17/05/2022, 22:24
El día transcurrió con normalidad. O, al menos, con la mayor normalidad que se podía considerar en aquellas circunstancias tan peculiares. Atravesaron el mar que separaba Yamiria de las Islas del Té, tomando una ruta marítima que atravesaría cualquier barco comercial. Solo que ellos no eran, precisamente, un barco comercial. Al día le sucedió una noche de cielo despejado y repleto de estrellas. Para Suzaku, que le encantaba contemplarlas mientras se perdía en sus pensamientos, fue un auténtico regalo. Incluso llegó a olvidarse de que se encontraba en un barco de guerra. Durmieron todos juntos en hamacas dispuestas en un gran salón dispuesto en el interior del barco, y aunque muchos de los shinobi aprovecharon el momento para charlar entre ellos y conocerse mejor, ella se mantuvo la mayor parte del tiempo en silencio.
Pero el siguiente día no fue tan tranquilo e idílico como el anterior. A Suzaku se le pusieron los pelos de punta nada más despertar, y no sólo por el miedo. Hacía un frío que pelaba, y la humedad del ambiente hacía aún más difícil la simple tarea de respirar. Pero nada pudo compararse al terror que sintió al subir a la cubierta: el hermoso cielo despejado y plagado de estrellas de la noche anterior se había visto sustituido por unas nubes tan oscuras como el tizón. Suzaku tuvo que agarrarse a la barandilla más cercana cuando una gigantesca ola chocó contra el barco y lo sacudió con la fuerza de un kraken. Y no parecía que iba a ser la última.
«¿De verdad vamos a cruzar este mar ANDANDO?» Se preguntó una vez más. Y, sin embargo, no dejó que el terror se reflejara en su rostro. Y si alguien le preguntaba al respecto, ella aseguraría una y otra vez que se encontraba perfectamente.
La tormenta cobró fuerza conforme avanzaron las horas. El viento soplaba con furia, las olas que se alzaban una y otra vez ya empapaban la cubierta del barco y a sus tripulantes, agitándolo como si del capricho de un niño con un juguete se tratase. Parecía cuestión de tiempo que terminaran en el fondo del mar, y los rayos que destellaban con todas sus fuerzas no hacían más que presagiar lo peor. Los tripulantes plegaron las velas, en un vano intento por mitigar mínimamente la fuerza del océano y de la tormenta contra ellos. Aunque tampoco pareció ser muy efectivo.
Por la tarde se reunieron en el enorme comedor del barco. Suzaku tenía un bol con comida frente a sus ojos, pero se veía incapaz de probar bocado. Los zarandeos del barco y su miedo al mar no sólo le quitaban el hambre, sino que le revolvían el estómago hasta puntos peligrosos. Casi era un milagro que no hubiese echado ya hasta la primera papilla. Pálida como la nieve, apenas levantó la cabeza cuando Uchiha Raito entró, acompañado por otros dos ninjas de fama acumulada en Uzushiogakure. Pero Suzaku ni siquiera tenía fuerzas para esforzarse en aprenderse sus nombres.
—Tengo una buena y una mala noticia que daros —comenzó a decir, dedicando una larga mirada a todos y cada uno de los ninjas que se sentaban a lo largo de las mesas del comedor—. La buena noticia es que ya nadie tendrá que contenerse por lanzar un grito de socorro en el mar. La tormenta es tan bestia que nadie en el puerto os oiría.
Aquella frase volvió a ponerle la carne de gallina a Suzaku. ¿Se suponía que eso era una buena noticia? Casi sonaba más como la amenaza de un villano justo antes de...
—La mala es que… —Raito se pasó la mano por el rostro, tirando de él como si se tratase de una máscara hecha de plastilina. El mentón retorcido, la nariz, las mejillas... todos fueron desechados. ¡Incluso su cabello!
—¡Cuidado, es un ninja malvado! —gritó Suzaku, poniéndose en pie de un salto. Y los dos shinobi que acompañaban al farsante se adelantaron en actitud defensiva.
¿Pero cuándo había ocurrido? ¿Cuándo habían reemplazado a Uchiha Raito los ninjas de Kurama? ¿Habría sido desde el principio? ¿O habían aprovechado la tormenta, mientras estaban demasiado ocupados intentando no terminar en el fondo del mar? Suzaku se llevó una mano a su portaobjetos, dispuesta a presentar batalla. Desde luego, no iba a rendirse sin combatir. ¡Ni de broma!
Pero su mano se quedó congelada a mitad de camino.
Por el que se encontraba frente a ellos no era un shinobi del Copo de Nieve.
—…no soy Uchiha Raito, el ninja con récord de misiones S cumplidas. —Uchiha Datsue, el Quinto Uzukage de Uzushiogakure, esbozó una pequeña sonrisa traviesa—. [sub=mediumturquoise]Yo solo tengo dos en mi expediente.
