1/08/2022, 16:57
Off: Reiji, no leas este post.
La luchadora entrecerró los ojos mirando a Umi, que sonreía con los dos luceros carmesí del Sharingan clavados en ella. De pronto, la ninja de Kurama se dio cuenta de que en realidad no podía moverse. A sus pies, dos serpientes de color granate escalaban por sus tobillos, aparentemente habiendo excavado desde debajo de la tierra. una tercera dobló por su cintura y reptó por debajo de su ropa, acariciando su piel. El beso de las frías escamas iba entumeciendo cada centímetro de tejido por el que cruzaba, provocando una sensación de hormigueo similar a la de cuando un pie se duerme. Era insoportable.
La serpiente miró a los ojos de la luchadora durante diez largos segundos. Abrió la boca y descendió, hasta que hundió en su cuello cuatro largos colmillos. Primero, un intenso dolor. Luego, la sensación de la boca dormida, las babas cayendo por la barbilla y la lengua retrocediendo hasta la garganta. Más tarde, el ahogo, y finalmente, la oscuridad.
«¿Cómo es posible?», le dijo su propia voz, en la oscuridad. «¡Esta mujer es... demasiado fuerte para mí! ¡Todo lo que he entrenado no ha servido para nada!»
«Cualquier esfuerzo es inútil.»
«Cualquier esfuerzo es inútil.»
«Duele.»
«Duele.»
«Duele.»
«Duele.»
«Duele.»
«Duele.»
«Duele.»
«Duele.»
Fuera del Genjutsu, Umi trataba de ganar tiempo. Mantenía la concentración para inmovilizar al adversario, con la esperanza de que algún compañero rematase o consiguiera capturarla tras acabar con sus propios horrores.
La luchadora entrecerró los ojos mirando a Umi, que sonreía con los dos luceros carmesí del Sharingan clavados en ella. De pronto, la ninja de Kurama se dio cuenta de que en realidad no podía moverse. A sus pies, dos serpientes de color granate escalaban por sus tobillos, aparentemente habiendo excavado desde debajo de la tierra. una tercera dobló por su cintura y reptó por debajo de su ropa, acariciando su piel. El beso de las frías escamas iba entumeciendo cada centímetro de tejido por el que cruzaba, provocando una sensación de hormigueo similar a la de cuando un pie se duerme. Era insoportable.
La serpiente miró a los ojos de la luchadora durante diez largos segundos. Abrió la boca y descendió, hasta que hundió en su cuello cuatro largos colmillos. Primero, un intenso dolor. Luego, la sensación de la boca dormida, las babas cayendo por la barbilla y la lengua retrocediendo hasta la garganta. Más tarde, el ahogo, y finalmente, la oscuridad.
«¿Cómo es posible?», le dijo su propia voz, en la oscuridad. «¡Esta mujer es... demasiado fuerte para mí! ¡Todo lo que he entrenado no ha servido para nada!»
«Cualquier esfuerzo es inútil.»
«Cualquier esfuerzo es inútil.»
«Duele.»
«Duele.»
«Duele.»
«Duele.»
«Duele.»
«Duele.»
«Duele.»
«Duele.»
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Fuera del Genjutsu, Umi trataba de ganar tiempo. Mantenía la concentración para inmovilizar al adversario, con la esperanza de que algún compañero rematase o consiguiera capturarla tras acabar con sus propios horrores.