12/01/2022, 16:34
—¿Eh? ¡Oh, claro! Ehm... Claro. ¿De qué quiere hablar Chika-san?
Desde que lo había dicho hasta que las palabras llegaron al cerebro de la pareja pasó un largo rato. Largo para una reacción, tampoco fueron diez minutos, pero igual llegó a dos. Ranko y Lyndis parecían estar en otro sitio. ¿Qué les pasaba? Escapaba de la comprensión de Chika el embobamiento que ambas kunoichis de Kusagakure llevaban encima. Tal vez era algo regional.
El retraso solo hizo que agitar los nervios de la peliazul, que ya apenas sabía cómo afrontar la situación. Siguió a Ranko al dojo donde acababan de entrenar y esperó a que cerrase la puerta para soltarselo. Llevaba todo el rato jugueteando con sus manos, su pelo y su mentón, parecía como si tuviese más manos de las legalmente permitidas por la biologia.
— Sé que tú y Lyndis estais... bueno... teniendo un dia de enamoradas... y supongo que querreis... bueno... eso... estar solas... Pero... me preguntaba... — tomó aire y decidió decirlo sin más porque empezaba a hacerse demasiado largo. — celebrar el cumpleaños de Kimi que es dentro de nada pero ella querrá celebrarlo en casa con nuestro padre y yo había pensado hacerle cómo una fiesta sorpresa con gente de nuestra edad y tal y como nos invitaste aquí pensé que tal vez no te importaría mañana hacerle una fiesta sorpresa. — paró un segundo antes de seguir añadiendo. — Si no te molesta, claro. Yo pagaría el pastel y lo que necesitemos, es solo que no puedo comprarlo porque sino Kimi se enteraría por eso os iba a decir que lo compraseis vosotras. Ay, estoy pidiendo demasiado. Olvida el pastel, ya me apañaré yo.
Estaba más nerviosa tras cada palabra que le decía a Ranko, parecía que en cualquier momento se iba a echar al suelo a suplicarle piedad, a pesar de que su anfitriona aún no le había dicho nada. Nunca había hecho algo así, pero esperaba que Kimi pudiese tener al menos una fiesta de cumpleaños fuera de su familia, cómo una adolescente normal.
Desde que lo había dicho hasta que las palabras llegaron al cerebro de la pareja pasó un largo rato. Largo para una reacción, tampoco fueron diez minutos, pero igual llegó a dos. Ranko y Lyndis parecían estar en otro sitio. ¿Qué les pasaba? Escapaba de la comprensión de Chika el embobamiento que ambas kunoichis de Kusagakure llevaban encima. Tal vez era algo regional.
El retraso solo hizo que agitar los nervios de la peliazul, que ya apenas sabía cómo afrontar la situación. Siguió a Ranko al dojo donde acababan de entrenar y esperó a que cerrase la puerta para soltarselo. Llevaba todo el rato jugueteando con sus manos, su pelo y su mentón, parecía como si tuviese más manos de las legalmente permitidas por la biologia.
— Sé que tú y Lyndis estais... bueno... teniendo un dia de enamoradas... y supongo que querreis... bueno... eso... estar solas... Pero... me preguntaba... — tomó aire y decidió decirlo sin más porque empezaba a hacerse demasiado largo. — celebrar el cumpleaños de Kimi que es dentro de nada pero ella querrá celebrarlo en casa con nuestro padre y yo había pensado hacerle cómo una fiesta sorpresa con gente de nuestra edad y tal y como nos invitaste aquí pensé que tal vez no te importaría mañana hacerle una fiesta sorpresa. — paró un segundo antes de seguir añadiendo. — Si no te molesta, claro. Yo pagaría el pastel y lo que necesitemos, es solo que no puedo comprarlo porque sino Kimi se enteraría por eso os iba a decir que lo compraseis vosotras. Ay, estoy pidiendo demasiado. Olvida el pastel, ya me apañaré yo.
Estaba más nerviosa tras cada palabra que le decía a Ranko, parecía que en cualquier momento se iba a echar al suelo a suplicarle piedad, a pesar de que su anfitriona aún no le había dicho nada. Nunca había hecho algo así, pero esperaba que Kimi pudiese tener al menos una fiesta de cumpleaños fuera de su familia, cómo una adolescente normal.