—S... ¡Señor Uzukage! —exclamó Suzaku, boquiabierta a más no poder—. D... ¿De verdad es usted?
Por una parte, deseó que no fuese de verdad Uchiha Datsue. Porque sólo así se libraría del bochorno y de la vergüenza de haberle confundido con un shinobi de Kurama y haberle llamado "ninja malvado". Pero ella no fue la única sorprendida. A su alrededor, el caos se desató. Incluso su hermana Umi se incorporó en su silla de golpe.
Pero el siguiente día no fue tan tranquilo e idílico como el anterior. A Suzaku se le pusieron los pelos de punta nada más despertar, y no sólo por el miedo. Hacía un frío que pelaba, y la humedad del ambiente hacía aún más difícil la simple tarea de respirar. Pero nada pudo compararse al terror que sintió al subir a la cubierta: el hermoso cielo despejado y plagado de estrellas de la noche anterior se había visto sustituido por unas nubes tan oscuras como el tizón. Suzaku tuvo que agarrarse a la barandilla más cercana cuando una gigantesca ola chocó contra el barco y lo sacudió con la fuerza de un kraken. Y no parecía que iba a ser la última.
«¿De verdad vamos a cruzar este mar ANDANDO?» Se preguntó una vez más. Y, sin embargo, no dejó que el terror se reflejara en su rostro. Y si alguien le preguntaba al respecto, ella aseguraría una y otra vez que se encontraba perfectamente.
La tormenta cobró fuerza conforme avanzaron las horas. El viento soplaba con furia, las olas que se alzaban una y otra vez ya empapaban la cubierta del barco y a sus tripulantes, agitándolo como si del capricho de un niño con un juguete se tratase. Parecía cuestión de tiempo que terminaran en el fondo del mar, y los rayos que destellaban con todas sus fuerzas no hacían más que presagiar lo peor. Los tripulantes plegaron las velas, en un vano intento por mitigar mínimamente la fuerza del océano y de la tormenta contra ellos. Aunque tampoco pareció ser muy efectivo.
Por la tarde se reunieron en el enorme comedor del barco. Suzaku tenía un bol con comida frente a sus ojos, pero se veía incapaz de probar bocado. Los zarandeos del barco y su miedo al mar no sólo le quitaban el hambre, sino que le revolvían el estómago hasta puntos peligrosos. Casi era un milagro que no hubiese echado ya hasta la primera papilla. Pálida como la nieve, apenas levantó la cabeza cuando Uchiha Raito entró, acompañado por otros dos ninjas de fama acumulada en Uzushiogakure. Pero Suzaku ni siquiera tenía fuerzas para esforzarse en aprenderse sus nombres.
—Tengo una buena y una mala noticia que daros —comenzó a decir, dedicando una larga mirada a todos y cada uno de los ninjas que se sentaban a lo largo de las mesas del comedor—. La buena noticia es que ya nadie tendrá que contenerse por lanzar un grito de socorro en el mar. La tormenta es tan bestia que nadie en el puerto os oiría.
Aquella frase volvió a ponerle la carne de gallina a Suzaku. ¿Se suponía que eso era una buena noticia? Casi sonaba más como la amenaza de un villano justo antes de...
—La mala es que… —Raito se pasó la mano por el rostro, tirando de él como si se tratase de una máscara hecha de plastilina. El mentón retorcido, la nariz, las mejillas... todos fueron desechados. ¡Incluso su cabello!
—¡Cuidado, es un ninja malvado! —gritó Suzaku, poniéndose en pie de un salto. Y los dos shinobi que acompañaban al farsante se adelantaron en actitud defensiva.
¿Pero cuándo había ocurrido? ¿Cuándo habían reemplazado a Uchiha Raito los ninjas de Kurama? ¿Habría sido desde el principio? ¿O habían aprovechado la tormenta, mientras estaban demasiado ocupados intentando no terminar en el fondo del mar? Suzaku se llevó una mano a su portaobjetos, dispuesta a presentar batalla. Desde luego, no iba a rendirse sin combatir. ¡Ni de broma!
Pero su mano se quedó congelada a mitad de camino.
Por el que se encontraba frente a ellos no era un shinobi del Copo de Nieve.
—…no soy Uchiha Raito, el ninja con récord de misiones S cumplidas. —Uchiha Datsue, el Quinto Uzukage de Uzushiogakure, esbozó una pequeña sonrisa traviesa—. [sub=mediumturquoise]Yo solo tengo dos en mi expediente.
—S... ¡Señor Uzukage! —exclamó Suzaku, boquiabierta a más no poder—. D... ¿De verdad es usted?
Por una parte, deseó que no fuese de verdad Uchiha Datsue. Porque sólo así se libraría del bochorno y de la vergüenza de haberle confundido con un shinobi de Kurama y haberle llamado "ninja malvado". Pero ella no fue la única sorprendida. A su alrededor, el caos se desató. Incluso su hermana Umi se incorporó en su silla de golpe.