Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
La vida era un cúmulo de decisiones. Buenas y malas. Yo apilaba un montón de ambas y era incapaz de contar cuantas había en cada montón. Ademas, esas decisiones tenían consecuencias que no siempre eran buenas.
Sin embargo, esas decisiones eran lo que me habían llevado a aquel punto de mi vida en el cual prefería estar en un barco a medio arreglar que en mi propia casa. Eso si, no me arrepentía de nada.
Lo que si había tenido tiempo de mejorar era el camarote más grande, donde estaba pasando el tiempo en ese momento.
Había puesto un par de sofás, uno justo en frente de la puerta y otro a la derecha y justo frente a ellos, una mesita de madera bajita, que ahora estaba repletas de mapas, libros y cartas de navegación que aún no entendía.
También, en la esquina que separaba ambos sofás, había un pequeño sofá sobre el cual había un pequeño altar para dejar las Katanas. Había sitio para tres, pero en ese momento solo Tsubame e Ichiko reposaban en ese lugar.
Lo último destacable, era un gran armario que se encontraba a la izquierda de la puerta. Allí solo había algo de ropa, aunque aún no había tenido que pasar la noche en el barco, como había sugerido Hanabi. Pero ganas no habían faltado alguno de los últimos días.
—¿Quien narices escribe estos manuales? Pero si estas palabras ni siquiera pueden leerse.
Lo mas gracioso del mundo, es que los manuales del barco siempre habían estado en el barco. Aunque por otro lado... Ni puta idea de interpretarlos aún. Por lo que tampoco hubiesen servido de mucho, a no ser que Katsudon o Yuuna supieran entenderlos.
Pero allí estaba yo. Sentado en el sofá con las piernas cruzadas, intentando entender aquél maldito libro. Aunque no solo eso. También estaba esperando a alguien.
Aquella misma mañana, y tras varios intentos fallidos de contactar con él, decidí dejarle una carta a Datsue en el buzón de su casa, que por suerte para mi, pillaba bastante cerca del barco.
La carta no decía mucho solo algo como:
"Tío, tenemos que hablar de algo gordo, pillate unas botellas de alcohol, por que creeme, te van a hacer falta. Estoy en el único barco del puerto que esta en reparaciones, nada difícil de encontrar"
Datsue, con el ceño fruncido, releyó la nota por décima vez.
—¡Datsuse! Pero, ¿tú lees esto?
—¡Uau! ¡Uau!
—Que dice que está en un barco. En reparaciones. Pero no pone quién cojones es.
—Uau, uau. ¡Uau!
—Sí, eso mismo pensaba yo —Coincidió Datsue. No, no había adquirido las habilidades de Nabi para entender a los perros. Pero a veces le gustaba imaginarse que así era—. Que mientras haya un barco y alcohol, el resto es secundario. Va, venga, vamos a dar ese paseo antes de irme.
Y Datsuse dejó de ladrar. Porque finalmente había conseguido lo que quería.
• • •
Datsue caminaba por los muelles del puerto todavía preguntándose quién narices le habría mandado aquella carta. Al final, había reducido la lista a tres.
El primero era Inuzuka Nabi, porque él era muy de dejar aquellas notitas intrigantes y hacerse el misterioso de cuando en cuando. Aunque desde que compartían el sello de la Hermandad Intrépida, aquello era un poco innecesario. Esto, sin embargo, no desechaba a Nabi. Él era muy de hacer cosas aparentemente sinsentido. Lo que pasaba es que desde que salía con Eri, apenas se le veía el pelo. ¿Para eso querría el alcohol? ¿Habrían roto?
La segunda opción era Reiji. El joven espadachín que había vuelto a ascender a genin tras unos meses carcomido por la duda y la inseguridad. Un buen chico, con un brillante futuro si se lo proponía, opinaba Datsue. De familia de herreros y, por el mero hecho de contar con criadas, suponía que un tío con pasta.
La tercera opción era… Bueno, quizá podría catalogarse como una esperanza estúpida. Un deseo prohibido. Ambas al mismo tiempo. Era Aiko, sí. Se reprendió a sí mismo por pensar que podría ser ella. No, no por eso, sino por desearlo.
