19/09/2022, 00:06
Datsue alzó una de sus manos al cielo, y Ushi comprendió que es lo que ese hijo de la gran puta estaba a punto de hacer.
—Diles de mi parte…
De un momento a otro, un gigantesco trueno los fulminaría a todos. Conocía a la perfección esa técnica, al igual que Raiden, era casi un maestro en el elemento rayo. Pero debía hacer algo, o no solo él sería el único que quedaría carbonizado. Muchos de aquel escuadrón de huida morirían en el acto seguramente. Debía actuar y debía hacerlo en el momento.
Ushi no quería usar esa técnica contra un enemigo al que podría llegar a enfrentarse nuevamente. Era una última carta, una que además era una completa sorpresa para rematar o terminar de decantar la balanza a su favor. ¿Pero que habría hecho Raiden en su lugar? Ese imbécil haría lo mismo, y no por salvar su pellejo o el de Ushi, si no por cualquiera de los presentes.
— ¡Lleva el cuerpo de Raiden, vosotros ayudad a impulsarme!
— ¿Q-Que? ¿Q-Que va a...?
—¡NO HAY TIEMPO, HACEDME CASO — gritó casi tirando el cuerpo de Raiden al suelo, y avanzando hacia un par de compañeros que utilizó a modo de trampolín para dar un salto con todas sus fuerzas.
—… que espero que les gusten las vistas.
Un devastador dragón hecho puramente de energía natural, comandado por un simple rayo que lanzó el Uzukage, bajó de entre los cielos, iluminando a varios kilómetros, abriendo sus enormes fauces y todo los presentes pudieron ver como devoraba a Ushi en el camino como si el tiempo se hubiera detenido en ese mismo instante por unos segundos. El ruido fue tan descomunal, como si aquel mismo rayo hubiera rugido con la fuerza de un dragón. Pero antes de que pudiera avanzar un par de metros más, la electricidad se revolvió un poco más abajo de la boca del dragón, tragando y absorbiendo rápida pero no instantáneamente toda esa energía.
Uno de los brazos de Ushi estaba extendido, con el dedo índice y el corazón apuntando a los cielos. Su caída pareció ralentizarse por el impacto, la energía o alguna fuerza más. Y todos pudieron ver como una gran masa de relámpagos, rayos y chispazos recorrían su cuerpo de un lado a otro en sintonía intentando escapar. El Yotsuki apenas podía mantener tanta energía en su cuerpo por mucho más tiempo o lo dañaría severamente, pero no podía concentrarse en su objetivo con su mente tan alterada. Y entonces extendió la otra mano, apuntando de la misma forma que había hecho hace unos segundos al bosque cercano y sus inmediaciones, describiendo una parábola.
Y un devastador y concentrado relámpago salió de la mano contraria con la que apunto, utilizando nuevamente solo dos dedos. El rayó arrasó varios metros que pudieron verse desde aquella distancia sin problemas. Se sucedieron algunas explosiones, y los árboles de la zona comenzaron a arder bajo una tormenta que ya había perdido toda su fuerza eléctrica. El Kirin era una técnica completamente aterradora, la cual tan solo su sonido o la idea podía alterar los corazones menos experimentados. Pero esa misma potencia concentrada en un serpenteante rayo del tamaño de un dedo... ¿Cuántos cuerpos podría haberse llevado por delante, si la integridad del suelo donde impacto estaba empezando a colapsar?
Ushi cayó al suelo, casi de rodillas, jadeante y casi a punto de perder la consciencia. Un par de ninjas de la nieve se acercaron hasta él a socorrerlo, para ayudar a que caminara.
—¡Retirada! ¡He dicho que retirada!
El ruido de las botas se intensificó, marcando la retirada por parte del ejército de Kurama cada vez de forma más acentuada. Los más expertos en el elemento tierra, empezaron a generar desniveles, tanto enormes socavones como grandes paredes para terminar de cubrir su huida. Puede que no hubiera sido una victoria total, puede que la cabeza de una importante ficha en juego no hubiera caído, pero el impacto moral y el manchado orgullo de aquellos que luchaban por la palabra de Kurama, había quedado profundamente herido.
