25/10/2022, 09:12
Kaminari Kimi siempre intentaba actuar con calma y dignidad en público. Siempre intentando medir cuánto de sus emociones mostraba y actuando como si nada la sorprendiese, pero sin importar cuántas veces sucediese, todavía no se acostumbraba a que la reconociesen fuera de su barrio.
La chiquilla se rio un poco, llevándose la mano derecha a la nuca. Moguko podría entonces notar que que su brazo derecho no era igual que el izquierda, sino que estaba hecho completamente de metal. Del mismo modo, su ojo derecho también era distinto al otro, pues no sólo era de un color diferente sino que, de alguna manera, podría jurar que brillaba distinto.
— Esto... ¡Sí! Soy hija suya. —Admitió—. Mucho gusto.
En aquel momento el joven encargado colocó el pergamino en la mesa, a disposición de las genin. La Kaminari miró a su compañera para ofrecerle que tomase el pergamino, pero se vio sorprendida de nuevo cuando se encontró con que Moguko ya se había apartado.
— Muchas gracias. —Le agradeció tanto a su compañera como al chico, antes de tomar el pergamino para leerlo en voz alta.
Aparentemente unos almacenes habían tenido una baja en el plantel, así que necesitaban unos genin para hacer de repartidores. Una misión sencilla que podría fácilmente complicarse con el clima de la villa.
— ¿Quieres que salgamos ya, Yamanouchi-san? —Le ofreció a su compañera, con el pergamino en la mano, por si Moguko le pedía leerlo.
La chiquilla se rio un poco, llevándose la mano derecha a la nuca. Moguko podría entonces notar que que su brazo derecho no era igual que el izquierda, sino que estaba hecho completamente de metal. Del mismo modo, su ojo derecho también era distinto al otro, pues no sólo era de un color diferente sino que, de alguna manera, podría jurar que brillaba distinto.
— Esto... ¡Sí! Soy hija suya. —Admitió—. Mucho gusto.
En aquel momento el joven encargado colocó el pergamino en la mesa, a disposición de las genin. La Kaminari miró a su compañera para ofrecerle que tomase el pergamino, pero se vio sorprendida de nuevo cuando se encontró con que Moguko ya se había apartado.
— Muchas gracias. —Le agradeció tanto a su compañera como al chico, antes de tomar el pergamino para leerlo en voz alta.
Aparentemente unos almacenes habían tenido una baja en el plantel, así que necesitaban unos genin para hacer de repartidores. Una misión sencilla que podría fácilmente complicarse con el clima de la villa.
— ¿Quieres que salgamos ya, Yamanouchi-san? —Le ofreció a su compañera, con el pergamino en la mano, por si Moguko le pedía leerlo.