22/05/2022, 20:38
Le faltaba el aliento. No sabía cómo estaban los otros veinticinco, pero él, el Datsue original, estaba sin jodido aliento.
Había sacado aire de donde no tenía para lanzar su discurso. Claro que lo había lanzado. El mundo necesitaría algo más que eso para aplacarle la lengua. Pero una cosa era hablar, y otra muy distinta moverse. Si lo necesitase, dudaba que pudiese sacar fuerzas para gastar algo de chakra.
«Joder, tenía que haberles dicho que se esperasen un minuto», pensó, demasiado tarde, cuando vio a sus espadas y sus cerezos silvestres lanzarse al mar. ¿Se hubiese lanzado él, años atrás? Recordaba como si fuese ayer su primer viaje en un barco grande. Había sido con Akame, de camino al primer torneo de ninjas en el que había participado. Donde había creado la famosa revista El Corazón Uzureño, entre otras cosas. Sonrió para sí al recordar aquellos tiempos, en los que su mayor preocupación era que le hubiesen jodido un polvo. Se dio cuenta enseguida que por aquel entonces ni de coña hubiese saltado. Se hubiese quedado en el comedor con una taza de chocolate bien calentita entre las manos y, si acaso, les hubiese deseado suerte al grupo desde la distancia. Probablemente hubiese fingido que se acababa de torcer un tobillo, o algo así.
¡Hasta sus clones, de saber crearlos por entonces, se hubiesen negado a saltar!
—Jo-der… —farfulló por lo bajo, cuando vio a sus veinticinco clones saltando al unísono tras el resto de uzujines, dispuestos a ayudar a cualquier pareja que lo necesitase—. Jo-der —volvió a decir para sí, cuando saltó sobre la barandilla y el agua le salpicó. Un relámpago hendió el cielo—. Joder, joder, joder, ¡JODER! —Volvió a gritar, cuando se dejó caer hacia la tormenta.
Porque saltó, claro que saltó.
Porque ahora no era Datsue el Intrépido, un apodo que por aquel entonces era de lo más sarcástico.
Ahora era Datsue el Rokudaime. Datsue el Sexto. Datsue... el Uzukage.
Había sacado aire de donde no tenía para lanzar su discurso. Claro que lo había lanzado. El mundo necesitaría algo más que eso para aplacarle la lengua. Pero una cosa era hablar, y otra muy distinta moverse. Si lo necesitase, dudaba que pudiese sacar fuerzas para gastar algo de chakra.
«Joder, tenía que haberles dicho que se esperasen un minuto», pensó, demasiado tarde, cuando vio a sus espadas y sus cerezos silvestres lanzarse al mar. ¿Se hubiese lanzado él, años atrás? Recordaba como si fuese ayer su primer viaje en un barco grande. Había sido con Akame, de camino al primer torneo de ninjas en el que había participado. Donde había creado la famosa revista El Corazón Uzureño, entre otras cosas. Sonrió para sí al recordar aquellos tiempos, en los que su mayor preocupación era que le hubiesen jodido un polvo. Se dio cuenta enseguida que por aquel entonces ni de coña hubiese saltado. Se hubiese quedado en el comedor con una taza de chocolate bien calentita entre las manos y, si acaso, les hubiese deseado suerte al grupo desde la distancia. Probablemente hubiese fingido que se acababa de torcer un tobillo, o algo así.
¡Hasta sus clones, de saber crearlos por entonces, se hubiesen negado a saltar!
—Jo-der… —farfulló por lo bajo, cuando vio a sus veinticinco clones saltando al unísono tras el resto de uzujines, dispuestos a ayudar a cualquier pareja que lo necesitase—. Jo-der —volvió a decir para sí, cuando saltó sobre la barandilla y el agua le salpicó. Un relámpago hendió el cielo—. Joder, joder, joder, ¡JODER! —Volvió a gritar, cuando se dejó caer hacia la tormenta.
Porque saltó, claro que saltó.
Porque ahora no era Datsue el Intrépido, un apodo que por aquel entonces era de lo más sarcástico.
Ahora era Datsue el Rokudaime. Datsue el Sexto. Datsue... el Uzukage.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado