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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#46
Lo que estaba sintiendo era algo completamente distinto de lo que jamás había experimentado. Era raro, principalmente porque se lo estaba provocando un simple toqueteo en una zona particular de su cuerpo que —hasta el día de la fecha— supuso que no sería útil para nada más que para ciertas necesidades básicas o dar a luz a un bebé. Nunca algo más, menos algo tan placentero como aquello que estaba experimentando y poco a poco iba nublando el juicio de la kunoichi.

—¿Sí? —preguntó con los ojos entrecerrados y vista perdida en los ojos ajenos.

Se dejó hacer a pesar de todo. Las suaves mordidas que le dedicaron en lengua y labio casi le significaron una especie de invitación, invitación a invadir la cavidad oral de aquel que estaba encima suya con su lengua, básicamente buscando el encuentro con la ajena en un intercambio de saliva.

Ella al menos no tenía idea de lo que hacer, sentía el calor aumentando en todo su cuerpo, algo más en la zona de la pelvis donde Akame no paraba de tocar y acariciar, pero… ¿Debería hacer algo más? ¿Tendría que ver con el bulto que había sentido más de una vez contra ella? Tal vez lo averiguaría si deslizaba una mano hasta allí.

Muy lentamente, sin dejar de buscar la lengua del Uchiha con la propia, se las arregló para deslizar una mano hasta el vientre del shinobi y la deslizó suavemente hacia abajo, hasta dar con el pantalón donde… Ya no sabía si debía de seguir o no. Era extraño, principalmente porque tenía en mente que ese tipo de acto en realidad se hacía para concebir a un niño.

«Confía en él, por dios »se decía mientras aún era capaz de razonar.

Finalmente lo hizo, la kunoichi metió la mano dentro del pantalón del mayor, en busca de aquello que múltiples veces había sentido presionándose contra su propia intimidad.
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#47
El revolcón siguió su picante curso mientras los dos muchachos se exploraban mutuamente, como los primerizos que eran, en busca del máximo placer. Besos, mordiscos, apretones y caricias fueron la tónica general del resto de la noche —como jóvenes que eran, no sentían la necesidad de dormir—, siempre acompañados de gemidos de mayor o menor intensidad y volumen.




Los primeros rayos de Sol se filtraron por las cortinas, echadas, y despertaron al Uchiha. Akame se revolvió en la cama, extraño, hasta que por fin recordó donde estaba; «en el cielo...» En lugar de levantarse diligentemente —como habría hecho de ser un día normal—, recoger su cuarto, vestirse y bajar a desayunar y a entrenar, el gennin se recostó sobre el blando colchón. A su lado, apoyada en su hombro, estaba la bella kunoichi de Uzu.

Akame le pasó una mano por la cara, acariciando su piel suave y cálida, y volvió la vista al techo.

«Por todos los dioses, esto ha sido... Maravilloso».
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#48
Aquello era completamente nuevo para ella, tanto la anatomía masculina como lo que terminaron por hacer durante lo que restaba de la noche. Los besos y caricias le provocaron sensaciones que jamás en su vida se hubiese imaginado y lo que vino justo después es simplemente indescriptible.

Había acertado al confiar en el Uchiha, pues lo que experimentó le aseguró una sensación de conformidad por el resto de la noche y más.


Un par de horas pasaron de entonces, ambos cayeron dormidos a pesar de lo bien que la habían pasado y el primero en despertar fue el shinobi, quien se removió un poco a pesar de tener la cabeza de la Yotsuki sobre su hombro.

Aquello y las caricias a su rostro probablemente no serían suficiente para despertarla, pero era ya la hora a la que usualmente despertaba y aquel día no fue la excepción.

A diferencia de los demás días, la kunoichi no se levantó de golpe, abrió lentamente los ojos se encontró con que estaba completamente desnuda y encima del hombro de Akame, pero no se preocupó en lo más mínimo. En su lugar, alzó levemente la mirada aun adormilada y buscó alguna señal de que el contrario estuviese despierto.

Tras verle con los ojos claramente abiertos, se levantó vagamente solamente para tumbarse casi completamente sobre el contrario quedando cara a cara y antes de decir nada, le dio un beso, corto y cálido, lleno de ternura.

—Buen día —dijo en voz baja y algo dormida aún, con una sonrisa que denotaba lo bien que se sentía aquella mañana.
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#49
De repente Akame notó movimiento junto a él, y se vio obligado a voltear la mirada para admirar el cuerpo desnudo de su acompañante. «Joder, esta chica es un auténtico cañón...» ¿Cómo había acabado con un tipo como él? Delgaducho, marcado de cicatrices y con la nariz rota. Probablemente nunca se explicase aquello.

Sea como fuere, estaba allí. Akame le devolvió la sonrisa, pero cuando ella de repente se puso encima suya —adoptando una postura un tanto parecida a la que también usara en algún momento durante la noche anterior— el Uchiha notó cómo se le subían los colores. Todavía medio adormilado recibió el fugaz beso y contestó.

Creo que no he tenido unos buenos días tan buenos en mi vida —confesó.

Abrazó a Koko con un brazo por la cintura mientras el otro se mantenía extendido a un lado de la cama. Dado que ambos estaban desnudos, sus sexos empezaron a rozarse ligeramente... Lo que provocó casi al instante una erección en el puberto Uchiha.

Eh... Ups...
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#50
No pretendía provocar, tampoco estarse mucho rato más allí arriba de él pero… Algo entre las sábanas se movió y lo sintió perfectamente. Luego de lo ocurrido por la noche ya no le cabía ninguna duda de lo que era, sabía bien lo que ocurría con el cuerpo del shinobi y… No le desagradaba.

Le miró fijamente, le dedicó otro beso rápido y luego, con solo una mirada fugaz hacia abajo hizo un intento por sugerirlo cierto algo. En teoría, tendría que entender a lo que ella quería referirse. Aunque tal vez no deban de abusar, pero ya recaía en Akame la decisión de si aprovechar o no la situación.
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#51
Al notar la mirada traviesa de Koko fija en él, al Uchiha se le dibujó una sonrisa radiante en el rostro. Se la pegó más al cuerpo, abrazándola con su brazo libre y colocando el otro en los muslos de ella y le mordió el labio inferior con los colmillos.




Un buen rato de retozo y disfrute después, los dos muchachos estarían exahustos sobre la cama —y empapados de sudor—. Akame fue el primero en levantarse, estirándose sin tapujos, para luego ponerse los calzones y sus pantalones cortos.

¡Ah! Me muero de hambre. ¿Qué te apetece desayunar? —le preguntó el ninja mientras continuaba vistiéndose.
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#52
Es curioso, un día atrás la chica nunca en su existencia se hubiese planeado el hacer semejantes cosas y allí estaba, a por una segunda ronda sin siquiera haber pasado un día. Pero así estaban las cosas y lo disfrutaba.

Correspondió a todo lo que el Uchiha hacía, se dejó morder, besar y tocar al mismo tiempo que ella hacía lo que podía por aportar.


Luego de aquella segunda ronda, la rubia quedó tumbada debajo de las sábanas, aprovechando el momento para estirarse tanto como podía.

—Tengo un montón de comida en la nevera —le indicó arqueando la espalda para estirarse bien—. Luego si quieres te cocino algo bueno —agregó guiñándole un ojo.

Justo después de ello, tomó uno de sus vestidos de una pieza y se lo puso solo para taparse y dejar de provocar al contrario. Con eso puesto sencillamente se dirigió al baño donde se encerraría por un buen rato.
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#53
Una sonrisa radiante se dibujó en el rostro del Uchiha, que tenía tanta hambre que pensó que su estómago estaba a punto de empezar a devorar a sus otros órganos. Con una reverencia sumamente exagerada agradeció la intención de Koko, estirando los brazos hacia delante y poniéndose de rodillas, claramente bromeando.

¡Oh, gracias, Koko-sama, diosa de los fogones y las sábanas!

Lo decía claramente de broma, pero estaba tan de buen humor que se animó incluso a hacer chistes. Cuando Koko se metió en el baño, el Uchiha volvió a tumbarse sobre la cama y se quedó allí, descansando plácidamente.
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#54
Río ante aquella reverencia tan exagerada y también con la broma que soltó el Uchiha, no podía hacer otra cosa que tomárselo de la mejor manera luego de todo lo que habían hecho y con una sonrisa de oreja a oreja se encerró en el baño a… Hacer sus cosas.

No se tomó demasiado tiempo allí dentro, es cierto que se dio una ducha, pero una muy rápida principalmente para quitarse el sudor y cualquier otra cosa que se le pudiera haber quedado pegada. Hecho esto, en lugar de salir con el mismo vestido todo sudado prefirió salir envuelta en una toalla.