Pero, fuese cual fuese, todavía no encontraba una respuesta a la siguiente pregunta: ¿por qué el punto de encuentro tenía que ser en un barco en obras? Se encogió de hombros. Al final llevaba una bolsa llena de licores de distinta graduación, y eso era todo lo que necesitaba.
Encontró el barco mencionado —pues, efectivamente, parecía ser el único en obras en aquella parte de los muelles—, y subió haciendo uso de su chakra por el cascarón hasta la cubierta.
—¿¡Hola...!? —Un momento… ¿y si aquello era una jodida trampa? ¿Y si…?
Activó el Sharingan por puro instinto, y se puso en guardia, preparado para cualquier cosa.
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Estaba tardando bastante en llegar, la verdad. No, ni hablaba de Datsue, a él no sabia cuanto tendría que espererarlo, no. Hablaba de Yuuna. Hoy tenia el día libre, y se había ido a comprar ropa con mi madre.
Si, lo se. Esto requiere una pequeña explicación. Al final decidimos hacer ambas cosas. Por un lado, mentimos un poquito, y por otro... Le contamos la verdad a mi madre. Tampoco hubiese servido de nada intentarlo. Yo sabia de sobre que no lo habríamos conseguido.
El caso es que Yuuna y Sasaki Sayuri habían congeniado bastante bien. Si antes nos tenia a mi y a Katsudon, ahora también podía contar con ella.
Me hubiera gustado contar con mi padre también, pero algunas noches bebia, a veces demasiado, con el padre de Sakura. Y no me fiaba mucho de que se le escapara algo.
Bastante tensas estaban las cosas por casa ya. Al menos para mí.
Una voz conocía sono desde la cubierta del barco y me saco de mi ensimismamiento.
—¿¡Hola...!?
Al parecer, Datsue había llegado primero. Casi mejor así. Deje el libro a un lado del sofá y salí a recibirlo.
—¡Datsue, Cuanto tiempo!
Sus ojos estaban rojos como la sangre y estaba un poco tenso. ¿Era la primera vez que veía esos ojos? Me quería sonar que también se puso así en el estadio, cuando peleaba con los Kusajin.
—Relajate hombre, relajate, se que lo que voy a contarte es bien gordo, pero no hace falta que matemos a nadie.
Nadie normalmente le hablaba así a un superior. Pero en ese momento le veía mas como un amigo junto al cual desahogarme, que como el tio qué fue capaz de pelear a iguales con el uzukage.
—Vamos, pasa, pasa. El Mil y un mares esta hecho un desastre aún, pero es bastante cómodo.
De hecho, vista mi situación, comodidades era lo primero que había instalado en aquel lugar.
Pero no fue un General que por enésima vez se hubiese colado en la Villa quien lo recibió. Sino Sasaki Reiji. Los ojos de Datsue perdieron el rojo sangre, y su boca dejó escapar un suspiro de alivio.
—Ah, Reiji, eres tú. —Así que ni Nabi, ni Aiko. Reiji. ¿Por qué narices le había citado en aquel lugar?—. ¿El Mil y un mares? Pero, ehmm… Reiji, ¿de quién es este barco? ¿Estás seguro de que podemos estar aquí? —preguntó, cauteloso. Oh, sí, ahora que aspiraba a ser Uzukage, y que el Consejo le tenía un ojo puesto, no quería meterse en más líos. No más de los necesarios, al menos.
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—Ah, Reiji, eres tú. —Claro ¿Quien si no? Si yo era el que le había invitado a ese Barco. —. ¿El Mil y un mares? Pero, ehmm… Reiji, ¿de quién es este barco? ¿Estás seguro de que podemos estar aquí?
—¿Eh? El barco es mío. Claro que podemos estar aquí. Vamos, pasa, hombre, sin miedo.
Dije prácticamente arrastrándolo hacia el interior. Tenia muchas cosas que contarle, pero había una que tenia que saber antes que las demás, por que si no, luego, se iban a dar situaciones muy incomodas con preguntas muy incomodas.
—Te hubiera invitado a mi casa a que charlasemos, pero esto pilla mas cerca de tu casa, y ademas... Allí tengo un poco de lío. —Claro, invito a Datsue para contarle todo el marrón, le presento a Yuuna y mientras, Sakura, sirviéndonos. No, no y NO. —Toma asiento hombre, que estos sofás son nuevecitos y son la mar de cómodos.
