28/04/2022, 15:37
Kimi sonrió, todavía algo avergonzada, cuando la disculparon y tomó asiento junto al resto en la mesa, reservando un asiento a su lado para Chika. Con esta fiesta sorpresa a la Kaminari ya se le había olvidado por completo la carta que había recibido la noche anterior, y no tenía ninguna preocupación más allá de lo que comería primero.
Antes de que empezasen a comer, Goromise se acercó a la cumpleañera con un montón de velitas en la mano, preguntándole junto a la curiosa cuántos años cumplía.
— ¡Catorce! —Respondió, sonriente—. Muchas gracias, Goromise-san.
Y entonces pudieron comer, y hablar, y bromear sin ninguna preocupación, festejando el cumpleaños de la menor de las Kaminari.
Cuando llegó la hora de cantarle y que soplase las velas de su paste, Kimi cerró los ojos durante un par de segundos mientras deseaba con todas sus fuerzas lo que más quería en el mundo, antes de apagar las catorce velas de su pastel soplándolas.
¿Que qué había deseado? Eso no se los puedo decir, pues si lo hiciera no se cumpliría.
Después de aquello, las chicas continuaron con su día. Entrenaron un poco más, salieron por Notsuba otro rato más y, finalmente, antes de que anocheciera, las hermanas Kaminari se excusaron para volver a casa.
Ya por la noche en el tren, medio dormida, la hermana más afortunada del mundo le dijo una cosa más a su hermana mayor antes de quedarse dormida.
— Gracias por organizar esto, Ka-chan. —Le dijo, antes de bostezar—. Me lo he pasado muy bien...
Antes de que empezasen a comer, Goromise se acercó a la cumpleañera con un montón de velitas en la mano, preguntándole junto a la curiosa cuántos años cumplía.
— ¡Catorce! —Respondió, sonriente—. Muchas gracias, Goromise-san.
Y entonces pudieron comer, y hablar, y bromear sin ninguna preocupación, festejando el cumpleaños de la menor de las Kaminari.
Cuando llegó la hora de cantarle y que soplase las velas de su paste, Kimi cerró los ojos durante un par de segundos mientras deseaba con todas sus fuerzas lo que más quería en el mundo, antes de apagar las catorce velas de su pastel soplándolas.
¿Que qué había deseado? Eso no se los puedo decir, pues si lo hiciera no se cumpliría.
Después de aquello, las chicas continuaron con su día. Entrenaron un poco más, salieron por Notsuba otro rato más y, finalmente, antes de que anocheciera, las hermanas Kaminari se excusaron para volver a casa.
Ya por la noche en el tren, medio dormida, la hermana más afortunada del mundo le dijo una cosa más a su hermana mayor antes de quedarse dormida.
— Gracias por organizar esto, Ka-chan. —Le dijo, antes de bostezar—. Me lo he pasado muy bien...