23/09/2022, 15:22
El sonido del trueno sacó de golpe a Umi de las barreras de su propia mente. Lo que vio no fue una cabeza cercenarse. Umi no vio el horror de la guerra, porque había una luz más brillante. Y estaba salvándolos a todos. A todos y cada uno de ellos. El miedo, la adrenalina, bombeaba en su corazón. Datsue era como Raijin, retumbando una y otra vez su tambor. Enfrentándose a Fūjin y derrotándolo sin despeinarse.
Umi ahogó un grito y viró su mirada con celeridad, sus ojos recorriendo todo el campo de batalla, buscando a su hermana. La vio allí, a punto de ser derrotada, y sintió como todo el mundo se le venía encima.
Entonces... ¡BAM! Uchiha Datsue se convirtió en el Escudo que había prometido ser.
Hubo llantos. Sin duda, muchos de los enemigos, pero había que sumarle el llanto de Uchiha Umi. Alzando la mirada al cielo, la joven pareció vislumbrar una espiral entre los restos de electricidad. Cayó de rodillas, y sintió un extraño hormigueo en la punta de los dedos, en los pies, y en la coronilla. Las lágrimas le empañaron la vista.
Recordó los duros entrenamientos con su padre, las breves conversaciones con su madre, cuando todavía hablaba de algo más que de aquél fanático. Recordó los paseos junto a su hermana por el centro de la villa, cuando Uzushiogakure no era una prisión, sino un hogar. Recordó el viaje en barco, más recientes, los rostros decididos de sus compañeros. Miró a su alrededor, y vio a Himura Hana preocupándose por su hermana, y por su Kage.
Por su Kage.
Su líder.
—U... Umi... Uzukage-sama nos ha ordenado que esposemos a todos los que podamos...
Umi ahogó otro grito. Vio a Suzaku. se levantó y se abrazó a ella sin mediar palabra.
—¡Suzaku! ¡Suzaku! ¡He sido una estúpida...! ¡PERDÓNAME! ¡Perdóname por haberte me...!
Hubo un nuevo estallido, y un nuevo resplandor. Umi se separó de Suzaku y miró en dirección al Uzukage, con un rostro preocupado que su hermana jamás le había visto, los ojos llenos de lágrimas, y una mano en el pecho.
La Uchiha se quedó en shock, y tras todo lo que pasó, comenzó a caminar hacia Datsue, lentamente. Como si cada paso le doliese, como si estuviese rompiéndose por dentro. Miró a sus compañeros, a cada uno de ellos. Miró a Datsue de nuevo. Sintió un extraño cosquilleo en el estómago. Estaba de espaldas, arrodillándose frente al enemigo y practicándole una extraña técnica que...
¿Qué?
Umi ahogó un grito y viró su mirada con celeridad, sus ojos recorriendo todo el campo de batalla, buscando a su hermana. La vio allí, a punto de ser derrotada, y sintió como todo el mundo se le venía encima.
Entonces... ¡BAM! Uchiha Datsue se convirtió en el Escudo que había prometido ser.
Hubo llantos. Sin duda, muchos de los enemigos, pero había que sumarle el llanto de Uchiha Umi. Alzando la mirada al cielo, la joven pareció vislumbrar una espiral entre los restos de electricidad. Cayó de rodillas, y sintió un extraño hormigueo en la punta de los dedos, en los pies, y en la coronilla. Las lágrimas le empañaron la vista.
Recordó los duros entrenamientos con su padre, las breves conversaciones con su madre, cuando todavía hablaba de algo más que de aquél fanático. Recordó los paseos junto a su hermana por el centro de la villa, cuando Uzushiogakure no era una prisión, sino un hogar. Recordó el viaje en barco, más recientes, los rostros decididos de sus compañeros. Miró a su alrededor, y vio a Himura Hana preocupándose por su hermana, y por su Kage.
Por su Kage.
Su líder.
—U... Umi... Uzukage-sama nos ha ordenado que esposemos a todos los que podamos...
Umi ahogó otro grito. Vio a Suzaku. se levantó y se abrazó a ella sin mediar palabra.
—¡Suzaku! ¡Suzaku! ¡He sido una estúpida...! ¡PERDÓNAME! ¡Perdóname por haberte me...!
Hubo un nuevo estallido, y un nuevo resplandor. Umi se separó de Suzaku y miró en dirección al Uzukage, con un rostro preocupado que su hermana jamás le había visto, los ojos llenos de lágrimas, y una mano en el pecho.
La Uchiha se quedó en shock, y tras todo lo que pasó, comenzó a caminar hacia Datsue, lentamente. Como si cada paso le doliese, como si estuviese rompiéndose por dentro. Miró a sus compañeros, a cada uno de ellos. Miró a Datsue de nuevo. Sintió un extraño cosquilleo en el estómago. Estaba de espaldas, arrodillándose frente al enemigo y practicándole una extraña técnica que...
¿Qué?