18/09/2022, 19:24
—Se encuentra bien. —Fue el Uzukage el que respondió a su llamada.
Pero Suzaku no estaba del todo convencida. Sus ojos habían hallado a su hermana, justo frente a su oponente: una kunoichi que ya nada podía hacer por contener la vida que se le escapaba entre los dedos en forma de carmesí vital. Umi no parecía estar malherida, pero seguía con la mirada perdida y no respondía a ningún estímulo. ¿De verdad podía decir que estaba bien?
—Es… esposadle. ¡Esposad a todos los que se rindan!
Aquella fue la última orden del Uzukage antes de elevarse en el aire y terminar de perderse de vista. Parecía que perseguía a alguien. Suzaku corrió junto a su hermana, y sus ojos se detuvieron sin poder evitarlo sobre el cuerpo de la que había sido su enemiga. Con sus manos intentaba tapar una profunda herida que tenía en la garganta, pero la sangre seguía brotando a través de sus dedos. Suzaku no era médica, pero enseguida supo que no había nada que hacer para salvar su vida. Y no supo cómo debía sentirse al respecto. Era una kunoichi que trabajaba bajo las órdenes de Kurama, había amenazado la vida de su hermana. Pero...
—U... Umi... Uzukage-sama nos ha ordenado que esposemos a todos los que podamos... —Murmuró, tratando de llamar la atención de su hermana de una vez.
Fue entonces cuando el mundo pareció estallar a su alrededor. Suzaku no se había dado cuenta de la penumbra que había ido invadiendo el terreno de combate, pero a esa penumbra le siguió un súbito destello de luz blanca que acuchilló sus ojos acompañado por el rugido de un dragón que taladró sus oídos. La Uchiha se encogió sobre sí misma, llena de terror.
Pero Suzaku no estaba del todo convencida. Sus ojos habían hallado a su hermana, justo frente a su oponente: una kunoichi que ya nada podía hacer por contener la vida que se le escapaba entre los dedos en forma de carmesí vital. Umi no parecía estar malherida, pero seguía con la mirada perdida y no respondía a ningún estímulo. ¿De verdad podía decir que estaba bien?
—Es… esposadle. ¡Esposad a todos los que se rindan!
Aquella fue la última orden del Uzukage antes de elevarse en el aire y terminar de perderse de vista. Parecía que perseguía a alguien. Suzaku corrió junto a su hermana, y sus ojos se detuvieron sin poder evitarlo sobre el cuerpo de la que había sido su enemiga. Con sus manos intentaba tapar una profunda herida que tenía en la garganta, pero la sangre seguía brotando a través de sus dedos. Suzaku no era médica, pero enseguida supo que no había nada que hacer para salvar su vida. Y no supo cómo debía sentirse al respecto. Era una kunoichi que trabajaba bajo las órdenes de Kurama, había amenazado la vida de su hermana. Pero...
—U... Umi... Uzukage-sama nos ha ordenado que esposemos a todos los que podamos... —Murmuró, tratando de llamar la atención de su hermana de una vez.
Fue entonces cuando el mundo pareció estallar a su alrededor. Suzaku no se había dado cuenta de la penumbra que había ido invadiendo el terreno de combate, pero a esa penumbra le siguió un súbito destello de luz blanca que acuchilló sus ojos acompañado por el rugido de un dragón que taladró sus oídos. La Uchiha se encogió sobre sí misma, llena de terror.