1/07/2022, 14:29
El cuchillo de la médica fue repelido con suma facilidad, lo cual realmente no podría ser una sorpresa para nadie. Ni Moguko era muy diestra con las armas en aquel punto de su carrera ni Sayori era tan mediocre como para caer por un truco tan poco desarrollado.
La interrogante no pudo evitar dibujar una ligera sonrisa en el rostro de la kunoichi, por supuesto que iban a seguir, a fin de cuentas ella también se lo estaba pasando bien. Quitar la nariz de sus pergaminos y tener un encuentro, de práctica quizás, pero real; realmente le hacía bien.
—¡Ni lo dudes!
Diría tirando del hilo que había amarrado al anillo metálico de la kunai para traerla hacía ella nuevamente. Estaba mas que dispuesta a continuar su combate de mentiritas con la antisocial Yuki.
Pero, cuando el cuchillo se encontraba en medio del aire volviendo hasta su portadora, un violento sonido zumbante resonaría en la cercanía. La silueta circular de un arma arrojadiza de gran tamaño se manifestaría desde la espesura de la niebla atravesaría el campo visual de ambas chicas.
El hilo metálico supondría nula resistencia al impacto de la Dai-shuriken que ahora se encontraría clavada entre las genin.
—¿Qué... significa esto?
Moguko no pudo evitar desviar su mirada hacía la dirección de donde la pieza de armamento hacía venido.
—¿Esto... es una técnica tuya?
Interrogó a Sayori, no entendía nada de lo que estaba sucediendo.
La interrogante no pudo evitar dibujar una ligera sonrisa en el rostro de la kunoichi, por supuesto que iban a seguir, a fin de cuentas ella también se lo estaba pasando bien. Quitar la nariz de sus pergaminos y tener un encuentro, de práctica quizás, pero real; realmente le hacía bien.
—¡Ni lo dudes!
Diría tirando del hilo que había amarrado al anillo metálico de la kunai para traerla hacía ella nuevamente. Estaba mas que dispuesta a continuar su combate de mentiritas con la antisocial Yuki.
Pero, cuando el cuchillo se encontraba en medio del aire volviendo hasta su portadora, un violento sonido zumbante resonaría en la cercanía. La silueta circular de un arma arrojadiza de gran tamaño se manifestaría desde la espesura de la niebla atravesaría el campo visual de ambas chicas.
El hilo metálico supondría nula resistencia al impacto de la Dai-shuriken que ahora se encontraría clavada entre las genin.
—¿Qué... significa esto?
Moguko no pudo evitar desviar su mirada hacía la dirección de donde la pieza de armamento hacía venido.
—¿Esto... es una técnica tuya?
Interrogó a Sayori, no entendía nada de lo que estaba sucediendo.