Si, por que mejor que recibiera toda la información sentado. Aunque Hanabi había aguantado el tipo demasiado bien. Excepto en la parte de ser amigo de los bijuus.
—Ábrete una de esas botellas y escucha, voy a empezar por el final antes de que ella venga para que no pienses cosas raras. —Dije mientras apartaba los manuales de mi sofá. —Yo... Ya no estoy saliendo con Sakura. Pasaron cosas durante mi viaje y... ahora estoy saliendo con una samurái del pais del hierro. Creo que así entenderás por que estamos aquí en vez de allí. Se ha vuelto... Bastante incomodo, la verdad.
Que Yuuna estaba viviendo en mi casa... Eso me lo reservaba para luego.
A Datsue podían haberle dado dos buenos sopapos, y no hubiese quedado más grogui. Incapaz de procesar lo que acababa de escuchar, se dejó arrastrar por Reiji hacia el interior del barco. «¿Cómo que…? ¿¡Cómo que es su barco!?»
Eso era imposible. Reiji era un maldito genin, ¡uno que acababa de recuperar su placa, por todos los dioses! Y, ¿él? ¡Él llevaba seis meses como jōnin! ¡Matándose a misiones de alto rango! ¿Y antes de eso? ¡Haciendo tantos chanchullos que hasta el propio Zoku y Hanabi y le habían dado un toque de atención! Y ni aún así le había dado para cumplir su sueño de comprarse un barco. ¿Y le estaban contando que a Reiji sí le daban las cuentas?
Tenía que ser una maldita broma.
En el interior del camarote se dejó caer sobre el sofá. ¡Nuevo, además! ¡Y de los caros! «¡Tócate las pelotas!» ¿Qué Datsue estaba sintiendo algo de envidia? ¡Pues claro que la estaba sintiendo! Aquello era comparable a que un tipo se morrease con el amor de su vida delante de sus narices.
—A ver, Reiji. Compañero. ¿Cómo narices va a ser este tu barco? ¿A qué te refieres exactamente? Y… ¿¡¡QQUUUUUEEÉ!!? —Sí, su cerebro había tardado en procesar la última bomba que le soltó—. ¿Qué dejaste a Sakura? ¿Y que ahora estás saliendo con una samurái? Pe-pero… Pero… ¡Pero…!
¡Ploc! La primera de las botellas al ser descorchada. Al final sí que las iba a necesitar, sí.
—¡Tráete dos copas, anda! —Que iba a llenarlas en menos de lo que un kusareño grita: ¡me rindo!
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25/01/2020, 16:42 (Última modificación: 25/01/2020, 16:44 por Sasaki Reiji. Editado 1 vez en total.)
—A ver, Reiji. Compañero. ¿Cómo narices va a ser este tu barco? ¿A qué te refieres exactamente? Y… ¿¡¡QQUUUUUEEÉ!!? ¿Qué dejaste a Sakura? ¿Y que ahora estás saliendo con una samurái? Pe-pero… Pero… ¡Pero…!
Claro que el Uzukage no se lo había tomado de la misma manera. Primero, por que no era conocedor de mis líos amoros, y si lo era, no eramos tan cercanos como para que se sobresaltase.
Pero Datsue... con lo poco que lo conocía sabía que necesitaría esas botellas para poder procesar toda la información que estaba apunto de soltarle.
—¡Tráete dos copas, anda!
Marchando dos copas. Y un té para mi. Si el queria beber a dos manos, que así fuera. Tarde poco en ir a la cocina y volver. Que por cierto, también la había renovado, y con un Takoyaki pintado en la pared en honor a Katsudon.
—Todas tuyas, yo de momento necesito un té, por que, mira, me tiemblan las manos — Dije mientras le pasaba las copas para que se sirviera —Y si, el barco es mio, pero a eso ya llegaremos, tranquilo, que te lo voy a contar.
Planté mi culo en el otro sofá y le di un sorbo al té, que aun quemaba un poco, pero me hacía falta.
