18/08/2022, 23:24
—Sobrevivid.
Cerró los ojos, mientras su cuerpo se precipitaba en una caída libre de quinientos metros de altura. La oscuridad engulló su mundo, al mismo tiempo que los gritos y los rugidos de los suyos se oían cada vez más lejos, eclipsados por el silbido del viento pitando en sus oídos y…
… otras voces. Ecos del pasado que reverberaban en su pecho.
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—Tal y como pinta la cosa, nos vamos a ver todos en batallas y situaciones que sin duda van a sobrepasar nuestras capacidades, o por lo menos las mías. Si muero, necesito saber que alguien va a tomar mi relevo, y que van a hacer que mi madre esté a salvo.
—No hubiese dejado en la estacada a tu madre ni aunque no me lo pidieses. Si mueres, alguien tomará tu relevo. Y eso, es una promesa.
«Soy un necio. Tú tuviste mejor visión que yo, Hayato. Y por lo único que pudo convencerte fue por mi labia y mis promesas vacías»
—Los tipos de negocio solo dan la mano para sellar un trato, o para despedirse. Y yo pienso volver.
«Te dejé subir a ese barco, Hayato. Aún cuando sabía que muy posiblemente te equivocabas, que las probabilidades estaban en tu contra. Perdóname»
—No... ¡No tengo miedo, Uzukage-sama! ¡Me hice kunoichi para proteger a mi hermana, y también al resto de la aldea! ¡Confío en usted y por eso no tengo miedo!
—Hanabi me dijo una vez: Datsue, tú tienes que estar para la villa; y la villa tiene que estar para ti. Suzaku, tú eres mi ninja. Mi kunoichi. Mi espada. Pero yo también soy tu escudo. Tu Uzukage. No puedo pedirte que luches por mí, por esta villa, contra la mayor amenaza de Ōnindo y después no estar para ti. No se hable más al respecto. Volveremos a vernos y hablar del asunto. Te lo prometo.
«Otra falsa promesa. No deberías confiar en mí, Suzaku. No te conté la verdad, porque te necesitaba aquí. No… no deberías confiar en un Kage que manda a genins recién salidos de la academia a una guerra. Lo siento. Lo siento».
—Yo... no soy fuerte como tú, no soy valiente como Ranko, no soy inteligente como Eri... Realmente estos meses, pensaba que no tenía sentido alguno intentarlo, ¿sabes? Pero entonces me di cuenta de lo que de verdad da miedo.
»Me da miedo que algún día seáis solo nombres que alguien anuncia.
«Hana, yo…»
—G-gracias, Datsue. Cuida de la villa, ¿vale?
—Hana… Lo haré —le prometió.
«… lo siento»
—¡¡Te llamaste escudo!! ¡¡Pero les estás mintiendo a todos!! ¡¡Nosotros somos tú escudo humano!! Si no, ¡¡no enviarías a una niña a la guerra!!
«Tenías razón… Yo… Todavía estoy lejos. Lejos de poder cargar con todo, de protegeros a todos».
—¿Qué escondes ahí?
—Una ilustración que encontré en un templo oculto en el Bosque de la Hoja. ¿Te das cuenta? Nosotros tan solo conocemos los resquicios, ¡todavía estamos lejos! Mira, fíjate en la estructura. ¿Ves ese diamante? ¿Lo que le brota de la espalda? Según lo que pude averiguar en antiguas canciones y versos, hubo un Uchiha de leyenda que logró dominarlo. El poder definitivo. El poder para protegerlos a todos.
—O quizá tan solo es eso, un mito. Un cuento para entretener a los niños. Una ilusión para alimentar la ambición de los mayores.
—Una ilusión, ¿hmm? Pero dime, Hermano. ¿Qué somos nosotros, sino los amos del ilusionismo?
«Oh, sí. Yo soy el dios del ilusionismo, pero porque siempre termino engañándolos a todos. Soy una estafa. Soy un fraude»
—¡Mis shinobis! ¡Mis kunoichis! ¡No habrá bijūdama ni jutsu en la faz de Ōnindo al que permita entrar en nuestros muros! Yo, Uchiha Datsue, Hijo del Desierto y Rokudaime Uzukage, bajo la atenta mirada de Sarutobi Hanabi y de Uzumaki Shiona allá en el cielo, en el día de mi nombramiento, os prometo una sola cosa: ¡SERÉ VUESTRO ESCUDO!
«No debí llenaros de tantas promesas. ¡LosientolosientolosientolosientolosientoLO SIENTO!»
—¿...que lo sientes? ¿¡Que lo sientes!? ¿¡Crees que basta con sentirlo, Uchiha Datsue!? No que basta, ¿¡crees que sirve de algo!?
—¡Cumplimos nuestra parte del trato! ¡Estamos siendo tus espadas!
—¿¡Dónde estás tú!?
—¡¿Y nuestro escudo?!
—¡¡¡ROKUDAIME-SAMA!!!
—¡¡¡ROKUDAIME-SAMA!!!
—¡¡¡ROKUDAIME-SAMA!!!
• • •
«Mis shinobis, mis kunoichis...»
Su corazón se agitó con fuerza, bombeando sangre por los ríos azules y verdes de su cuerpo hasta llegar al mar que eran sus ojos. Sus orbes derramaron lágrimas carmesíes, y de su espalda brotaron dos majestuosas alas, que batieron el aire y le hicieron remontar el vuelo.
«… os ordeno vivir».
