26/04/2022, 12:43
—Eso espero, mequetrefe La voz del Shukaku fue toda una sorpresa, pero no estaba allí, sino que salía de de la boca del Uzukage. . O te vas a enterar cuando vuelvas. ¡JIA JIA JIA!
— Volveremos. Todos.
Era un sueño utópico. Era lo que todos deseábamos, pero nos estábamos dirigiendo a la guerra. Aún en caso de doblegar la resistencia de los ejércitos de Kurama, alguno de los nuestros iba a perecer. Es posible que muchos, pero al final lo importante era cumplir con la misión. Por ello llevábamos el símbolo del remolino grabado en nuestra bandana. Para defenderlo hasta las últimas consecuencias. El puente de acceso al barco terminó por recogerse y yo miraba por la barandilla el vaivén del mar que daba acceso al basto océano.
—¡Escuchad! ¡¡ESCUCHAD!!
Aquel vozarrón me sacó de mis pensamientos y centré mi atención en su emisor. Un tipo que lucía aquella placa dorada que el acreditaba como jōnin que tanto anhelaba. El tipo en cuestión solo con el mero contacto visual ya imponía y el silencio sepulcral que acompañó sus primeras palabras no le mostraban más que el más absoluto de los respetos. Su mensaje fue claro y conciso. Cada uno estaríamos a las ordenes de un pequeño escuadrón y mientras llegábamos a nuestro destino iríamos haciendo turnos para hacer guardia. Era el momento de reunirme con mi escuadrón.
«Creo que el mío era el 42»
Un caos más bien controlado se apoderó del barco cuando los distintos líderes de los escuadrones empezaron a llamar a sus nuevos subordinados. Entre aquel caos traté de atinar y seguir las indicaciones del escuadrón número 42. Me llevó algo de tiempo pero finalmente alcancé mi objetivo. Uchiha Suzaku y otra chica, más bien bajita y de cabellos dorados, se adelantaron y ya se habían presentado. Nada más llegar hice una leve reverencia hacía la jōnin.
— Uchiha Natsu, a sus órdenes
— Volveremos. Todos.
Era un sueño utópico. Era lo que todos deseábamos, pero nos estábamos dirigiendo a la guerra. Aún en caso de doblegar la resistencia de los ejércitos de Kurama, alguno de los nuestros iba a perecer. Es posible que muchos, pero al final lo importante era cumplir con la misión. Por ello llevábamos el símbolo del remolino grabado en nuestra bandana. Para defenderlo hasta las últimas consecuencias. El puente de acceso al barco terminó por recogerse y yo miraba por la barandilla el vaivén del mar que daba acceso al basto océano.
—¡Escuchad! ¡¡ESCUCHAD!!
Aquel vozarrón me sacó de mis pensamientos y centré mi atención en su emisor. Un tipo que lucía aquella placa dorada que el acreditaba como jōnin que tanto anhelaba. El tipo en cuestión solo con el mero contacto visual ya imponía y el silencio sepulcral que acompañó sus primeras palabras no le mostraban más que el más absoluto de los respetos. Su mensaje fue claro y conciso. Cada uno estaríamos a las ordenes de un pequeño escuadrón y mientras llegábamos a nuestro destino iríamos haciendo turnos para hacer guardia. Era el momento de reunirme con mi escuadrón.
«Creo que el mío era el 42»
Un caos más bien controlado se apoderó del barco cuando los distintos líderes de los escuadrones empezaron a llamar a sus nuevos subordinados. Entre aquel caos traté de atinar y seguir las indicaciones del escuadrón número 42. Me llevó algo de tiempo pero finalmente alcancé mi objetivo. Uchiha Suzaku y otra chica, más bien bajita y de cabellos dorados, se adelantaron y ya se habían presentado. Nada más llegar hice una leve reverencia hacía la jōnin.
— Uchiha Natsu, a sus órdenes