30/04/2022, 22:29
Tras esperar a que todos se presentasen, y con un barullo in crescendo, la mujer se presentó como Tsuta Neiru, y por ende como la líder del escuadrón. Neiru desplegó un mapa ante los chicos, y señalando un punto en el mismo, recalcó que a la tarde del día siguiente llegarían allí. Sentenció que en algún punto de los Arrozales del Silencio estaría estallando el fragor del combate, y entre tanto ellos podían tener dos tareas diferentes: Ayudar al ejercito de la Alianza, o bien recuperar la Villa de las Aguas Termales de manos del ejercito de Kurama.
«Así que nuestro propósito puede variar, dependiendo de cuán bien lo estén haciendo en los Arrozales... ya veo...»
Poco después, Neiru informó del motivo por el cuál solo habían Uzujines en el barco. El buque no iba a tomar tierra, no se iba ni a acercar al puerto realmente. La jönin desenvolvió un pergamino, y de éste hizo aparecer una serie de chalecos salvavidas y unas cuerdas. Con ello, comenzó a explicar la estrategia. Saltarían al agua, en el amparo de la noche, para aprovechar la situación en un ataque sorpresa que solo los shinobis del Remolino podían realizar. Las Costas de las Olas Rompientes iban a ser todo un desafío, por todo lo que había y podía llegar a haber.
Hayato no pudo evitar pensar que en parte era una estrategia brillante, pero por otra parte podían verse envueltos en un campo de batalla realmente peliagudo. Si eran detectados y tenían que combatir en mitad del mar, la cosa no iba a ser para nada sencilla. Quizás eran la mejor baza, pero si no lograban que el plan fuese como la seda, la cosa se iba a poner muy jodida.
Y encima con esos chalecos de flotabilidad... ¿Por quienes los habían tomado?.
«¿De verdad necesitamos eso?.»
La mujer sentenció el plan, preguntando si hasta ese punto alguien tenía alguna duda. Hayato miraría al resto, al menos él no tenía nada que preguntar, y eso que solía ser un tipo realmente inconformista o protestón. Pero en éste negocio, no tenía nada que añadir...
—Ninguna duda. —Contestó. Él no tenía dudas que pudiesen interesar.
«Así que nuestro propósito puede variar, dependiendo de cuán bien lo estén haciendo en los Arrozales... ya veo...»
Poco después, Neiru informó del motivo por el cuál solo habían Uzujines en el barco. El buque no iba a tomar tierra, no se iba ni a acercar al puerto realmente. La jönin desenvolvió un pergamino, y de éste hizo aparecer una serie de chalecos salvavidas y unas cuerdas. Con ello, comenzó a explicar la estrategia. Saltarían al agua, en el amparo de la noche, para aprovechar la situación en un ataque sorpresa que solo los shinobis del Remolino podían realizar. Las Costas de las Olas Rompientes iban a ser todo un desafío, por todo lo que había y podía llegar a haber.
Hayato no pudo evitar pensar que en parte era una estrategia brillante, pero por otra parte podían verse envueltos en un campo de batalla realmente peliagudo. Si eran detectados y tenían que combatir en mitad del mar, la cosa no iba a ser para nada sencilla. Quizás eran la mejor baza, pero si no lograban que el plan fuese como la seda, la cosa se iba a poner muy jodida.
Y encima con esos chalecos de flotabilidad... ¿Por quienes los habían tomado?.
«¿De verdad necesitamos eso?.»
La mujer sentenció el plan, preguntando si hasta ese punto alguien tenía alguna duda. Hayato miraría al resto, al menos él no tenía nada que preguntar, y eso que solía ser un tipo realmente inconformista o protestón. Pero en éste negocio, no tenía nada que añadir...
—Ninguna duda. —Contestó. Él no tenía dudas que pudiesen interesar.