—He empezado por lo de Yuuna, que así se llama la samurái, por que, amigo, agarrate bien al sofá, ella esta por ahí comprando con mi madre,—Estaban tardando bastante, y me aterrorizaba la posibilidad de que mi madre le estuviera contando cosas vergonzosas de mi yo pequeño. —Vendrá en cualquier momento, y quería evitar situaciones incomodas.
Por que claro, imagina que no le cuento esto, y a mitad de la historia del viaje, entra por la puerta y... Pasan cosas...y Datsue pregunta cosas... Oh dios mío. Mejor así. Le di otro sorbo al té.
—El porqué esta en Uzushiogakure, viviendo en mi casa y trabajando para mi padre... Eso es el bonito desenlace de mi viaje con Katsudon.
»Pero te juro que no se por que parte de todas seguir contándote.
¿Té? ¿Para los nervios? Ah, la juventud. Sonrió para sus adentros. Mucho le quedaba por aprender al bueno de Reiji.
«Pero él tiene un barco y tú no. ¡JIA JIA JIA!»
«Bueno, ¡ya vale, ¿no?!» Bastante tenía con que se flagelase él solo como para que Shukaku se lo restregase en la cara también. Tomó la botella de konyak que había traído, de pura uva blanca, que tan bien se daban en el País de la Espiral —todo el mundo sabía que Kusa era la Villa de las verduras, pero que a Uzu en tés y vinos no le ganaba nadie—, y se llenó la copa.
Tomó un pequeño sorbo —algo le decía que iba a necesitar más—, y se acomodó en el sofá.
—Pues mejor empieza por el principio. —Para saltos temporales ya bastante tenía con ese nuevo anime protagonizado por una especie de “brujo”. ¡Menudo lío tenía!—. Por el comienzo de tu odisea con Katsudon.
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Bien. Por el principio. Pero tendría que saltarme cosas con menos relevancia, o nos íbamos a tirar hablando todo el día. Y tenía que llegar al punto importante de la historia. Al que le incluía a él. O mejor dicho, a ellos.
—Vale. Poco después de salir de la villa, cuando íbamos en dirección al puerto de Yamira para coger un barco en dirección al pais del Hierro, unos gritos nos sorprendieron cuando pasamos por las ruinas de ese antiguo castillo.
El camino hasta las ruinas era solo la pequeña historia de lo difícil que había sido que Katsudon me dirigiese la palabra. Algo que no creo que fuera del interés personal de Datsue.
—Bueno, pues allí fue donde conocimos a Yuuna, nada grave, solo se perdió de caminó a Uzushio y algo en las ruinas debió asustarla —Seguramente alguna rata, por qué allí no había nada, pero bueno, eso ahora tenia poca relevancia. — Allí nos contó por que venía hacia Uzushio, su Padre, el antiguo líder de los samuráis, fue asesinado por Kurama y su madre, que es la líder ahora, la envío a Uzushio.
Me di una palmada en la cara al recordar aquella escena. Yo, no siendo aun el peor pirata de Oonindo, la había retado a ella a un combate, después de que contara eso, solo por que quería ver el filo de su espada en acción.
Pero eso no se lo iba a contar a Datsue. Mejor que quedara entre Katsudon, Yuuna y yo. Y si se olvidaban, mejor que mejor.
—Si, si. Hablamos de la misma Yuuna. No hace falta que lo digas. Yo también me lo he preguntado alguna vez.
¿ Que clase de dios me había bendecido con su favor? Daba igual cual, pero le estaba eternamente agradecido.
Datsue daba pequeños sorbitos a su vaso y asentía con cada nueva revelación de Reiji. Al parecer, Yuuna no era una samurái cualquiera, sino la mismísima hija del antiguo líder del Hierro. Miró su copa, ya por la mitad en medio minuto. Quizá debería ir bajándole el ritmo…
—¿Qué fue asesinado por Kurama? Qué coño…
¿Qué intereses tendría aquella bestia en el Hierro? Datsue nunca lo diría en voz alta, y menos delante de Reiji, pero en su opinión los samuráis eran… Bueno, eran el pasado. Y los ninjas, el presente y futuro.
