24/08/2022, 00:55
La estrategia del Senju culminó con satisfactoria recompensa. Frente a él, a poca distancia, el clon recibió de lleno el impacto de la esfera incandescente que acababa de lanzar. Hasta ahí al menos, todo había salido según lo planeado. Pero realmente, el peliblanco pensó que con ese eficaz golpe se habría quitado de en medio a ese molesto clon, y sin embargo no ocurrió así. De hecho, la queja, la mirada, el efímero sufrimiento... todo parecía haberse reflejado en la cara de la ejecutora del jutsu azulado. Siete no pudo evitar arquear una ceja, intrigado por esa curiosa técnica. De haber tenido la oportunidad, seguro le habría preguntado. Como mínimo, sentía curiosidad de cómo funcionaba, aunque tenía una pequeña y ligera sospecha.
«¡Vamos allá!»
Era evidente que se avecinaba el contraataque. La chica, apenas recibido el impacto del Senju, lanzó a su clon en una patada directa hacia el estómago del shinobi. Hayato reaccionó anteponiendo su tibia, alzando su pierna en la trayectoria a la de su antagonista. Pero no hubo tiempo para respirar, como si se tratase de una coreografía relativamente practicada, la kunoichi real se abalanzó en un puñetazo contra el flanco del mismo. Apenas zafado del primero impacto, y en lo que volvía a posicionar su pierna en el suelo, Siete antepondría su antebrazo diestro al puñetazo, bloqueando nuevamente la acometida del copo de nieve.
Un tremendo y ensordecedor ruido vapuleó todo cuanto abarcaba su vista, o sus oídos. Allá arriba, la cosa parecía estar a un nivel mucho mayor al que podía vivir el genin allá abajo. Tanto fue así, que la especie de trueno que se movía sobre sus cabezas trató de mediar en el conflicto. Pero no podía, en el fragor de la guerra, esos dos shinobis se estaban enfrentando a muerte, y no podían dejarse influenciar por otra cosa que no fuese salvar la vida.
Siete tomó fuerza, tanta como tenía, y terminaría de desviar el puñetazo de la kunoichi hacia su interior. Aprovecharía el movimiento para rotar sobre sí mismo avanzando hacia la chica, aprovechando el recorrido de su brazo. Daría la vuelta y con la diestra cargada con una esfera de chakra puro que giraba a toda velocidad, trataría de estampar la mano contra la señorita copo (50 PV). Si todo salía bien, podría estampar a la chica contra su propio clon. Si todo salía bien, el combate podría hasta estar decidido, pues un buen rassengan a veces marca la diferencia.
«¡Vamos allá!»
Era evidente que se avecinaba el contraataque. La chica, apenas recibido el impacto del Senju, lanzó a su clon en una patada directa hacia el estómago del shinobi. Hayato reaccionó anteponiendo su tibia, alzando su pierna en la trayectoria a la de su antagonista. Pero no hubo tiempo para respirar, como si se tratase de una coreografía relativamente practicada, la kunoichi real se abalanzó en un puñetazo contra el flanco del mismo. Apenas zafado del primero impacto, y en lo que volvía a posicionar su pierna en el suelo, Siete antepondría su antebrazo diestro al puñetazo, bloqueando nuevamente la acometida del copo de nieve.
Un tremendo y ensordecedor ruido vapuleó todo cuanto abarcaba su vista, o sus oídos. Allá arriba, la cosa parecía estar a un nivel mucho mayor al que podía vivir el genin allá abajo. Tanto fue así, que la especie de trueno que se movía sobre sus cabezas trató de mediar en el conflicto. Pero no podía, en el fragor de la guerra, esos dos shinobis se estaban enfrentando a muerte, y no podían dejarse influenciar por otra cosa que no fuese salvar la vida.
Siete tomó fuerza, tanta como tenía, y terminaría de desviar el puñetazo de la kunoichi hacia su interior. Aprovecharía el movimiento para rotar sobre sí mismo avanzando hacia la chica, aprovechando el recorrido de su brazo. Daría la vuelta y con la diestra cargada con una esfera de chakra puro que giraba a toda velocidad, trataría de estampar la mano contra la señorita copo (50 PV). Si todo salía bien, podría estampar a la chica contra su propio clon. Si todo salía bien, el combate podría hasta estar decidido, pues un buen rassengan a veces marca la diferencia.