Una corriente eléctrica y pura, de color morado, rodeó sus brazos produciendo el sonido de dos mil pájaros chirriantes. La cantidad de chakra Raiton era tan alta y pura, que tratar de contenerla era como intentar contener un rayo en una botellita de cristal. Los diminutos relámpagos se desbordaban, dañando su piel y músculos. Pero cuando alcanzó la cima gracias a sus alas, eso dejó de importarle.
En un segundo, su Mangekyō Sharingan analizó el campo de batalla. Sus seres queridos, sus protegidos, sus ninjas, libraban una encarnizada batalla contra los ninjas de Kurama. Muchos vencían. Algunos resistían a duras penas. Otros, estaban al borde de la muerte. Empezó a formar un mapa mental, con un recorrido en zigzag, y…
Y entonces, escuchó el trueno.
Y entonces, vio la Bijūdama.
Y entonces, lo supo. Supo que era el momento de cumplir con su jodida promesa.
—¡¡Rokudaime Uzukage… Shiki Raikiri!!
Se oyeron dos estruendos, como un cañón al ser disparado y la bala al impactar en el objetivo. El primero de ellos al pie del acantilado, el segundo, apenas una milésima de segundo después, frente a Uchiha Umi. El Raikiri del brazo derecho de Datsue había atravesado con limpieza el cuello de la kunoichi a la que se enfrentaba, un blanco inmóvil, fácil. La cabeza de la enemiga giró sobre sí misma en el aire a una velocidad vertiginosa, lanzando regueros de sangre, mientras su cuerpo separado se tambaleaba con movimientos erráticos. Antes de que cayese al suelo, Uchiha Datsue ya no estaba.
¡BAM!
Otro trueno. La sombra morada en la que se había convertido Datsue continuó su avance, con los brazos en perpendicular a su cuerpo, rebanando los pescuezos de dos ninjas de Kurama que se encontraban uno al lado del otro.
¡BAM!
Al fin, llegó a donde quería. Su cuerpo se deslizó por el barro a una velocidad vertiginosa, con un brazo del Raikiri cortando la tierra para frenarse y el otro alzado para segar la Flecha Atronadora de Raijin. Y entonces volvió a ejecutar el movimiento desde el otro lado. Y desde el otro. Y desde el otro. La flecha avanzaba a decenas de kilómetros por hora, pero él era la jodida luz. No fue hasta que impactó en ella por diez puntos distintos, despedazándola como una trituradora haría con el papel, que se escucharon los diez estruendos.
¡BambambambambambambambamBAMBAM!
El mismísimo sonido se desplazaba más lento que él. Tomó impulso, y el canto de su mano rebanó un trozo de la superficie de la bijūdama en movimiento. Sus pies derraparon en el suelo, levantando una ola de lodo, y saltó de nuevo para repetir el movimiento. ¡Tac, tac, tac, tac! Como si estuviese cortando un ajo.
En el último impulso, saltó con los brazos por delante y el cuerpo en horizontal, girando como una espiral que impactó de lleno en la empequeñecida esfera de energía y la hizo reventar en un inofensivo pero sonoro estallido cual globo de agua.
¡BAM!
Se oyó de nuevo el trueno, pero Datsue ya se encontraba lejos, pasando a toda velocidad entre Hana y un ninja que trataba de apresarle el pescuezo. Cuando Hana pudo ver a Datsue en un parpadeo, aterrizando en el suelo, el brazo del ninja que había rozado su cuello se encontraba separado del tronco del hombre. Del orificio que había dejado en su lugar salía sangre a chorros.
¡BAM!
Pero Datsue ya no se encontraba allí, ni tampoco al lado del espadachín que había atacado a Hana y que de pronto se encontraba con el vientre abierto y las tripas desparramándose fuera. No, Datsue se encontraba frente a Ushi, rebanándole las manos de dos limpios movimientos simultáneos con su Raikiri. Había usado aquellas manos para amenazar a sus ninjas con la Flecha Atronadora, y ahora debía pagar el precio.
¡BAM!
No, tampoco estaba allí, sino a la espalda de Mochi, realizando un corte profundo en sus corvas. No quería matarle. Le era de más utilidad vivo.
Su último movimiento no fue para Raiden, sino para Suzaku. Había visto que la joven kunoichi se estaba desenvolviendo bien en el campo de batalla, pero que estaba profundamente herida. Apareció a la espalda del contrincante espadachín tras un sonoro estruendo, y su diestra atravesó limpiamente la caja torácica de este. Su mano traspasó el pecho apresando el corazón todavía palpitante del adversario, y luego lo apretó bajo su horror, estrujándolo como una pieza de limón.
Desde el primer golpe hasta el último apenas pasaron unos pocos segundos, y fue en ese momento cuando su técnica sacó a relucir su segundo apodo. Porque, fue entonces, cuando ya hubo terminado, que se escucharon los llantos atronadores de sus víctimas. Pudieron ser más. Muchos más. Pero había demasiados aliados entre los enemigos y Datsue había sido comedido para evitar el fuego amigo.
Sacó la mano del cadáver —aunque el espadachín todavía no supo que era uno hasta segundos después—, y una terrible losa cayó sobre sus hombros y pulmones. El precio a pagar. Había derrochado una cantidad ingente de chakra y ahora apenas era capaz de mantenerse en pie. Se tambaleó, y tuvo que apoyar las manos en las rodillas tratando de inspirar un aire que se le antojaba demasiado escaso.
—¿¡Pensabas... sacrificarlos... a todos, Raiden!? —rugió, sin aliento—. ¡ME... DAS... ASCO!
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado