[Automisión Rango D] Un crimen más que legible

[Hanamura Kazuma]

La situación no parecía llegar a ningún lado y aquellos jóvenes genins tampoco conseguían dar con la solución. Kazuma sentía como si aquella mujer fuera un perrito al cual no podían dejar por ahí suelto. Nabi se comportaba como si fuera mejor meterla en un saco y arrojarla al foso del edificio. Juro no sabía ni que decir y la señora se encontraba en medio del choque de opiniones, cual manzana de la discordia.

El Uchiha dejó claro el hecho de que solo quería limitarse a lo encargado. Kazuma decidió no anular su argumento, pues sabía que su compañero solo pensaba en el bien de la misión. Pero el pensar no era su fuerte, al igual que tampoco lo era el uso de las reglas y las distancias, o su mala orientación y su perfección de la profundidad propia de un mundo con solo dos dimensiones. Era evidente que pensaba a corto plazo, pero el Ishimura no quería ser el primero en romper su corazón diciendo aquello.

—Kazuma, no nos vamos a separar. Es una completa infracción de la misión. Tú y yo hablaremos cuando termine esto. Ya lo ha oído, señora. Tenemos una misión que cumplir.

—Vale, ya entendí, no más ideas… —Respondió calmadamente.

—Kazuma, Nabi, voy a hacer una excepción esta vez. Podéis dar vuestra opinión abiertamente respecto al tema, no os pasará nada —respondió Juro, manteniendo su fachada de intransigencia—. No me parece una buena idea, pero vosotros también estáis aquí, después de todo. Opinad.

—Esto… —Se llevó la mano a barbilla, pensado con calma lo que iba a decir—. Sé que la misión principal es limpiar los muros, y luego de haber terminado con ello es que tenemos permiso de investigar —dio a entender que sabían lo que tenían que hacer—. También se que lo más probable es que ella nos haga perder el tiempo, sin ánimos de ofender señora —aseguro mientras hacía una leve reverencia en forma de disculpa—. La cuestión es que no me siento cómodo dejándola a sus anchas y sin saber en qué clase de problemas se pueda meter… Digo, no me sentiría bien si la corremos de una patada para cumplir la misión y que luego resulte en que le paso algo malo… Claro nadie podría culparnos, pero aun así no me sentiría cómodo con ello.

El peliblanco ya no buscaba de convencerles, sino de que entendieran cuál era su punto de vista. Hubo varios calificativos que se cayó por respeto a la señora que tenían enfrente. Pero estaba convencido de que no por ser shinobi podría desestimar el conocimiento de uno de los civiles a los que se supone debía servir. Si, sabía que la señora seria insufrible, pero en ocasiones un ninja tiene que colaborar con aliados que no son de su agrado y aun así tiene que cumplir con lo cometido. En cierto punto pensó que podrían convencer a la señora de que les esperara hasta que terminaran con los muros y luego abordarla como testigo, pero no se creía capaz de convencerla él solo.

—Es es lo que opino, pero si toman otra decisión... Pues les seguiré. —Aseguro, como esperando que el rubio propusiera lanzarle un katon combinado con un futón y librarse de él y de la problemática que implicaban sus opiniones liberales y anarquistas.