29/05/2022, 00:29
Así como los esquimales aprendían a diferenciar diferentes tonos del color blanco, por una mera cuestión de supervivencia, en Amegakure los habitantes adquirían tarde o temprano la capacidad de percibir diferentes tipos de lluvia. Tanto así que podían llegar a apreciar los cambios de estación e incluso fenómenos pluviales específicos.
Y aquel si que era un día de lluvia linda.
Un mensajero habría visitado la residencia de la familia, con la especifica intención de dejar en posesión de la kunoichi más joven de la vivienda un pergamino. Pergamino que no contenía otra cosa que información sobre su próximo trabajo. Tanto su padre como su madre estaban contentos de que la médica fuese invocada para realizar otro trabajo para la aldea, poco a poco su carrera iba tomando vuelo.
Vestida para la ocasión, con su equipamiento de servicio, su fiel espada en la cintura y su bandana que cargaba con orgullo, se manifestaría frente a la armería donde tenía que trabajar esa jornada. En su poder tenía la llave que había salido del pergamino la primera vez que lo abrió, y ahora tenía que aventurarse hacía el interior del lugar.
«Esta es la armería de Hirohito-san...»
Como si de un fantasma encapuchado se tratase, meditaría un segundo fuera de la tienda, revisando el perímetro del lugar.
Y aquel si que era un día de lluvia linda.
Un mensajero habría visitado la residencia de la familia, con la especifica intención de dejar en posesión de la kunoichi más joven de la vivienda un pergamino. Pergamino que no contenía otra cosa que información sobre su próximo trabajo. Tanto su padre como su madre estaban contentos de que la médica fuese invocada para realizar otro trabajo para la aldea, poco a poco su carrera iba tomando vuelo.
Vestida para la ocasión, con su equipamiento de servicio, su fiel espada en la cintura y su bandana que cargaba con orgullo, se manifestaría frente a la armería donde tenía que trabajar esa jornada. En su poder tenía la llave que había salido del pergamino la primera vez que lo abrió, y ahora tenía que aventurarse hacía el interior del lugar.
«Esta es la armería de Hirohito-san...»
Como si de un fantasma encapuchado se tratase, meditaría un segundo fuera de la tienda, revisando el perímetro del lugar.