11/10/2022, 14:24
Aquel hombre no le diría nada de la vaina, ni siquiera le daría respuesta alguna. Se apartó cuando Ren tiro la espada a su lado y se quedó helado en el sitio, acojonado. Él ya había hecho su trabajo, que era avisar cuando apareciese, ahora le tocaba a los de dentro a lidiar con ella.
Cuando Ren abriese la puerta, vería a tres hombres alrededor de una mesa de madera, dos de ellos de pie y con una mano en sus armas y un tercero sentado en el extremo opuesto a la kunoichi, recogiendo las cartas con las que habían estado jugando hasta ahora.
Alzó su mirada para buscar la de Ren.
— Bienvenida, Vigilante Nocturno.
Detrás de ese hombre había una puerta cerrada y de ella se escuchaban golpes y gemidos de lucha. Una voz salió de ella.
— ¡Estate quieta de una puta vez!
Cuando Ren abriese la puerta, vería a tres hombres alrededor de una mesa de madera, dos de ellos de pie y con una mano en sus armas y un tercero sentado en el extremo opuesto a la kunoichi, recogiendo las cartas con las que habían estado jugando hasta ahora.
Alzó su mirada para buscar la de Ren.
— Bienvenida, Vigilante Nocturno.
Detrás de ese hombre había una puerta cerrada y de ella se escuchaban golpes y gemidos de lucha. Una voz salió de ella.
— ¡Estate quieta de una puta vez!