22/10/2022, 01:09
Los rumores se esparcían como la lluvia por los alcantarillados, con gravedad y a toda presión. Pronto estaba en boca de todos el rumor de los fantasmas del Cementerio del Gobi. Antiguas victimas del bijuu que se levantaban justo ahora para cobrarse la venganza contra Kurama, a quien consideraban culpable de dicha aparición. ¿Por qué? Nadie lo sabe. Sin embargo, dichos fantasmas no hacían distinción y se estaban llevando almas inocentes con ellos al infierno.
Hasta cuatro desapariciones en el último mes. Gente que pasaba a ofrecer sus respetos, simples turistas que pasaban a observar el iconico lugar, incluso personas que no tenían ningún motivo para ir se sentían atraidas por estos seres de ultratumba. Sin embargo, eso decían los rumores. Oficialmente, la villa no tenía constancia de ninguna desaparición ni de ningún fantasma. Los más conspiranoicos hablaban de que la administración temía confirmar la existencia de fantasmas. Sobre todo ahora que la guerra se cernía sobre ellos. ¿Cómo iban a admitir que tenían un problema con unos fantasmas? ¿Y que no tenían ni idea de cómo lidiar con ellos?
Tal vez fuese por los rumores, pero ahora en la entrada del cementerio habían puesto un mostrador improvisado y tras él una anciana intentaba poner orden con una enorme cola de gente que esperaba para entrar.
— Por favor, entren en grupos de cinco. No se separen y no toquen ninguna lapida. Respeten a los caidos.
De poca a ninguna de esas personas había venido a respetar a los muertos, algunos ni disimulaban que iban con la intención de ver algún fantasma. Hablaban en voz alta de cómo hacerlos aparecer y capturarlos después echandoles sal y metiendolos en una vasija mágica que habían comprado. Mientras tanto, la niebla se cernía poco a poco sobre ellos desde el cementerio. Parecía sentirse atraida por la ineptitud de los turistas y los cazafantasmas. Casi queriendo comerselos allí mismo.
Hasta cuatro desapariciones en el último mes. Gente que pasaba a ofrecer sus respetos, simples turistas que pasaban a observar el iconico lugar, incluso personas que no tenían ningún motivo para ir se sentían atraidas por estos seres de ultratumba. Sin embargo, eso decían los rumores. Oficialmente, la villa no tenía constancia de ninguna desaparición ni de ningún fantasma. Los más conspiranoicos hablaban de que la administración temía confirmar la existencia de fantasmas. Sobre todo ahora que la guerra se cernía sobre ellos. ¿Cómo iban a admitir que tenían un problema con unos fantasmas? ¿Y que no tenían ni idea de cómo lidiar con ellos?
Tal vez fuese por los rumores, pero ahora en la entrada del cementerio habían puesto un mostrador improvisado y tras él una anciana intentaba poner orden con una enorme cola de gente que esperaba para entrar.
— Por favor, entren en grupos de cinco. No se separen y no toquen ninguna lapida. Respeten a los caidos.
De poca a ninguna de esas personas había venido a respetar a los muertos, algunos ni disimulaban que iban con la intención de ver algún fantasma. Hablaban en voz alta de cómo hacerlos aparecer y capturarlos después echandoles sal y metiendolos en una vasija mágica que habían comprado. Mientras tanto, la niebla se cernía poco a poco sobre ellos desde el cementerio. Parecía sentirse atraida por la ineptitud de los turistas y los cazafantasmas. Casi queriendo comerselos allí mismo.