—Diles de mi parte…
De un momento a otro, un gigantesco trueno los fulminaría a todos. Conocía a la perfección esa técnica, al igual que Raiden, era casi un maestro en el elemento rayo. Pero debía hacer algo, o no solo él sería el único que quedaría carbonizado. Muchos de aquel escuadrón de huida morirían en el acto seguramente. Debía actuar y debía hacerlo en el momento.
Ushi no quería usar esa técnica contra un enemigo al que podría llegar a enfrentarse nuevamente. Era una última carta, una que además era una completa sorpresa para rematar o terminar de decantar la balanza a su favor. ¿Pero que habría hecho Raiden en su lugar? Ese imbécil haría lo mismo, y no por salvar su pellejo o el de Ushi, si no por cualquiera de los presentes.
— ¡Lleva el cuerpo de Raiden, vosotros ayudad a impulsarme!
— ¿Q-Que? ¿Q-Que va a...?
—¡NO HAY TIEMPO, HACEDME CASO — gritó casi tirando el cuerpo de Raiden al suelo, y avanzando hacia un par de compañeros que utilizó a modo de trampolín para dar un salto con todas sus fuerzas.
—… que espero que les gusten las vistas.
Un devastador dragón hecho puramente de energía natural, comandado por un simple rayo que lanzó el Uzukage, bajó de entre los cielos, iluminando a varios kilómetros, abriendo sus enormes fauces y todo los presentes pudieron ver como devoraba a Ushi en el camino como si el tiempo se hubiera detenido en ese mismo instante por unos segundos. El ruido fue tan descomunal, como si aquel mismo rayo hubiera rugido con la fuerza de un dragón. Pero antes de que pudiera avanzar un par de metros más, la electricidad se revolvió un poco más abajo de la boca del dragón, tragando y absorbiendo rápida pero no instantáneamente toda esa energía.
Uno de los brazos de Ushi estaba extendido, con el dedo índice y el corazón apuntando a los cielos. Su caída pareció ralentizarse por el impacto, la energía o alguna fuerza más. Y todos pudieron ver como una gran masa de relámpagos, rayos y chispazos recorrían su cuerpo de un lado a otro en sintonía intentando escapar. El Yotsuki apenas podía mantener tanta energía en su cuerpo por mucho más tiempo o lo dañaría severamente, pero no podía concentrarse en su objetivo con su mente tan alterada. Y entonces extendió la otra mano, apuntando de la misma forma que había hecho hace unos segundos al bosque cercano y sus inmediaciones, describiendo una parábola.
¡Raiton: Raijin no kotoba no hitei!
Y un devastador y concentrado relámpago salió de la mano contraria con la que apunto, utilizando nuevamente solo dos dedos. El rayó arrasó varios metros que pudieron verse desde aquella distancia sin problemas. Se sucedieron algunas explosiones, y los árboles de la zona comenzaron a arder bajo una tormenta que ya había perdido toda su fuerza eléctrica. El Kirin era una técnica completamente aterradora, la cual tan solo su sonido o la idea podía alterar los corazones menos experimentados. Pero esa misma potencia concentrada en un serpenteante rayo del tamaño de un dedo... ¿Cuántos cuerpos podría haberse llevado por delante, si la integridad del suelo donde impacto estaba empezando a colapsar?
Ushi cayó al suelo, casi de rodillas, jadeante y casi a punto de perder la consciencia. Un par de ninjas de la nieve se acercaron hasta él a socorrerlo, para ayudar a que caminara.
—¡Retirada! ¡He dicho que retirada!
El ruido de las botas se intensificó, marcando la retirada por parte del ejército de Kurama cada vez de forma más acentuada. Los más expertos en el elemento tierra, empezaron a generar desniveles, tanto enormes socavones como grandes paredes para terminar de cubrir su huida. Puede que no hubiera sido una victoria total, puede que la cabeza de una importante ficha en juego no hubiera caído, pero el impacto moral y el manchado orgullo de aquellos que luchaban por la palabra de Kurama, había quedado profundamente herido.