5/01/2023, 18:34
El hombre menudo le sonrió a Suzume, divertido por la reacción de la idol. Agarró una cuerda y le señaló a la pelirroja que se diese la vuelta.
— Eres muy graciosa, así que girate y pon las manos a la espalda y nadie se hará daño.
— Sí, no seas tan estúpida como ésta. — comentó el otro señalando con la cabeza a Mitsu, que tenía el vestido rasgado, seguramente de un intento de resistirse.
Esperaría a que Suzume reaccionase antes de usar la cuerda. Si accedía, le ataría las manos a la espalda, sino...
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Ren no vio más que suelo en su suelo. No había rastro alguno de nada, cuando escarbo solo sacó tierra. Perfectamente podría haberlo soñado y estaría en la misma situación. Cuando buscó Kimi, encontró lo mismo que Ren.
Shio, aún pegada a Kimi, las miró a ambas. No notó el pulso acelerado anormalmente de Kimi, pues el suyo propio la estaba mareando. Cada pulsación le resonaba en las orejas como si un tamborilero estuviese dentro de ellas dandolo todo. Apretó los dientes y contuvo las lágrimas.
— ¿Qué... está pasando? — preguntó confusa, alzando la mirada de nuevo a las kunoichis solo para ver un montón de ojos rojos. — ¡Vu...vuestros ojos!
Se apartó de ambas, confusa, tensa... asustada.
— Eres muy graciosa, así que girate y pon las manos a la espalda y nadie se hará daño.
— Sí, no seas tan estúpida como ésta. — comentó el otro señalando con la cabeza a Mitsu, que tenía el vestido rasgado, seguramente de un intento de resistirse.
Esperaría a que Suzume reaccionase antes de usar la cuerda. Si accedía, le ataría las manos a la espalda, sino...
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Ren no vio más que suelo en su suelo. No había rastro alguno de nada, cuando escarbo solo sacó tierra. Perfectamente podría haberlo soñado y estaría en la misma situación. Cuando buscó Kimi, encontró lo mismo que Ren.
Shio, aún pegada a Kimi, las miró a ambas. No notó el pulso acelerado anormalmente de Kimi, pues el suyo propio la estaba mareando. Cada pulsación le resonaba en las orejas como si un tamborilero estuviese dentro de ellas dandolo todo. Apretó los dientes y contuvo las lágrimas.
— ¿Qué... está pasando? — preguntó confusa, alzando la mirada de nuevo a las kunoichis solo para ver un montón de ojos rojos. — ¡Vu...vuestros ojos!
Se apartó de ambas, confusa, tensa... asustada.