17/02/2025, 15:22
Hana estaba sentada en el salón con la madre de la otra niña, como le había dicho que estaría. Cuando Ren abrió las puertas, su mirada se fue a ella, al principio con alegria por verla, luego con curiosidad de porqué estaba ahí y al ver la loba entre sus piernas con algo de molestia. La otra mujer también se giró y Ren pudo reconocer a la dependienta de la herrería, Edeleth.
La rubia se disculpó y salió afuera, cerrando las puertas tras de sí.
— ¡Ren! Dejate de tonterias. ¿Te acuerdas lo de pasar desapercibidas? ¿Qué haces montando una loba gigante con la espada fuera del sello? ¡Y justo cuando tenemos invitadas! Me vas a dar un ataque al corazón. Muerte por infarto antes de los veinte. — dijo visiblemente nerviosa y preocupada.
La loba se acercó a Hana y empezó a restregarse, a lo cual ella respondió acariciandole la cabeza con ternura aunque su mirada seguía clavada en Ren con cierta molestia.
La rubia se disculpó y salió afuera, cerrando las puertas tras de sí.
— ¡Ren! Dejate de tonterias. ¿Te acuerdas lo de pasar desapercibidas? ¿Qué haces montando una loba gigante con la espada fuera del sello? ¡Y justo cuando tenemos invitadas! Me vas a dar un ataque al corazón. Muerte por infarto antes de los veinte. — dijo visiblemente nerviosa y preocupada.
La loba se acercó a Hana y empezó a restregarse, a lo cual ella respondió acariciandole la cabeza con ternura aunque su mirada seguía clavada en Ren con cierta molestia.