10/01/2022, 09:01
Kimi la arrastró con la decisión que la caracterizaba y Chika se dejó arrastrar. Era difícil decir si estaba mejor o peor porque andar la distrajo lo suficiente para dejar de pensar en ello. Antes de poder preguntarse lo que quería su hermana, ésta se detuvo en lo que parecía un punto aleatorio del camino.
Pensaba que la llevaría al dojo y le diría de entrenar hasta caer inconsciente. Y, para su propia sorpresa, ni siquiera hubiese intentado detenerla aquel día.
Contraría a todo lo que Chika había imaginado, Kimi se giró y la cogió de las manos para empezar a relatarle lo que sentía. Comprobó que Kimi estaba en la misma espiral de odio que ella, aunque en la parte superficial. Chika estaba en las profundidades. Cada vez que veía el brazo de su hermana caía un poco más.
Aún así, verla temblando ante ella jurando venganza y odio a sus enemigos le decía lo duro que estaba siendo todo eso para ella. Kimi era una buena chica. Ella no debería estar pasando por todo esto.
— Pero no quiero hacerlo sola...
Si no hubiese sido abrazada ahí mismo, hubiese sido ella quien la abrazase. Le devolvió el abrazo como si hubiese nacido para ello, con seguridad pero sin llegar a apretar, con cariño.
— Papá ya nos escogió como hermanas cuando nos adoptó juntas, pero según los pergaminos de mi madre esto es algo que deberíamos decidirlo nosotras y... ¿Me escoges como hermana, Ka-chan?
La vida era injusta. Hasta puntos que Chika acababa de descubrir, un nuevo horizonte de injusticia se había expandido en su vista al mismo tiempo que contemplaba el rostro lloroso de su hermana pequeña.
Había sido injusta con Kimi, con su padre, con la villa, con su kage, con su anterior kage, con su primer kage y ahora lo era con Chika. No era justo lo que estaba pasando. Obviamente estaba preparada para ese momento, para cuando Kimi sacase el tema de la Hermandad. No estaba preparada, siempre tenía que forzar su cuerpo para alcanzarla, no eran iguales y ambas lo sabían. ¿Y si le hacía daño al hacer el doble lariat? ¿Y si por forzarse para mantener su ritmo acababa peor?
— Sí, sí... Claro que sí. — no podía ni quería decir nada más.
Abrazó más estrechamente a su hermana. Sabía lo que significaba lo que acababa de decir. Iba a tener que pelear junto a su hermana y tratarla como a una igual. Ahora no podía decirle que no pelease, pero tenía la opción de protegerla en combate. Era más arriesgada que que no combatiese e iba a exigirle más a ella, sin embargo, haría cualquier cosa por la felicidad de su hermana.
Si le hubiese dicho que no, le hubiese partido el corazón. Y con eso sí que no podría cargar.
Pensaba que la llevaría al dojo y le diría de entrenar hasta caer inconsciente. Y, para su propia sorpresa, ni siquiera hubiese intentado detenerla aquel día.
Contraría a todo lo que Chika había imaginado, Kimi se giró y la cogió de las manos para empezar a relatarle lo que sentía. Comprobó que Kimi estaba en la misma espiral de odio que ella, aunque en la parte superficial. Chika estaba en las profundidades. Cada vez que veía el brazo de su hermana caía un poco más.
Aún así, verla temblando ante ella jurando venganza y odio a sus enemigos le decía lo duro que estaba siendo todo eso para ella. Kimi era una buena chica. Ella no debería estar pasando por todo esto.
— Pero no quiero hacerlo sola...
Si no hubiese sido abrazada ahí mismo, hubiese sido ella quien la abrazase. Le devolvió el abrazo como si hubiese nacido para ello, con seguridad pero sin llegar a apretar, con cariño.
— Papá ya nos escogió como hermanas cuando nos adoptó juntas, pero según los pergaminos de mi madre esto es algo que deberíamos decidirlo nosotras y... ¿Me escoges como hermana, Ka-chan?
La vida era injusta. Hasta puntos que Chika acababa de descubrir, un nuevo horizonte de injusticia se había expandido en su vista al mismo tiempo que contemplaba el rostro lloroso de su hermana pequeña.
Había sido injusta con Kimi, con su padre, con la villa, con su kage, con su anterior kage, con su primer kage y ahora lo era con Chika. No era justo lo que estaba pasando. Obviamente estaba preparada para ese momento, para cuando Kimi sacase el tema de la Hermandad. No estaba preparada, siempre tenía que forzar su cuerpo para alcanzarla, no eran iguales y ambas lo sabían. ¿Y si le hacía daño al hacer el doble lariat? ¿Y si por forzarse para mantener su ritmo acababa peor?
— Sí, sí... Claro que sí. — no podía ni quería decir nada más.
Abrazó más estrechamente a su hermana. Sabía lo que significaba lo que acababa de decir. Iba a tener que pelear junto a su hermana y tratarla como a una igual. Ahora no podía decirle que no pelease, pero tenía la opción de protegerla en combate. Era más arriesgada que que no combatiese e iba a exigirle más a ella, sin embargo, haría cualquier cosa por la felicidad de su hermana.
Si le hubiese dicho que no, le hubiese partido el corazón. Y con eso sí que no podría cargar.