«Pero él también era el pasado hace nada… No, tiene que haber una razón de peso más grande que el mero romanticismo». Pero, ¿cuál? Quizá nadie salvo el propio Kurama lo sabía.
—No, no. Si yo no dije nada. ¡Al contrario! —exclamó cuando Reiji confesó que la Yuuna con la que estaba saliendo ahora y la hija del líder de los samuráis eran la misma persona—. Si tan claro tuviste en dejar a Sakura, no tengo dudas de que Yuuna debía ser especial.
»Continua, continua.
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—No, no. Si yo no dije nada. ¡Al contrario! —Pero yo si que lo había pensado. —. Si tan claro tuviste en dejar a Sakura, no tengo dudas de que Yuuna debía ser especial.
Si, pero era especial por muchas otras cosas. Tal y como lo había dicho Datsue, sonaba a que lo que me importaba era quien eran sus padres. Y ni de lejos, eso era una de las razones que me habían enamorado de ella.
»Continua, continua.
—Bueno, tu quedate con lo de su padre y con lo de su madre, que van a volver a salir en la historia.
Uno tenia mas relevancia que él otro, pero los dos eran importantes. Sobretodo por que quería contar con la ayuda de Datsue en el futuro.
—Bien, pues en el puerto de Yamira cogimos un barco que, por suerte para nosotros, iba directo al Hierro sin pasar por las islas del té. Este barco en concreto.
Era un campeón. Nos había llevado sanos y sanos de una punta a la otra, y en el futuro, tendría mas historias que contar.
—Por el camino, unos ninjas con una extraña bandana, que tenía grabado un copo de nieve por símbolo, nos atacó y asesinó a toda la tripulación del barco. Como Katsudon y el mar no se llevan bien, y Yuuna tampoco parecía dispuesta en ese entonces, yo me convertí en el capitan de este amigo.
Y ahora, una pequeña bomba. Como había hecho Katsudon con Hanabi. Un pequeño adelanto.
—¿A que no adivinas quien era el líder de esos ninjas, su Kage?
¿Que unos ninjas con bandana de copo de nieve habían asesinado a toda la tripulación del barco? Pero, ¿qué demonios le estaba contando? ¿En qué tipo de sangrienta aventura se habían visto inmiscuidos?
Pero, si creía que eso iba a ser lo más gordo, no tuvo que esperar ni medio minuto para descubrir cuán equivocado estaba.
—¡¿Kurama de nuevo?! —exclamó, levantándose como un resorte y derramando parte de la copa en el proceso—. Pero, ¿qué coño…? O sea, que el tipo ahora, aparte de Generales, ¿tiene su propio ejército de ninjas? ¿Y qué hicisteis? ¿Los matasteis? Adelántame una cosa, Reiji. ¿Llegasteis a ver a Kurama? ¿O uno de sus Generales?
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Datsue se levanto del asiento derramando un poco de su alcohol.
—¡Pero ten cuidado tío, que los muebles son nuevos!
—. Pero, ¿qué coño…? O sea, que el tipo ahora, aparte de Generales, ¿tiene su propio ejército de ninjas? ¿Y qué hicisteis? ¿Los matasteis? Adelántame una cosa, Reiji. ¿Llegasteis a ver a Kurama? ¿O uno de sus Generales?
—Si. Matamos a los ninjas del copo de nieve.
Me había costado una herida muy fea que, gracias a lo que saldría dentro de poco en la historia, ya no estaba allí.
—No. No le vi a él. No vi a ninguno de sus generales. Pero averigue él por que Kurama mató al padre de Yuuna. El era... El guardián del Hachibi.
Otra sorpresita mas.
—Y ahora agarra bien esa copa y no viertas ni una gota. ¿Quieres saber quien nos dio toda esta información?
Hice una pausa dramática.
—Gyūki. Se que a ti no te sonara ese nombre, pero estoy seguro de que Shukaku si que lo que reconoce ¿Verdad?
¿Agarrar bien la copa? Datsue optó por dejarla en el suelo. Era menos probable que cayese por el balanceo del oleaje a que lo hiciese por sus sobresaltos. Y, oh, bien que hizo. Porque resultaba que el padre de Yuuna había sido el jodido guardián del Hachibi.
