28/04/2022, 14:42
— No... No, no, no... ¡No y no! ¡Y mil veces no! ¡Yo quiero a esa niñata infantil y caprichosa, con aires de superioridad y princesa! ¡Esa es mi persona especial! ¡Tú eres mi persona especial! ¡Tú y nadie más! ¡Si de algo estoy segura ahora mismo, es de lo que siento por tí!
Miró los ojos de Ren, tan hipnotizada como cuando se reencontraron. Tenía que decirle algo, tenía qué negarlo todo. Negar que la quisiese, negar que la necesitase, negarse a sí misma para protegerla.
— Y-yo también te quiero. — se sorprendió de sus propias palabras, ese no era el plan, estúpido cerebro. — Pero tengo miedo.
Confesó finalmente, bajando la mirada y escondiendola tras sus manos, que limpiaban las lágrimas una tras otra.
— No quiero que te arrepientas. No sé qué hacer ni cómo hacerlo la mayor parte del tiempo. No sé cómo funciona todo esto y tú eres tan buena que no quiero obligarte a lidiar conmigo. Claro que te quiero, ¿cómo no iba a hacerlo? Eres la chica más dulce y amable que he conocido. Ni siquiera me has dicho nunca nada por mis problemas. Siempre me has tratado bien y siempre he querido más, pero pensaba que tú solo me veías como una niña, que al final, es lo que soy. Una niña estúpida e ignorante haciendo de adulta.
Siguió frotándose los ojos, acurrucada en el suelo, sin saber qué más decir ni cómo reaccionar.
Miró los ojos de Ren, tan hipnotizada como cuando se reencontraron. Tenía que decirle algo, tenía qué negarlo todo. Negar que la quisiese, negar que la necesitase, negarse a sí misma para protegerla.
— Y-yo también te quiero. — se sorprendió de sus propias palabras, ese no era el plan, estúpido cerebro. — Pero tengo miedo.
Confesó finalmente, bajando la mirada y escondiendola tras sus manos, que limpiaban las lágrimas una tras otra.
— No quiero que te arrepientas. No sé qué hacer ni cómo hacerlo la mayor parte del tiempo. No sé cómo funciona todo esto y tú eres tan buena que no quiero obligarte a lidiar conmigo. Claro que te quiero, ¿cómo no iba a hacerlo? Eres la chica más dulce y amable que he conocido. Ni siquiera me has dicho nunca nada por mis problemas. Siempre me has tratado bien y siempre he querido más, pero pensaba que tú solo me veías como una niña, que al final, es lo que soy. Una niña estúpida e ignorante haciendo de adulta.
Siguió frotándose los ojos, acurrucada en el suelo, sin saber qué más decir ni cómo reaccionar.