14/07/2022, 16:44
Las esferas de fuego volaron raudas hacia sus atacantes. Dos impactaron en la kunoichi que estaba atacando a Hana, tirándola al suelo y ofreciéndole a su compañera una oportunidad de oro; otra le dio en el pecho a uno de los shinobi que estaba emergiendo del suelo; pero el otro se echó al suelo para evitarla y el espadachín simplemente ladeó la cabeza en un gesto insultantemente fácil. El fuego apenas le rozó la mejilla.
—No permitiremos que interrumpáis el combate de Raiden-sama —declaró, apuntándolas con la uchigatana que enarbolaba—. Moriréis aquí.
—¿Quién narices es ese Raiden-sama? —preguntó Suzaku, su interrogante mezclado con cierto gesto burlón. En realidad era verdad que no tenía ni idea de quién era ese tal Raiden, pero al mismo tiempo se estaba recreando en su propia ignorancia. Llamaban a Raiden de -sama, por lo que debía de ser alguien importante. Quizás tan importante para ellos como lo era el Uzukage para los de la Alizana. Así que confiaba en irritarle al demostrarle que no tenía ni idea de quién estaba hablando.
—¡SUZAKU POR LA MADRE QUE TE PARIÓ, CORTA LA PUÑETERA CUERDA! —la voz de su hermana la devolvió a la realidad.
—¡Ups! —Con un movimiento de muñeca, Suzaku desenvainó su propia kodachi y, agarrándola con ambas manos, se apresuró a cortar la cuerda que aún las unía.
Pero entonces uno de los shinobi emergidos del suelo entrelazó las manos mientras su compañero echaba a correr hacia Hana. Suzaku se disponía a salir despedida para ayudarla cuando un violento temblor bajo sus pies la hizo tambalearse.
—¿Pero qué...?
Frente a sus estupefactos ojos, la tierra a ambos flancos se resquebrajó y se alzó de repente, arrinconándolas a las tres kunoichi entre aquellas dos nuevas paredes, inclinadas en forma de V a modo de cañón artificial.
—¡Tened cuidado! Intentemos aguantar de momento y pelead con precaución.
—¡Ya lo has oído, Umi!
Y entonces la luna se oscureció sobre sus cabezas. Suzaku alzó la cabeza de inmediato y su Sharingan registró el movimiento en caída del espadachín, que se cernía sobre ella para cortarla de arriba a abajo. La pelirrosa no dudó ni un instante. Sabía dónde iba a caer con precisión milimétrica, por lo que rodó hacia un lado en el momento justo del impacto. Al incorporarse, volvió a girar la muñeca con la que enarbolaba su propia espada. Reflejó la luz de la luna en su filo y potenció esa luz con su propio chakra para cegar momentáneamente al espadachín. Unos segundos que aprovecharía para intentar apuñalarle con la kodachi en el abdomen (12 PV/corte superficial, 18 PV/corte, 25 PV/penetración).
—No permitiremos que interrumpáis el combate de Raiden-sama —declaró, apuntándolas con la uchigatana que enarbolaba—. Moriréis aquí.
—¿Quién narices es ese Raiden-sama? —preguntó Suzaku, su interrogante mezclado con cierto gesto burlón. En realidad era verdad que no tenía ni idea de quién era ese tal Raiden, pero al mismo tiempo se estaba recreando en su propia ignorancia. Llamaban a Raiden de -sama, por lo que debía de ser alguien importante. Quizás tan importante para ellos como lo era el Uzukage para los de la Alizana. Así que confiaba en irritarle al demostrarle que no tenía ni idea de quién estaba hablando.
—¡SUZAKU POR LA MADRE QUE TE PARIÓ, CORTA LA PUÑETERA CUERDA! —la voz de su hermana la devolvió a la realidad.
—¡Ups! —Con un movimiento de muñeca, Suzaku desenvainó su propia kodachi y, agarrándola con ambas manos, se apresuró a cortar la cuerda que aún las unía.
Pero entonces uno de los shinobi emergidos del suelo entrelazó las manos mientras su compañero echaba a correr hacia Hana. Suzaku se disponía a salir despedida para ayudarla cuando un violento temblor bajo sus pies la hizo tambalearse.
—¿Pero qué...?
Frente a sus estupefactos ojos, la tierra a ambos flancos se resquebrajó y se alzó de repente, arrinconándolas a las tres kunoichi entre aquellas dos nuevas paredes, inclinadas en forma de V a modo de cañón artificial.
—¡Tened cuidado! Intentemos aguantar de momento y pelead con precaución.
—¡Ya lo has oído, Umi!
Y entonces la luna se oscureció sobre sus cabezas. Suzaku alzó la cabeza de inmediato y su Sharingan registró el movimiento en caída del espadachín, que se cernía sobre ella para cortarla de arriba a abajo. La pelirrosa no dudó ni un instante. Sabía dónde iba a caer con precisión milimétrica, por lo que rodó hacia un lado en el momento justo del impacto. Al incorporarse, volvió a girar la muñeca con la que enarbolaba su propia espada. Reflejó la luz de la luna en su filo y potenció esa luz con su propio chakra para cegar momentáneamente al espadachín. Unos segundos que aprovecharía para intentar apuñalarle con la kodachi en el abdomen (12 PV/corte superficial, 18 PV/corte, 25 PV/penetración).