27/09/2022, 01:44
Pese a que todo parecía ya zanjado, todo comenzó a retorcerse súbitamente de un segundo a otro. Uno de los sujetos del bando de los copos de la nieve se alzó por los cielos, envuelto en un aura rojiza y con unos orbes bastante llamativos. Tenia una katana en la mano, y a pesar de las heridas que tenía parecía haber vuelto al combate. Sin embargo, no todo era lo que parecía. Era una mera marioneta, que amenazó a Datsue sin vacilar. Y en medio de esa amenaza, se hincó la espada en su propio estómago, cayendo poco después inerte al suelo. Poco después el aura que lo había rodeado, el chakra tan carácteristico, salió volando dirección al sur. Eso si, sin escatimar en una última amenaza.
Pocos habían podido observar el espectáculo en su plenitud, pero ya fuese desviando la mirada de esa macabra ceremonia de despedida, o bien disfrutandola en su totalidad, todos vislumbraron a qué se refería ese astuto zorro. Uzu era su verdadero objetivo, y tenía planeado acabar con la villa de una estocada, aprovechando que el líder de Uzu estaba fuera.
Datsue pareció desesperar, tratando de llamar a alguien por ese sello especial que una vez llegó a explicarle. Pero eso solo pareció ponerle más nervioso, más fuera de sus casillas. Siete era la primera vez que lo veía así, y posiblemente también muchos de los allí presentes. Datsue lnzó una rápida orden a la compañera más cercana, y otra de las compañeras pareció acercarse para darle su apoyo. Siete no fue menos, también recortó la distancia en un qbrir y cerrar de ojos.
—¡Datsue! ¡Uzukage! —Bramó el peliblanco. —¿Esta villa no tenía estación de tren? ¡Tomemoslo y estaremos en Uzu lo antes posible! ¡Nadie se va a rendir sin luchar! ¡En Uzu aún quedan grandes shinobis y kunoichis para aguantar luchando!
Si algo había aprendido de él, era que esa villa estaba llena de gente excepcional. Nadie se iba a rendir de buenas a primeras, y menos contra ese zorro del demonio.
Pocos habían podido observar el espectáculo en su plenitud, pero ya fuese desviando la mirada de esa macabra ceremonia de despedida, o bien disfrutandola en su totalidad, todos vislumbraron a qué se refería ese astuto zorro. Uzu era su verdadero objetivo, y tenía planeado acabar con la villa de una estocada, aprovechando que el líder de Uzu estaba fuera.
Datsue pareció desesperar, tratando de llamar a alguien por ese sello especial que una vez llegó a explicarle. Pero eso solo pareció ponerle más nervioso, más fuera de sus casillas. Siete era la primera vez que lo veía así, y posiblemente también muchos de los allí presentes. Datsue lnzó una rápida orden a la compañera más cercana, y otra de las compañeras pareció acercarse para darle su apoyo. Siete no fue menos, también recortó la distancia en un qbrir y cerrar de ojos.
—¡Datsue! ¡Uzukage! —Bramó el peliblanco. —¿Esta villa no tenía estación de tren? ¡Tomemoslo y estaremos en Uzu lo antes posible! ¡Nadie se va a rendir sin luchar! ¡En Uzu aún quedan grandes shinobis y kunoichis para aguantar luchando!
Si algo había aprendido de él, era que esa villa estaba llena de gente excepcional. Nadie se iba a rendir de buenas a primeras, y menos contra ese zorro del demonio.