19/06/2022, 01:13
— Es la hora.
Solo tres palabras fueron necesarias para que los uzujin se preparasen. Todos, o casi todos, se colocaron frente al enorme acantilado, en silencio. Mientras estuviesen allí abajo, en la costa, no tendrían ningún problema con hablar y hacer algo de ruido, pero si empezaban a escalar y alguien los escuchaba... bueno. Los capitanes ya habían explicado a sus escuadrones lo que sucedería si perdían el factor sorpresa.
Mucho más animada que muchos, Suzaku fue de las primeras en empezar a subir, no sin antes comprobar que la kunai y el hilo eran suficiente para mantenerla segura. Por suerte, la Uchiha se dio cuenta rápidamente de que sí, lo tenía mucho más fácil que en el agua. También se dio cuenta entonces de que su hermana se había quedado atrás. Podía esperarla si así lo deseaba, pero el resto de ninjas definitivamente no se quedarían a hacer lo mismo.
Para Hana escalar era literalmente un paseo. Simplemente tenía que ascender y... ya. No era especialmente cansado, tampoco. Su única preocupación era seguir las órdenes de Datsue de vigilar al resto de ninjas mientras subían, aunque con su Fuerza probablemente podría hacer poco para atrapar a alguien.
Datsue decidió esperar a ser de los últimos en empezar a escalar, quedándose detrás por si algo sucedía. Por suerte, ninguno de sus ninjas se precipitó al vacío, aunque el ritmo al que avanzaban era bastante lento en relación a lo que habían tardado Hana y Neiru antes. Escalar un acantilado, aparentemente, costaba mucho más que simplemente volar.
Tardaron aproximadamente un cuarto de hora en escalar por completo el acantilado, a excepción de los más rezagados, que llegaron dos minutos más tarde respecto a los demás. Una vez arriba, se encontraron todos con un claro completamente despejado. No había sitio para esconderse y frente a ellos, a decenas de metros, se erigía un enorme muro con un portón guardado por una única persona que lo vigilaba en el frente.
El guardia esperaba una señal por parte del Uzukage, mientras Neiru sobrevolaba la zona justo encima suyo con cuidado, analizando la situación por si había algún guardia escondido o una emboscada esperándolos. Estaban completamente expuestos en el claro, pero aún así, no pareció encontrar nada extraño. Todo parecía estar tranquilo.
¿Quizás demasiado tranquilo?
Solo tres palabras fueron necesarias para que los uzujin se preparasen. Todos, o casi todos, se colocaron frente al enorme acantilado, en silencio. Mientras estuviesen allí abajo, en la costa, no tendrían ningún problema con hablar y hacer algo de ruido, pero si empezaban a escalar y alguien los escuchaba... bueno. Los capitanes ya habían explicado a sus escuadrones lo que sucedería si perdían el factor sorpresa.
Mucho más animada que muchos, Suzaku fue de las primeras en empezar a subir, no sin antes comprobar que la kunai y el hilo eran suficiente para mantenerla segura. Por suerte, la Uchiha se dio cuenta rápidamente de que sí, lo tenía mucho más fácil que en el agua. También se dio cuenta entonces de que su hermana se había quedado atrás. Podía esperarla si así lo deseaba, pero el resto de ninjas definitivamente no se quedarían a hacer lo mismo.
Para Hana escalar era literalmente un paseo. Simplemente tenía que ascender y... ya. No era especialmente cansado, tampoco. Su única preocupación era seguir las órdenes de Datsue de vigilar al resto de ninjas mientras subían, aunque con su Fuerza probablemente podría hacer poco para atrapar a alguien.
Datsue decidió esperar a ser de los últimos en empezar a escalar, quedándose detrás por si algo sucedía. Por suerte, ninguno de sus ninjas se precipitó al vacío, aunque el ritmo al que avanzaban era bastante lento en relación a lo que habían tardado Hana y Neiru antes. Escalar un acantilado, aparentemente, costaba mucho más que simplemente volar.
Tardaron aproximadamente un cuarto de hora en escalar por completo el acantilado, a excepción de los más rezagados, que llegaron dos minutos más tarde respecto a los demás. Una vez arriba, se encontraron todos con un claro completamente despejado. No había sitio para esconderse y frente a ellos, a decenas de metros, se erigía un enorme muro con un portón guardado por una única persona que lo vigilaba en el frente.
El guardia esperaba una señal por parte del Uzukage, mientras Neiru sobrevolaba la zona justo encima suyo con cuidado, analizando la situación por si había algún guardia escondido o una emboscada esperándolos. Estaban completamente expuestos en el claro, pero aún así, no pareció encontrar nada extraño. Todo parecía estar tranquilo.
¿Quizás demasiado tranquilo?