5/08/2022, 23:33
Por suerte o por desgracia, la chica no parecía dispuesta a compartir una palabra de más con el peliblanco. La triste sonrisa del albino desapareció parcialmente de su rostro para cuando la chica contestó. Sus intenciones eran claras, iba a matarlo, y eso era irrefutable. Ni en el propio "más allá" estaría a salvo de ella.
«Bueno —pensó—. Al final tendré que pelear y todo.»
La kunoichi se iluminó como un centenar de anguilas en un cubo de playa, y poco después creo una especie de clon suyo. Obviamente no era un clon cualquiera, pues hasta las técnicas más basicas de clonación recreaban reflejos más leales; no había que ser todo un experto para ver que esa imagen de la chica desprendía una luz y una presencia muy raras.
Para cuando quiso darse cuenta, no había tiempo para fumarse ese ansiado cigarrillo. Esa acción deseada no había quedado en más que eso, un efímero deseo que no llegaría a cumplirse. Al menos por el momento.
El clon de la chica tomó la carrera hacia el albino, sin titubear un solo segundo. Decidida, se batía en duelo directo. El chico arrugó entre tanto el paquete de cigarrillos, con la amarga sonrisa a medio dibujar, manteniéndose en el mismo sitio. La sombra del Yomi recortó la distancia y se decidió por lanzar un golpe directo con su diestra en el rostro del chico. Para ese entonces, el chico habría tomado la decisión más sensata: dar un leve salto hacia detrás. No sabía de qué era capaz esa técnica, y no tenía el tiempo ni el humor necesarios para probarla.
En el mismo salto, el chico lazaría el paquete de cigarrillos arrugado al clon de la chica, directo al rostro. Tras la distracción, con su diestra bien firme y alzada en dirección al susodicho clon, lanzaría el pequeño y sarcastico grito de guerra: —¡Bang!
Una diminuta pero feroz esfera de fuego saldría desde el dedo indice del chico, trazando una linea de fuego que culminará en el impacto contra el torso del clon (20 PV).
Con un poco de suerte, ya se habría librado del molesto clon. O al menos eso pensó el Senju...
«Bueno —pensó—. Al final tendré que pelear y todo.»
La kunoichi se iluminó como un centenar de anguilas en un cubo de playa, y poco después creo una especie de clon suyo. Obviamente no era un clon cualquiera, pues hasta las técnicas más basicas de clonación recreaban reflejos más leales; no había que ser todo un experto para ver que esa imagen de la chica desprendía una luz y una presencia muy raras.
Para cuando quiso darse cuenta, no había tiempo para fumarse ese ansiado cigarrillo. Esa acción deseada no había quedado en más que eso, un efímero deseo que no llegaría a cumplirse. Al menos por el momento.
El clon de la chica tomó la carrera hacia el albino, sin titubear un solo segundo. Decidida, se batía en duelo directo. El chico arrugó entre tanto el paquete de cigarrillos, con la amarga sonrisa a medio dibujar, manteniéndose en el mismo sitio. La sombra del Yomi recortó la distancia y se decidió por lanzar un golpe directo con su diestra en el rostro del chico. Para ese entonces, el chico habría tomado la decisión más sensata: dar un leve salto hacia detrás. No sabía de qué era capaz esa técnica, y no tenía el tiempo ni el humor necesarios para probarla.
En el mismo salto, el chico lazaría el paquete de cigarrillos arrugado al clon de la chica, directo al rostro. Tras la distracción, con su diestra bien firme y alzada en dirección al susodicho clon, lanzaría el pequeño y sarcastico grito de guerra: —¡Bang!
Una diminuta pero feroz esfera de fuego saldría desde el dedo indice del chico, trazando una linea de fuego que culminará en el impacto contra el torso del clon (20 PV).
Con un poco de suerte, ya se habría librado del molesto clon. O al menos eso pensó el Senju...