3/06/2022, 16:21
Riendo de una manera chistosa, aunque ligeramente incomoda para el gusto de la kunoichi, el herrero negaría la interrogante que se le había hecho. Detendría su actividad durante un instante y avanzaría hacía el final de la sala invitando en el proceso a la médica para que se le sume, cosa que esta haría sin mayor dilación.
En la mente de la kunoichi todavía estaba barajándose una posible respuesta que aun no había llegado, pero realmente no tuvo mucho tiempo de reflexionar sobre la idea pues tras un corto paseo por el interior del edificio y después de quitarle el sello a una puerta con su respectiva llave, Hirohito explicaría de que iba la cuestión.
—Un acero definitivo...
Repitió quedándose con la idea marcada con hierro en la cabeza. Sin duda alguna era una forma bastante noble de justificar su trabajo de imitador, pero si eso lo llevaba a desarrollar un método superior al de todas las otras familias en la aldea. ¿Por qué no hacerlo?
Moguko no pudo evitar asentir con un gesto de su cabeza al comentario que haría el herrero con respecto a la guerra.
—Lo mejor que podemos hacer en un estado de guerra, es buscar finalizarlo de la manera más eficiente posible. Por el bien de todos.
Y tras decir eso no pudo evitar echar un vistazo a lo que había en aquel depósito, todo el metal que terminó como un mero ejercicio de prueba.
Se acercó hasta un barril y tomó un pedazo de armadura, un kabuto con algunas imperfecciones, lo sostuvo con sus manos protegidas por aquellos guantes blancos.
—¿Debería llevar algo como esto al campo de batalla si tuviese que ir a la guerra, no?
No pudo evitar consultar al veterano.
En la mente de la kunoichi todavía estaba barajándose una posible respuesta que aun no había llegado, pero realmente no tuvo mucho tiempo de reflexionar sobre la idea pues tras un corto paseo por el interior del edificio y después de quitarle el sello a una puerta con su respectiva llave, Hirohito explicaría de que iba la cuestión.
—Un acero definitivo...
Repitió quedándose con la idea marcada con hierro en la cabeza. Sin duda alguna era una forma bastante noble de justificar su trabajo de imitador, pero si eso lo llevaba a desarrollar un método superior al de todas las otras familias en la aldea. ¿Por qué no hacerlo?
Moguko no pudo evitar asentir con un gesto de su cabeza al comentario que haría el herrero con respecto a la guerra.
—Lo mejor que podemos hacer en un estado de guerra, es buscar finalizarlo de la manera más eficiente posible. Por el bien de todos.
Y tras decir eso no pudo evitar echar un vistazo a lo que había en aquel depósito, todo el metal que terminó como un mero ejercicio de prueba.
Se acercó hasta un barril y tomó un pedazo de armadura, un kabuto con algunas imperfecciones, lo sostuvo con sus manos protegidas por aquellos guantes blancos.
—¿Debería llevar algo como esto al campo de batalla si tuviese que ir a la guerra, no?
No pudo evitar consultar al veterano.