4/06/2022, 14:13
El herrero sentenció que la médica era demasiado nueva como para pisar un campo de batalla, que había gente antes en la lista para ese trabajo y que el suyo, al menos por ese día, era afrontar otra clase de tareas.
Seguidamente la invitaría a recorrer otra parte del edificio. Moguko dejaría nuevamente el casco reposando en el lugar donde lo había tomado, se sacudiría las manos y comenzaría a caminar con el hombre.
—Pero... Yo podría ser muy útil en ese lugar.
No pudo comentar, con esa maldita costumbre de creerse capaz de masticar mas de lo que realmente podía. La idea le venía dando vueltas en la cabeza desde hace un tiempo y ese momento no pudo evitar regar un poco la semilla que ya venía germinando.
En la nueva sala habría una gran alfombra de paja trenzada, incluso el espacio era lo suficientemente grande como para contenerla. La pared opuesta a la entrada tenía una exhibición de armaduras negras con un logo que se repetía tanto que la kunoichi no pudo evitar asociarlo con el propio herrero. Los ojos de la chica no paraban de brillar, todo le parecía espectacular.
—¡Me... encanta!
No pudo evitar dejar escapar el comentario mientras estiraba los brazos en un claro gesto de querer abarcar todo el material con sus brazos, haciendo una exhibición de sus sentimientos. No tardaría mas de un segundo en darse cuenta de lo que estaba haciendo y, respirando profundo, se cruzaría de brazos y procedería a acomodarse las gafas.
—Lo siento, me emocioné.
Se disculparía girándose en dirección al herrero.
—¿Sería posible para una ninja de mi rango acceder a una armadura de esta calidad?
La idea claramente había quedado guardada en su cabeza y no se iba a ir.
Seguidamente la invitaría a recorrer otra parte del edificio. Moguko dejaría nuevamente el casco reposando en el lugar donde lo había tomado, se sacudiría las manos y comenzaría a caminar con el hombre.
—Pero... Yo podría ser muy útil en ese lugar.
No pudo comentar, con esa maldita costumbre de creerse capaz de masticar mas de lo que realmente podía. La idea le venía dando vueltas en la cabeza desde hace un tiempo y ese momento no pudo evitar regar un poco la semilla que ya venía germinando.
En la nueva sala habría una gran alfombra de paja trenzada, incluso el espacio era lo suficientemente grande como para contenerla. La pared opuesta a la entrada tenía una exhibición de armaduras negras con un logo que se repetía tanto que la kunoichi no pudo evitar asociarlo con el propio herrero. Los ojos de la chica no paraban de brillar, todo le parecía espectacular.
—¡Me... encanta!
No pudo evitar dejar escapar el comentario mientras estiraba los brazos en un claro gesto de querer abarcar todo el material con sus brazos, haciendo una exhibición de sus sentimientos. No tardaría mas de un segundo en darse cuenta de lo que estaba haciendo y, respirando profundo, se cruzaría de brazos y procedería a acomodarse las gafas.
—Lo siento, me emocioné.
Se disculparía girándose en dirección al herrero.
—¿Sería posible para una ninja de mi rango acceder a una armadura de esta calidad?
La idea claramente había quedado guardada en su cabeza y no se iba a ir.