—Deja me vista y ya me pongo a cocinar —le dijo dirigiéndose al baúl cercano a su cama.

De ahí comenzó a sacar prendas, entre ellas un vestido verde bastante parecido al que usaba habitualmente con la sola diferencia del tono de la tela, era un poco más claro que lo usual.

—¿Qué quieres comer? —le preguntó aun removiendo el interior del baúl.
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#55
Mientras Koko se duchaba y hacía lo propio en el cuarto de baño, Akame pasaba el rato observando la habitación de la kunoichi desde su cama. Estaba un tanto desordenada y repleta de ropa —alguna también por el suelo desde la noche anterior—, de forma que ofrecía un paisaje muy distinto al de su propio apartamento. Él sólo tenía unas cuantas mudas de ropa, un kasa de paja que había comprado en Sendōshi y su vieja capa de viaje. Además de, claro, unos cuantos libros de diversa índole —tanto novelas como de teoría del Ninjutsu—, sus herramientas ninja y su vieja espada.

«Y mi bandana», pensó al ver la de Koko. Al momento no pudo evitar dudar sobre si su relación con la Sakamoto iba a perjudicarle profesionalmente, sobre si la vería con los mismos ojos la próxima vez que les tocara hacer una misión juntos. Y la respuesta que se dio fue que él era Akame el Profesional. ¡Por supuesto que nada iba a cambiar!

Cuánto le quedaba por aprender al joven ninja.

Un largo rato después, la kunoichi salió del baño envuelta en su toalla. Akame no pudo evitar fijarse en las múltiples curvas de su figura, resaltadas por la prenda ceñida. Al momento se puso en pie y quiso tomarla de nuevo, pero se contuvo.

¿Te... Te importa si me doy una ducha yo también? —preguntó, ligeramente avergonzado.

Si la otra accedía, el Uchiha se desvestiría tan rápido como se había vestido al salir de la cama y, en pelota picada, se metería en el baño para darse una ducha caliente y relajante.

¡Lo que tú quieras, Koko-chan, soy de buen comer! —gritó desde la ducha, en alusión a la pregunta de la chica.
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#56
—Claro, enseguida te llevo una toalla —le dijo mientras seguía rebuscando entre su ropa.

Y fue desde la ducha que Akame respondió a la pregunta que ella había formulado respecto a la comida, la cuestión era que dudaba mucho que fuese de tan buen comer como ella, que comía como si fuera un elefante, de ahí su creciente gordura, aunque también habría que sumarle la depresión de la joven que la llevó a abandonar buena parte de la rutina.

De cualquier forma, tras localizar todas las prendas, se sentó sobre la cama y procedió a vestirse, tomándose su tiempo, claro.

«Bueno, supongo que tendría que preparar un desayuno abundante para que se recupere del todo »Pensó haciendo referencia tanto a lo que habían estado haciendo y también a los múltiples moratones que el chico tenía. Con buena alimentación debería de poder recuperarse más rápidamente.

Lo que Koko no tenía en cuenta, era que en los últimos días solo se había dedicado a comer dulces y comida chatarra, por lo que al abrir la puerta de la nevera encontró únicamente… Golosinas y postres. «Mierda »pensó para sus adentros. Tal vez sería mejor salir…

De cualquier manera, prefirió confirmarlo, no sin antes buscar una toalla limpia dentro del baúl y llevarla hasta el baño. Aunque… Que fueran pareja no significaba que pudiese irrumpir en el baño cuando se le antojase, ¿verdad?

—¿Akame? —preguntó al golpear la puerta—. ¿Te parece si vamos a comer fuera? Solo tengo cosas para preparar postres y cosas así —dijo desde el otro lado de la puerta.
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#57
Tras dar un par de golpes en la puerta del baño, Koko escucharía la voz del Uchiha elevándose por encima del rumor de la ducha.

¡Entra!

El Uchiha se aclaró la melena azabache y salió de la bañera tomando la toalla que le ofrecía Koko.

Gracias, Koko-chan —dijo él, con una leve inclinación de cabeza.

«Aunque ahora que somos... Bueno, ¡eso! ¿Debería seguir siendo tan formal? Me permite que la llame Koko-chan, después de todo...»

