17/01/2022, 05:13
Los vítores y los aplausos resonaron en su caja torácica como un instrumento de percusión. Tomó una bocanada de aire, y sus pulmones se llenaron de la emoción que se contagiaba entre el pueblo como el fuego en un incendio. Alzó los puños, y creyó rozar con ellos las nubes, a Shiona.
Por un momento, sintió la gloria.
Por un momento, inocente de él, pensó que aquello iba a ser fácil.
Bastó un poco de agua para que el fuego se contrajese y confundiese. Hubo una especie de murmullo, en un rincón, arrancado por los chillidos de una chica que le decía de todo. Solo fue capaz de captar cosas sueltas, pero rajó de él como si fuese su enemigo público número uno. Y eso que ni siquiera habían cruzado palabra en la vida, que él recordase.
«¿C-cómo?»
Datsue tragó saliva. Había acordado con Shukaku a hacer las cosas juntos, a decidir entre los dos. Y aunque creía que aquello era un calentón pasajero, con el Padre del Desierto nunca se estaba seguro. No del todo.
No obstante, no tuvo tiempo a discutirlo. La zona donde había estado la chica —porque ya no la veía— empezaba a convulsionar. Una niña gritaba por alguien —¿quizá por la chica de pelo azul?—, y otra cría con una tabla de surf parecía haberse vuelto completamente loca y gritaba de todo a la gente que había a su alrededor.
Momentos antes, había sentido opresión en el pecho: la angustia que le generaba ganarse a la gente. La seguía teniendo, claro, pero tras lo que podía decirse ya que era un fiasco, lo que verdaderamente estaba por encima de todo era el cabreo. Cuando llegó a la zona del tumulto, abriéndose paso entre la gente, tuvo que resistir las ganas de marcarse un Hanabi.
Negó con la cabeza, y el enfado fue ahogado por la pena.
—¿Tan rápido vamos a pelearnos entre nosotros, ¡hmm!? —Aceptaría las críticas. Aceptaría que le llamasen un calientasillas cobarde. Pero hasta ahí. ¡Hasta ahí!—. ¡Sé que esta Villa está herida! Pero, o dejamos de tirarnos piedras y nos esforzamos más por curarla, entre todos, ¡o Kurama va a tenerlo muy fácil!
Empezaba a darse cuenta que había infravalorado a Hanabi en cuanto a su capacidad de mantener la villa unida. Y eso que ya lo tenía en un pedestal. Sus ojos se desviaron hacia abajo, hacia la niña de pelo rosa. Era tan solo una cría, pero ya contaba con la placa de la aldea. Tan joven, y ya iba a vivir una guerra.
No era justo.
—No tengas miedo —le dijo, en voz más baja, intentando calmarla un poco—. Dije que iba a ser tu escudo, ¿recuerdas? También el de… ¿Umi? La única misión de un escudo es proteger, sin importar ser gustado o no por el que tiene tras él.
Esbozó una pequeña sonrisa, queriendo insuflarle algo de ánimo.
Por un momento, sintió la gloria.
Por un momento, inocente de él, pensó que aquello iba a ser fácil.
Bastó un poco de agua para que el fuego se contrajese y confundiese. Hubo una especie de murmullo, en un rincón, arrancado por los chillidos de una chica que le decía de todo. Solo fue capaz de captar cosas sueltas, pero rajó de él como si fuese su enemigo público número uno. Y eso que ni siquiera habían cruzado palabra en la vida, que él recordase.
«¡MÁTALA!»
«¿C-cómo?»
«¡Esa perra nos está cuestionando! ¡A nosotros! ¡HAY QUE DAR EJEMPLO!»
Datsue tragó saliva. Había acordado con Shukaku a hacer las cosas juntos, a decidir entre los dos. Y aunque creía que aquello era un calentón pasajero, con el Padre del Desierto nunca se estaba seguro. No del todo.
No obstante, no tuvo tiempo a discutirlo. La zona donde había estado la chica —porque ya no la veía— empezaba a convulsionar. Una niña gritaba por alguien —¿quizá por la chica de pelo azul?—, y otra cría con una tabla de surf parecía haberse vuelto completamente loca y gritaba de todo a la gente que había a su alrededor.
Momentos antes, había sentido opresión en el pecho: la angustia que le generaba ganarse a la gente. La seguía teniendo, claro, pero tras lo que podía decirse ya que era un fiasco, lo que verdaderamente estaba por encima de todo era el cabreo. Cuando llegó a la zona del tumulto, abriéndose paso entre la gente, tuvo que resistir las ganas de marcarse un Hanabi.
Negó con la cabeza, y el enfado fue ahogado por la pena.
—¿Tan rápido vamos a pelearnos entre nosotros, ¡hmm!? —Aceptaría las críticas. Aceptaría que le llamasen un calientasillas cobarde. Pero hasta ahí. ¡Hasta ahí!—. ¡Sé que esta Villa está herida! Pero, o dejamos de tirarnos piedras y nos esforzamos más por curarla, entre todos, ¡o Kurama va a tenerlo muy fácil!
Empezaba a darse cuenta que había infravalorado a Hanabi en cuanto a su capacidad de mantener la villa unida. Y eso que ya lo tenía en un pedestal. Sus ojos se desviaron hacia abajo, hacia la niña de pelo rosa. Era tan solo una cría, pero ya contaba con la placa de la aldea. Tan joven, y ya iba a vivir una guerra.
No era justo.
—No tengas miedo —le dijo, en voz más baja, intentando calmarla un poco—. Dije que iba a ser tu escudo, ¿recuerdas? También el de… ¿Umi? La única misión de un escudo es proteger, sin importar ser gustado o no por el que tiene tras él.
Esbozó una pequeña sonrisa, queriendo insuflarle algo de ánimo.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado