25/05/2022, 21:17
Ironías del destino, fue Uchiha Suzaku quien arrastró a su hermana al océano. Unidas por aquella cuerda del destino, saltaron desde la balaustrada del barco y las furiosas olas las recibieron en su mortal abrazo. Pero no llegaron a sumergirse. Como kunoichis que eran, como kunoichis de Uzushiogakure que eran, eran expertas en surcar las aguas de los remolinos. Y así, acumularon chakra en la planta de los pies y se alzaron victoriosas sobre las olas.
—¡Lo hemos hecho! —exclamó la pelirrosa, pletórica.
Pero entonces algo las golpeó por la espalda. Fue como el impacto de un martillo que le cortó la respiración a Suzaku y la empujó hacia delante. La pelirrosa manoteó y pataleó de forma salvaje, pero nada pudo hacer para evitar ser hundida. Pronto se vio rodeada de agua por todas partes y perdió la noción de dónde estaba arriba y dónde estaba abajo. ¡Y ni siquiera el chaleco le sirvió para regresar a la superficie! Llena de angustia y de terror, se llevó ambas manos a la boca, intentando contener el aire que se le escapaba. No sabía nadar. ¡No sabía nadar!
¡¡Iba a ahogarse en aquel condenado océano sin haber llegado siquiera a su destino!!
«Hermana...» ¡Umi! ¿Dónde estaba su hermana? ¡No alcanzaba a verla! ¿Se habría hundido ella también? Al menos ella sí sabía nadar...
Los pulmones le ardían. Comenzó a tragar agua y fue como si la apuñalaran el pecho desde dentro. Y cuando comenzó a perder cualquier atisbo de esperanza, algo tiró súbitamente de ella con fuerza. Suzaku rompió a toser violentamente en cuanto su cabeza surgió en la superficie y pudo volver a tomar aire. Volvía a estar de vuelta bajo a aquel cielo tormentoso, pero al menos ya no estaba bajo el mar.
—Gr... gracias... —murmuró, como buenamente pudo. Y entonces se dio cuenta de quiénes la habían ayudado: su hermana Umi y el Uzukage. O, más bien, cuatro Uzukages. ¿Había tragado demasiada agua salada o habría utilizado alguna técnica de clonación más avanzada? Fuera como fuese, a Suzaku le habría gustado inclinarse ante él en agradecimiento, pero aún tenía que recuperarse del momento que acababa de pasar. Y aún así...—. Te... Tenemos que llegar a la orilla... cuanto... antes... —musitó, empujando débilmente a su hermana.
—¡Lo hemos hecho! —exclamó la pelirrosa, pletórica.
Pero entonces algo las golpeó por la espalda. Fue como el impacto de un martillo que le cortó la respiración a Suzaku y la empujó hacia delante. La pelirrosa manoteó y pataleó de forma salvaje, pero nada pudo hacer para evitar ser hundida. Pronto se vio rodeada de agua por todas partes y perdió la noción de dónde estaba arriba y dónde estaba abajo. ¡Y ni siquiera el chaleco le sirvió para regresar a la superficie! Llena de angustia y de terror, se llevó ambas manos a la boca, intentando contener el aire que se le escapaba. No sabía nadar. ¡No sabía nadar!
¡¡Iba a ahogarse en aquel condenado océano sin haber llegado siquiera a su destino!!
«Hermana...» ¡Umi! ¿Dónde estaba su hermana? ¡No alcanzaba a verla! ¿Se habría hundido ella también? Al menos ella sí sabía nadar...
Los pulmones le ardían. Comenzó a tragar agua y fue como si la apuñalaran el pecho desde dentro. Y cuando comenzó a perder cualquier atisbo de esperanza, algo tiró súbitamente de ella con fuerza. Suzaku rompió a toser violentamente en cuanto su cabeza surgió en la superficie y pudo volver a tomar aire. Volvía a estar de vuelta bajo a aquel cielo tormentoso, pero al menos ya no estaba bajo el mar.
—Gr... gracias... —murmuró, como buenamente pudo. Y entonces se dio cuenta de quiénes la habían ayudado: su hermana Umi y el Uzukage. O, más bien, cuatro Uzukages. ¿Había tragado demasiada agua salada o habría utilizado alguna técnica de clonación más avanzada? Fuera como fuese, a Suzaku le habría gustado inclinarse ante él en agradecimiento, pero aún tenía que recuperarse del momento que acababa de pasar. Y aún así...—. Te... Tenemos que llegar a la orilla... cuanto... antes... —musitó, empujando débilmente a su hermana.