17/05/2022, 20:07
El Senju pasó gran parte de la tarde, e incluso de la noche en la parte frontal del barco. Allí se limitó a no estorbar demasiado, en lo que meditaba sobre sus cosas. Tan solo cuando las inclemencias del tiempo empezaron a asomar, fue que éste se adentró en el buque de guerra. Más tarde, incluso tuvo la obligación de ver de nuevo a sus compañeros, pues dormían todos relativamente cerca. Tan cerca, que el espacio personal era casi inexistente, pues las literas de tela eran de todo menos amplias.
La mañana había surgido bien movidita, mucho más que la noche. Y la noche no es que hubiese sido un paseo por la playa, no señor. Quizás ésta tormenta era la peor que había azotado ésta parte de onindo hasta la fecha, al menos podía ser el peor temporal que el peliblanco podía recordar. El frío se colaba hasta en la cocina de tu casa, y los vaivenes del navío hacían que las ganas de vomitar hasta la primera papilla no fuese tan descabellado. En general, una mañana perfecta.
El desayuno no era lo que más le pudiese apetecer a un navegante en esos momentos, aunque Hayato comió un poco de pan, pues había escuchado que eso hacía menos probable que terminase vomitando. Pero al igual que muchos, fue de lo poco que se atrevió a comer.
«Vaya mierda... ¿y vamos a correr por el agua con éste temporal? ¡Qué locura!»
Con el trozo de pan a medio comer, Siete se debatía entre el vómito y el mareo, sin terminar de decidirse. Pero pasado un rato desde que todos se habían reunido en ese enorme salón, no fue si no Uchiha Raito quien terminó de acaparar la atención del peliblanco, así como del resto de la tripulación. El hombre comenzó a hablar en lo que el Senju tragaba el trozo de pan, aclarando que habían una mala y una buena noticia.
«A ver con qué nos sorprende ahora...»
Según expresó, la buena noticia es que ya mantener el sigilo y la sorpresa iba a ser pan comido, pues la tormenta que azotaba al buque no iba a dejar hueco a otra cosa. La mala noticia era que, ese hombre...
«¿¿Es un clon de plastilina??» Pensó, incómodo ante la grotesca transformación de poco a poco por parte del jönin. Pero su asombro no terminó en buen cauce, pues conforme el hombre se iba quitando cosas su rostro se le hizo mucho más familiar. Se trataba del mismísimo Uzukage, en carne y huesos. Con peluca y todo.
—Da-da-datsu... ¿¡Datsue!? —El peliblanco no podía creerlo, tanta fue la sorpresa que casi se atraganta con el mendrugo de pan.
Tuvo que golpearse varias veces el pecho, para poder escupir el trozo de pan, que se había hecho dueño de todo el esófago, casi provocándole la asfixia. Incluso con las lagrimas casi asomando de la asfixia, una vez a salvo, no pudo evitar parpadear varias veces, incapaz de comprender cómo podía ser que estuviese allí.
La verdad, no era el único que se preguntaba qué hacia el Uchiha allí. Unos se lo tomaron mejor que otros.
La mañana había surgido bien movidita, mucho más que la noche. Y la noche no es que hubiese sido un paseo por la playa, no señor. Quizás ésta tormenta era la peor que había azotado ésta parte de onindo hasta la fecha, al menos podía ser el peor temporal que el peliblanco podía recordar. El frío se colaba hasta en la cocina de tu casa, y los vaivenes del navío hacían que las ganas de vomitar hasta la primera papilla no fuese tan descabellado. En general, una mañana perfecta.
El desayuno no era lo que más le pudiese apetecer a un navegante en esos momentos, aunque Hayato comió un poco de pan, pues había escuchado que eso hacía menos probable que terminase vomitando. Pero al igual que muchos, fue de lo poco que se atrevió a comer.
«Vaya mierda... ¿y vamos a correr por el agua con éste temporal? ¡Qué locura!»
Con el trozo de pan a medio comer, Siete se debatía entre el vómito y el mareo, sin terminar de decidirse. Pero pasado un rato desde que todos se habían reunido en ese enorme salón, no fue si no Uchiha Raito quien terminó de acaparar la atención del peliblanco, así como del resto de la tripulación. El hombre comenzó a hablar en lo que el Senju tragaba el trozo de pan, aclarando que habían una mala y una buena noticia.
«A ver con qué nos sorprende ahora...»
Según expresó, la buena noticia es que ya mantener el sigilo y la sorpresa iba a ser pan comido, pues la tormenta que azotaba al buque no iba a dejar hueco a otra cosa. La mala noticia era que, ese hombre...
«¿¿Es un clon de plastilina??» Pensó, incómodo ante la grotesca transformación de poco a poco por parte del jönin. Pero su asombro no terminó en buen cauce, pues conforme el hombre se iba quitando cosas su rostro se le hizo mucho más familiar. Se trataba del mismísimo Uzukage, en carne y huesos. Con peluca y todo.
—Da-da-datsu... ¿¡Datsue!? —El peliblanco no podía creerlo, tanta fue la sorpresa que casi se atraganta con el mendrugo de pan.
Tuvo que golpearse varias veces el pecho, para poder escupir el trozo de pan, que se había hecho dueño de todo el esófago, casi provocándole la asfixia. Incluso con las lagrimas casi asomando de la asfixia, una vez a salvo, no pudo evitar parpadear varias veces, incapaz de comprender cómo podía ser que estuviese allí.
La verdad, no era el único que se preguntaba qué hacia el Uchiha allí. Unos se lo tomaron mejor que otros.