7/11/2022, 00:56
— No se preocupe, varias de nosotros somos ninjas así que no creo que haya ningún problema
— De acuerdo. La acompañaré.
— Muchas gracias, sois unos angeles. — hizo una profunda reverencia antes de girarse a su señorita, que ya estaba en primera fila pidiendo entrar. — Señorita, espere.
— Perdón, pequeña, no puedes entrar sola. — le comentó la anciana que casí tenía que encorvarse para mirarla.
— ¿¡Cómo que...!? — empezó la joven antes de que su sirvienta la detuviese poniendole una mano sobre la cabeza comicamente.
— ¡Somos cinco! Nosotras dos y estas tres amables kunoichis.
A la anciana se le iluminó la mirada al oír kunoichis.
— Oh, gracias al cielo. Vigilen a esta gente, por favor. Este es un lugar de descanso de los difuntos. Quien haya estado esparciendo esos rumores es... — se detuvo un momento, pensando si decir tan ominiosa palabra. — Un malandrín.
— Por supuesto. Revisaremos bien el lugar para asegurarnos. ¿Verdad, chicas? — mientras esperaba que las kunoichi contestasen iba empujando suavemente a su señorita hacia el interior, quien parecía a punto de soltarle alguna burrada a la pobre anciana.
— De acuerdo. La acompañaré.
— Muchas gracias, sois unos angeles. — hizo una profunda reverencia antes de girarse a su señorita, que ya estaba en primera fila pidiendo entrar. — Señorita, espere.
— Perdón, pequeña, no puedes entrar sola. — le comentó la anciana que casí tenía que encorvarse para mirarla.
— ¿¡Cómo que...!? — empezó la joven antes de que su sirvienta la detuviese poniendole una mano sobre la cabeza comicamente.
— ¡Somos cinco! Nosotras dos y estas tres amables kunoichis.
A la anciana se le iluminó la mirada al oír kunoichis.
— Oh, gracias al cielo. Vigilen a esta gente, por favor. Este es un lugar de descanso de los difuntos. Quien haya estado esparciendo esos rumores es... — se detuvo un momento, pensando si decir tan ominiosa palabra. — Un malandrín.
— Por supuesto. Revisaremos bien el lugar para asegurarnos. ¿Verdad, chicas? — mientras esperaba que las kunoichi contestasen iba empujando suavemente a su señorita hacia el interior, quien parecía a punto de soltarle alguna burrada a la pobre anciana.