Claro, ¿ramen? ¿Carne? ¿Sushi? —respondió él, tan alegre que no le cabía el sentimiento en el cuerpo, mientras se secaba todo el cuerpo—. Aunque primero pasaré un momento a cambiarme... Ejem, todavía tengo la ropa de ayer —agregó, rascándose la nuca con gesto avergonzado.
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#58
¿Qué entre? Eso era raro, al menos para la rubia que todavía no había asimilado completamente el hecho de haberse conseguido novio después de… Básicamente dedicarse a comer hasta el cansancio. «Ahora es más urgente que adelgace »pensaba mientras miraba hacia abajo, en un intento inútil por verse el vientre.

De todas formas, entró y lo primero que vio fue como la toalla que traía en la mano voló en manos del Uchiha.

—Te acompaño —respondió con una sonrisa.

Era comprensible que quisiera cambiarse, si había estado todo el rato con aquella ropa y seguramente estaría sudada, tendría que lavarla bien si no quería que se le pegase la peste.

—Vamos por ramen, la última vez que salimos juntos comimos sushi y no me apetece comer carne —agregó en lo que salía del baño y esperaba a un lado de la puerta.

Iba a esperarle allí, principalmente porque si llegaba a salir del departamento cualquiera que estuviese pasando por el pasillo podría llegar a ver al shinobi desnudo y… No tienen por qué hacerlo.
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#59
¡Excelente! Conozco un sitio muy, muy bueno —respondió, alegre, el Uchiha.

Los muchachos abandonaría Nantōnoya un rato después, tras pasar por la habitación de Akame y que éste se pusiera ropa limpia. Como hacía bastante calor a aquellas horas del mediodía, el Uchiha optó por una camiseta blanca de mangas cortas, pantalones pesqueros de color azul claro y sandalias ninja. De su equipamiento ninja sólo llevaba la bandana, atada en torno a la frente, y el portaobjetos en la cintura.

«¿Quizás debería dejarlos en casa cuando salga con Koko-chan?»

Sea como fuere, pronto llegaron a un puesto de ramen situado a un lado del sendero, entre varias casas y algunas tiendas. Pese a que el establecimiento en sí era una caseta portátil de madera con espacio apenas suficiente para el cocinero y una mujer que atendía las comandas, tenían un gran número de mesas y sillas dispuestas a lo largo del camino. Con varias sombrillas para que los clientes pudieran resguardarse del Sol, claro.

Akame se acercó a la barra de madera del puesto y ojeó la carta.

Creo que yo tomaré... Un ramen shōyu, por favor.

La mujer —una muchacha que debía tener no más de veinte y pocos años, igual que el cocinero— tomó nota de la orden y miró a Koko con expresión amable.
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#60
El Uchiha no tardó demasiado en cambiarse, ni siquiera hacía falta que ella entrase aunque lo hizo de todas formas y al poco de hacerlo, tuvo que salir, con rumbo desconocido. «¿Seré la única que no se paseó por ahí? »se preguntó al escuchar que el chico conocía un buen puesto de ramen mientras que ella… Con suerte si sabía dónde comprar lo básico.

Se dejó guiar por el contrario e incluso, si él se lo permitía, se aferraría a uno de los brazos con ambas manos ignorando completamente lo que pudiera llegar a provocarle al aplastarle sus pechos contra la extremidad ya mencionada. No buscaba afectarle, provocarle ni nada similar, lo había hecho por capricho e ignorando que aquellas masas de carne podían provocar cierta excitación sexual en los demás.

El lugar al que llegaron era bastante simple, a decir verdad, un puesto que parecía el típico carro ambulante postrado justo delante de una buena cantidad de mesas con sombrillas. «¿Cómo era? ¿Nunca juzgues un libro por su portada? »se dijo a sí misma a pesar de que en su rostro solo se veía alegría.

El shinobi fue el primero en ordenar, una mujer bastante joven era la que estaba al otro lado del mostrador y ni bien anotó lo que Akame pidió, miró a la rubia que con una sonrisa en el rostro respondió.

—Yo quisiera un hakata ramen, por favor.

Justo después de dar su orden, la kunoichi recordó un pequeñísimo detalle que seguramente sería importante, al menos para cierto alguien con quien hacía muy poco se había reconciliado.

—Este... Akame —dijo girando lentamente su cabeza hasta establecer contacto directo con el contrario—. Hay algo de lo que tengo que hablarte, importante según cómo lo mires —prosiguió la rubia.

Iba a hablarle del pedido de Datsue, pero si se negaba rotundamente tampoco insistiría porque tampoco apreciaba tanto a aquel shinobi.
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