente nerviosos por lo que estaba pasando en ese lugar. Todos a unos pocos pasos del agua, expectantes al discurso de Shanise.
Cada palabra de la Arashikage ablandaba más la postura que tenía Jun, en un principio cruzada de brazos y luciendo una falsa tranquilidad. Ahora con los brazos colgando y con la mirada baja, solo levantándola para ver cómo reaccionaba la gente. Sentía una energía por parte de las personas muy fuerte, un sentimiento en conjunto inigualable. Por unos segundos pudo, no sólo comprender lo que sentía una parte de su familia, sino gran parte de los shinobi de su aldea. Entendió por ese instante muchas cosas que le repitieron una y mil veces, y que nunca podía llegar a entender o empatizar. Y es que eso era lo que más le respetaba a Yui, lo que despertaba en la gente y la figura que representaba, llegando a ser una ídola o, como mencionó su Kage, una leyenda para muchos.
Desbordada por esa mezcla de sentimientos y un dejo de arrepentimiento por actitudes que tuvo en algún momento, tensó sus puños y comenzó a alejarse de su familia. No fueron muchos los metros que caminó cuando una mano la jaló de golpe, impactando de lleno contra la persona que había realizado la acción. Por un segundo asustada, pero el hecho de solo ver que ropa llevaba pudo identificar rápido que era su madre, que no tardó en abrazarla. La chica, nuevamente, se relajó, hundiendo su cara en el cuerpo de su progenitora y correspondiendo ese brazo. Finalmente rompió a llorar. No sabía muy bien cuando fue la última vez que abrazó a alguien, pero definitivamente necesitaba esa muestra de afecto. Lo único que necesitaba para dejar de lado la actitud tan tonta y arrogante que tenía en ciertas situaciones.
—Creo que ya lo entiendes ¿No? ¿Mi niña? — Susurró cerca de su hija mientras le sostenía la nuca.
No era una pregunta retórica pero Jun no necesitaba responder eso. La respuesta estaba más que clara.
Cada palabra de la Arashikage ablandaba más la postura que tenía Jun, en un principio cruzada de brazos y luciendo una falsa tranquilidad. Ahora con los brazos colgando y con la mirada baja, solo levantándola para ver cómo reaccionaba la gente. Sentía una energía por parte de las personas muy fuerte, un sentimiento en conjunto inigualable. Por unos segundos pudo, no sólo comprender lo que sentía una parte de su familia, sino gran parte de los shinobi de su aldea. Entendió por ese instante muchas cosas que le repitieron una y mil veces, y que nunca podía llegar a entender o empatizar. Y es que eso era lo que más le respetaba a Yui, lo que despertaba en la gente y la figura que representaba, llegando a ser una ídola o, como mencionó su Kage, una leyenda para muchos.
Desbordada por esa mezcla de sentimientos y un dejo de arrepentimiento por actitudes que tuvo en algún momento, tensó sus puños y comenzó a alejarse de su familia. No fueron muchos los metros que caminó cuando una mano la jaló de golpe, impactando de lleno contra la persona que había realizado la acción. Por un segundo asustada, pero el hecho de solo ver que ropa llevaba pudo identificar rápido que era su madre, que no tardó en abrazarla. La chica, nuevamente, se relajó, hundiendo su cara en el cuerpo de su progenitora y correspondiendo ese brazo. Finalmente rompió a llorar. No sabía muy bien cuando fue la última vez que abrazó a alguien, pero definitivamente necesitaba esa muestra de afecto. Lo único que necesitaba para dejar de lado la actitud tan tonta y arrogante que tenía en ciertas situaciones.
—Creo que ya lo entiendes ¿No? ¿Mi niña? — Susurró cerca de su hija mientras le sostenía la nuca.
No era una pregunta retórica pero Jun no necesitaba responder eso. La respuesta estaba más que clara.