16/09/2022, 02:15
El copo de nieve se quejó instantáneamente al ver cómo su estrategia se veía frustrada por el "rápido" movimiento de Siete. De seguro había puesto una gran cantidad de energía en ese ataque, buscando destrozar al peliblanco tras intentar de hundirle emocionalmente. Pero en realidad esa segunda parte no era del todo cierta. Confiaba en Datsue, en su Kage. No era posible que hubiesen perdido allá arriba, era algo totalmente inimaginable. Algo absurdo.
Apenas evadido el golpe de la kunoichi, el chico lanzó su técnica ígnea. La esfera de fuego sin embargo no llegó a tropezar con su verdadero objetivo, si no que dio de lleno en un bloqueo por parte del clon reluciente de la kunoichi. Hayato no tembló en mostrar una mueca de decepción, pero para bien o para mal, éste combate iba a llegar pronto a su final. El de dientes plateados buscó rápidamente un nuevo movimiento, una nueva estrategia para acabar con su antagonista. Pero ésta no se lo permitió. Se burló de que esa pelea sobraba, que arriba todo estaba sentenciado. Realizó un sello, y se evaporó. Se esfumó.
La chica desapareció como un cartero de entrega express en un día laborable a final de jornada.
—Mierda... —Se quejó para sí mismo el shinobi.
Buscó con la mirada rápidamente la escalera improvisada de kunais, la que el tipo que le había salvado había indicado tiempo atrás. Sin titubeo alguno, se lanzó a la carrera. Para nada era una carrera rápida, pues no era un gran atleta, pero si que se movió tan rápido como sus piernas le permitieron. Si nada se lo impedía, usaría esa escalera improvisada para llegar a lo alto del acantilado. Abajo poco más podía hacer ya... su oponente había corrido con el rabo entre las piernas.
Al menos había salvado el campamento médico, ¿no?.
Apenas evadido el golpe de la kunoichi, el chico lanzó su técnica ígnea. La esfera de fuego sin embargo no llegó a tropezar con su verdadero objetivo, si no que dio de lleno en un bloqueo por parte del clon reluciente de la kunoichi. Hayato no tembló en mostrar una mueca de decepción, pero para bien o para mal, éste combate iba a llegar pronto a su final. El de dientes plateados buscó rápidamente un nuevo movimiento, una nueva estrategia para acabar con su antagonista. Pero ésta no se lo permitió. Se burló de que esa pelea sobraba, que arriba todo estaba sentenciado. Realizó un sello, y se evaporó. Se esfumó.
La chica desapareció como un cartero de entrega express en un día laborable a final de jornada.
—Mierda... —Se quejó para sí mismo el shinobi.
Buscó con la mirada rápidamente la escalera improvisada de kunais, la que el tipo que le había salvado había indicado tiempo atrás. Sin titubeo alguno, se lanzó a la carrera. Para nada era una carrera rápida, pues no era un gran atleta, pero si que se movió tan rápido como sus piernas le permitieron. Si nada se lo impedía, usaría esa escalera improvisada para llegar a lo alto del acantilado. Abajo poco más podía hacer ya... su oponente había corrido con el rabo entre las piernas.
Al menos había salvado el campamento médico, ¿no?.