—¿¡COOOOOOOOÓMOOOOOOOO!? Pe-pero… ¿Y se lo tenían guardadito? ¿Sin decir nada?
¡Qué hijos de puta! Aunque, ahora que lo pensaba, Kusagakure había hecho lo mismo. Y el País del Hierro siempre había ido por libre, a su rollo. ¿Cómo narices habían conseguido sellarlo en uno de los suyos siquiera? Para eso necesitarían fūinjutsu, ¡y ellos solo sabían de espadas!
«¿Gyūki te lo contó?»
«¡JIA JIA JIA! Tú lo conoces como el Hachibi, haciendo gala de la poca creatividad que tenéis los humanos para poner apodos»
—¿¡EL HACHIIIIBI!? —exclamó Datsue, tanto para Shukaku como para Reiji—. ¿Pero no era que habían matado a su guardián? —preguntó, confuso—. Dioses, Reiji —se dejó caer de nuevo sobre el sofá, aturdido—, estoy más perdido que un kusareño en combate.
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—¿¡EL HACHIIIIBI!? —Perfecto. Al parecer, Shukaku me estaba escuchando.—. ¿Pero no era que habían matado a su guardián? —Yo también me quedé igual.—. Dioses, Reiji, estoy más perdido que un kusareño en combate.
Si que estaba perdido, si. Por que los combates era el hábitat natural de los Kusajin. No solo no se perderían, si no que ademas, seguro que tenían un detector de violencia que los avisaba cuando había una reyerta cerca de su posición.
—Yo diría que esta mas perdido que un Kusajin el día de la paz. Pero te entiendo. Te lo explico ahora, pero sera mejor que no te levantes del sofá.
No, por que... La bomba gorda... Estaba a punto de caer. Faltaba un poco, pero caería pronto.
—Por lo que estuvo contando Gyūki mientras nos hacíamos amigos allí en mitad del mar, al parecer, cuando el guardián la palama, pasado un tiempo, el Bijuu vuelve a "renacer". ¿Por que Gyūki volvió a la vida tan rápido? Ni el mismo lo sabe. Pero, me hizo una petición. Me dio una misión, un mensaje.
Ahora era el momento de soltar la bomba. Pero no serian palabras. No señor. Iban a verlo. Si. En plural.
La verdad es que no sabía muy bien como funcionaba todavía. Pero sabía como había hecho que surgiera la primera vez. Por eso recordé la imagen de Yuuna ahogándose en la inmensidad del océano. Y aquello funcionó como un gatillo.
Un aura de color morado, que no era otra cosa que el chakra que Gyūki me había concedido, rodeo todo mi cuerpo mientras me ponía en pie. Pero no solo era ese aura de chakra no. Aquello también me cambió ligeramente. Mis ojos ya no eran verdes.
—Para tí y para todos tus hermanos. —Dije señalando a Datsue, pero en realidad no estaba señalándolo a él. — Y también para los guardianes.
¤ Aspecto de Bijū - Tipo: Apoyo, Ofensivo - Requisitos: Ninguno - Gastos: 15 CK (onda de choque) - Daños: 25 PV (onda de choque) - Efectos adicionales:
El CK del bijuu accesible del usuario regenerará si no se usa chakra del bijuu
+6 a Fuerza, Resistencia, Aguante, Agilidad y Poder
- Velocidad: Muy rápida (onda de choque) - Alcance y dimensiones:La onda de chakra puede abarcar hasta cinco metros hacia delante.
Bajo un momento de especial estrés, tensión o peligro, con el simple acceso al chakra de su bestia, el jinchūriki comienza a experimentar su primera transformación. El jinchūriki del Hachibi se ve rodeado por un delgado manto de chakra de color morado que le otorga un aumento de sus capacidades físicas y un mayor ratio de cicatrización de sus heridas (no restaura PV). El chakra del bijū complementa al de su jinchūriki y es capaz de manipularlo hasta cierto punto, como formar una onda de choque utilizando un bramido o lanzando su puño para enviarla hacia el oponente, siendo capaz de dañarlo o desviar armas arrojadizas o incluso ataques. En esta forma, el cuerpo del jinchūriki experimenta ligeros cambios físicos: sus iris se tornan de un color morado brillante. Sus colmillos crecen.