14/06/2022, 23:33
— Así es, Uzukage-sama. —Respondió Neiru humildemente a Datsue cuando mencionó la técnica que había utilizado—. Como usted ordene. Subiremos a reconocer el terreno.
Luego de una profunda reverencia, Neiru se giró a su subordinada y le sonrió.
— ¿Lista, Hana? —Le dijo, antes de ascender dos metros. Pero una vez subió esa altura, pareció ver algo que no le gustó nada—. Espera aquí.
Natsu y Hayato pudieron ver como, cuando apenas llevaban unos metros de ascenso, Neiru empezó a flotar justo por encima de ellos, de brazos cruzados.
— Partiremos a la señal de Uzukage-sama. —Les repitió.
Uzukage-sama no les había dado la señal.
Luego de avisarle a Hana con un ademán con la cabeza, ambas empezaron a flotar hacia arriba. Todos allí sabían que tardarían mucho en subir, al fin y al cabo había medio kilómetro de subida, pero a la velocidad a la que iban... (Agilidad 60) probablemente no les tomaría demasiado tiempo a ellas en particular.
En la cima, Hana no vio nada extraño. El claro estaba completamente despejado y frente al portón del gran fuerte que era ahora la Villa de las Aguas Termales, solo había un guardia que asintió a Neiru para avisarle de que todo estaba en orden. El plan estaba en marcha.
Hayato, que había tomado un botiquín de primeros auxilios de la armería de Uzushiogakure, estuvo aprendiendo y estudiando todo lo que este llevaba dentro mientras el resto tenía tiempo para prepararse, mentalizarse, descansar e incluso charlar entre sí si querían durante los 10 minutos que tardaron Neiru y Hana en subir y bajar.
— Todo está en orden, Uzukage-sama. —Informó, arrodillándose frente a Datsue—. Nuestro infiltrado está en su posición, esperando por nuestra llegado. Su ejército espera órdenes, Uzukage-sama.