29/05/2022, 00:41
No pudo evitar dejar escapar una ligera risa ante el comentario en broma del padre de Sayori. Y por supuesto asentiría con amabilidad ante la propuesta de visitar la tienda de sus progenitores.
—¡Estoy seguro de que disfrutará de su visita y le aseguro que estarán encantados de recibir un artesano tan hábil!
Aquel momento sin duda alguna era un autentico duelo de vendedores, la chica intentaba defenderse de las propuestas de negocio del tuerto y lanzar a su vez un poco de propaganda.
No pudo evitar escuchar los pasos de la escalera, pero cortésmente hizo su mejor esfuerzo de ignorarlos hasta que la kunoichi se decidiese a hacer acto de presencia. No tenía intención de forzar la sociabilidad de la recién conocida, no ese día al menos. Simplemente se mantuvo entretenida mirando las diferentes armas disponibles en aquella tienda.
Sayori se aproximó hasta su persona y le dedicó un saludo con la mano. La médica no podría evitar echar mano nuevamente a su libro de modales y contestar su saludo de la forma que mejor sabía, con una reverencia.
—Buenos días, Yuki-san. No te preocupes, recién llegaba.
Saludaría con una leve sonrisa en el rostro, bastante relajada.
—Si estás preparada. Guíame, por favor.
Contestaría a su pregunta.
—¡Gracias por recibirme en su tienda, Fubuki-san. Esperamos verlo por la armería Yamanouchi cualquier día!
Agregaría con una marcada sonrisa en el rostro, la sonrisa de vendedora, como le decían sus padres. Aún tenía que trabajar en esa mueca pero algún día iba a ganarle un cliente, estaba segura.
—¡Estoy seguro de que disfrutará de su visita y le aseguro que estarán encantados de recibir un artesano tan hábil!
Aquel momento sin duda alguna era un autentico duelo de vendedores, la chica intentaba defenderse de las propuestas de negocio del tuerto y lanzar a su vez un poco de propaganda.
No pudo evitar escuchar los pasos de la escalera, pero cortésmente hizo su mejor esfuerzo de ignorarlos hasta que la kunoichi se decidiese a hacer acto de presencia. No tenía intención de forzar la sociabilidad de la recién conocida, no ese día al menos. Simplemente se mantuvo entretenida mirando las diferentes armas disponibles en aquella tienda.
Sayori se aproximó hasta su persona y le dedicó un saludo con la mano. La médica no podría evitar echar mano nuevamente a su libro de modales y contestar su saludo de la forma que mejor sabía, con una reverencia.
—Buenos días, Yuki-san. No te preocupes, recién llegaba.
Saludaría con una leve sonrisa en el rostro, bastante relajada.
—Si estás preparada. Guíame, por favor.
Contestaría a su pregunta.
—¡Gracias por recibirme en su tienda, Fubuki-san. Esperamos verlo por la armería Yamanouchi cualquier día!
Agregaría con una marcada sonrisa en el rostro, la sonrisa de vendedora, como le decían sus padres. Aún tenía que trabajar en esa mueca pero algún día iba a ganarle un cliente, estaba segura.