26/04/2022, 22:30
Con el último de los shinobis ya en el navío, la rampa de acceso se elevó, y zarparon rumbo a la guerra. No era un rumbo fácil de digerir, eso seguro, pero era un rumbo con el que tendrían que lidiar tarde o temprano. Vivir o morir a veces solo era cuestión de tiempo y suerte. La más temibles de las combinaciones, y a veces llamado destino.
Apenas empezó la marcha, una voz sobresalió entre el resto. Se trataba de un shinobi llamado Uchiha Raito, un shinobi bastante famoso en Uzushiogakure, sobre todo por ser el maestro del actual Uzukage. El jōnin saltó sobre una de las barandas del barco, y reclamó la atención de todos los allí presentes. Aviso de que llegarían al destino a la noche del día siguiente, lo cuál significaba que dormirían en el buque. Tras ello dijo que harían turnos de vigilancia, pues que atacasen el navío era una posibilidad más que asequible. Anuncio también que los capitanes de cada escuadrón darían detalles sobre el plan para recuperar la Villa de las Aguas Termales, y por último sentenció que estaban totalmente prohibidos los "combates amistosos". El hombre se despidió tras el discurso, y justo tras ello comenzaron los correspondientes jefes de escuadrón a llamar a sus miembros.
Parecía que todo daba comienzo, nadie ni nada iba a esperar. El tiempo era puro oro.
Para cuando el Senju se quiso dar cuenta, su escuadra había sido llamada. Se trataba del escuadrón de batalla 42, y era una Jōnin llamada Tsuta Neiru quien les requería, siendo ésta la líder. Siete se fue acercando lo antes posible, lo cuál se volvió un acto bastante difícil, dado que había un jaleo del viento y la madre con cada jefe de escuadrón llamando a los suyos. Pero por suerte, no era una tarea imposible. Simplemente complicada.
El grupo se reunía cerca de la mujer, de la jōnin, de la capitán. Todos se fueron presentando de uno en uno, tratándose de un grupo de lo más variopinto, aunque con un apellido bastante común: Uchiha. Hayato no sería menos, y haciendo una leve reverencia terminaría dándose a conocer también al resto, y principalmente a la jōnin.
—Senju Hayato presente. —Sentenció, sin saber muy bien qué mas podía decir.
Para cuando quiso darse cuenta, estaba rodeado de extraños. Iba a ir a una guerra, donde posiblemente moriría, rodeado de gente a la que no conocía en absoluto. Realmente era una desdicha...
Aunque fijándose bien en el grupo, había una chica que sí podía reconocer levemente. No la conocía de la academia, no la conocía de haber hablado con ella, o de haberla visto por las calles de Uzu. Era algo más profundo, algo más intenso... ¿Acaso no era la que se besó con Shizuka?
¿Tenían a una idol en el equipo?
Bueno, al menos a alguien del equipo la conocía, aunque fuese de vista o más bien por las revistas. Vaya desdicha.
Apenas empezó la marcha, una voz sobresalió entre el resto. Se trataba de un shinobi llamado Uchiha Raito, un shinobi bastante famoso en Uzushiogakure, sobre todo por ser el maestro del actual Uzukage. El jōnin saltó sobre una de las barandas del barco, y reclamó la atención de todos los allí presentes. Aviso de que llegarían al destino a la noche del día siguiente, lo cuál significaba que dormirían en el buque. Tras ello dijo que harían turnos de vigilancia, pues que atacasen el navío era una posibilidad más que asequible. Anuncio también que los capitanes de cada escuadrón darían detalles sobre el plan para recuperar la Villa de las Aguas Termales, y por último sentenció que estaban totalmente prohibidos los "combates amistosos". El hombre se despidió tras el discurso, y justo tras ello comenzaron los correspondientes jefes de escuadrón a llamar a sus miembros.
Parecía que todo daba comienzo, nadie ni nada iba a esperar. El tiempo era puro oro.
Para cuando el Senju se quiso dar cuenta, su escuadra había sido llamada. Se trataba del escuadrón de batalla 42, y era una Jōnin llamada Tsuta Neiru quien les requería, siendo ésta la líder. Siete se fue acercando lo antes posible, lo cuál se volvió un acto bastante difícil, dado que había un jaleo del viento y la madre con cada jefe de escuadrón llamando a los suyos. Pero por suerte, no era una tarea imposible. Simplemente complicada.
El grupo se reunía cerca de la mujer, de la jōnin, de la capitán. Todos se fueron presentando de uno en uno, tratándose de un grupo de lo más variopinto, aunque con un apellido bastante común: Uchiha. Hayato no sería menos, y haciendo una leve reverencia terminaría dándose a conocer también al resto, y principalmente a la jōnin.
—Senju Hayato presente. —Sentenció, sin saber muy bien qué mas podía decir.
Para cuando quiso darse cuenta, estaba rodeado de extraños. Iba a ir a una guerra, donde posiblemente moriría, rodeado de gente a la que no conocía en absoluto. Realmente era una desdicha...
Aunque fijándose bien en el grupo, había una chica que sí podía reconocer levemente. No la conocía de la academia, no la conocía de haber hablado con ella, o de haberla visto por las calles de Uzu. Era algo más profundo, algo más intenso... ¿Acaso no era la que se besó con Shizuka?
¿Tenían a una idol en el equipo?
Bueno, al menos a alguien del equipo la conocía, aunque fuese de vista o más bien por las revistas. Vaya desdicha.