13/10/2022, 13:03
Mientras Ren se lanzaba hacia la puerta interior, el jefe de esa panda de matones se iba hacia la que daba al exterior.
Cuando entró en la otra habitación vio a una chica tirada en el suelo, apoyada sobre la pared contraria sujetandose el abdomen de donde le brotaba una buena cantidad de sangre. Era una mujer rubia de unos treinta que se acababa de quitar la bolsa que le habían puesto sobre la cabeza. Respiraba agitadamente y tenía andrajos por ropa. Fuese quien fuese, no era Hana.
Hana acababa de llegar por la puerta principal, lanzando una bala de lava que directamente deshizo la puerta.
— ¡Eh! ¡¿Qué haces?! — le dijo a la rubia, interponiendose en su camino.
Había subestimado a la kunoichi solo porque era más chiquita que él y mucho más que Ren, Hana, sin mediar palabra, le estamparía una bola de chakra en constante rotación que lo mandaría volando hacia dentro. Acto seguido, entraría en el habitaculo principal.
— ¡Ren! ¿Donde estás?
Ni siquiera les dedicaría una palabra a esos maleantes, aunque los mantendría vigilados por si intentaban algo.
Cuando entró en la otra habitación vio a una chica tirada en el suelo, apoyada sobre la pared contraria sujetandose el abdomen de donde le brotaba una buena cantidad de sangre. Era una mujer rubia de unos treinta que se acababa de quitar la bolsa que le habían puesto sobre la cabeza. Respiraba agitadamente y tenía andrajos por ropa. Fuese quien fuese, no era Hana.
Hana acababa de llegar por la puerta principal, lanzando una bala de lava que directamente deshizo la puerta.
— ¡Eh! ¡¿Qué haces?! — le dijo a la rubia, interponiendose en su camino.
Había subestimado a la kunoichi solo porque era más chiquita que él y mucho más que Ren, Hana, sin mediar palabra, le estamparía una bola de chakra en constante rotación que lo mandaría volando hacia dentro. Acto seguido, entraría en el habitaculo principal.
— ¡Ren! ¿Donde estás?
Ni siquiera les dedicaría una palabra a esos maleantes, aunque los mantendría vigilados por si intentaban algo.