La escena continuó como cabía esperarse; al fin y al cabo, ambos eran simples niños y no tenían mayor experiencia en aquel tipo de cosas. A la torpeza de Koko besando le correspondía la de Akame, que era incluso más novato en todo aquello. El Uchiha tenía el corazón a mil, y de vez en cuando se separaba ligeramente de la chica para luego volver a apretarse contra su cuerpo. Notaba los pechos de ella, grandes y firmes, presionar contra el suyo... Y eso hacía que se le subieran los colores y casi le doliese la cabeza.

Bajó ambas manos hasta más al sur de la cintura de Koko, debatiéndose sobre si debía aventurarse hasta aquellos confines o no. Pero el cuerpo de la kunoichi era demasiado tentador para el jovencito Uchiha, que pronto agarró los glúteos de ella con ambas manos y la besó con redoblada pasión.

«¿Qué se supone que debo hacer ahora? ¡Ah, por Susano'o, ¿y si en algún momento no le gusta?!»

Entre novatos nadie se entera de nada, ambos eran torpes al besarse pero como era mutuo no podían quejarse al otro. Seguramente algún otro con aires de grandeza lo haría a pesar de dar asco, pero aquellos dos no eran así.

Ambos prosiguieron con el beso, cortándolo por momentos para respirar pero… ¿Qué sigue después de un beso? Ella la menos no lo sabe, y la tomó por sorpresa que el chico la tomase por los glúteos, cosa que la hizo entreabrir los ojos como si pretendiese mirar detrás suyo sin dejar de besar a Akame, cosa que era obviamente imposible.

Entonces… ¿Solo se besarían? Era extraño, porque la chica sentía que algo estaba faltando y que el deseo que comenzaba a sentir se viese aliviado con solo eso, roce entre labios.

—Y… ¿Qué hacemos ahora? —interrumpió por un instante, para luego de formulada la pregunta volver a besarle.

No tenía ni la más pálida idea de lo que hacía.

«Ah, menos mal, no me ha mandado a paseo...»

Akame se sentía como un ciego tanteando en la oscuridad, pero de momento sus pasos parecían no ser demasiado osados. Koko no reaccionó ante su gesto de agarrarla del trasero más que incrementando la presión que ejercía sobre él. «¡Ah, ya le voy cogiendo el truco! Esto está chupado, ¡sí!», pensó el Uchiha, repleto de sí mismo. En realidad, besar no era tan difícil, ¿no?

Sin embargo, cuando ella se separó ligeramente para hablar, la pregunta reverberó en sus oídos como una piedra al llegar al fondo de un pozo. La respiración del muchacho se aceleró visiblemente mientras abría los ojos y las manos empezaban a temblarle. «¿Cómo que qué hacemos? ¿Está insinuando...?»

La sola idea hizo que estuviese a punto de sangrarle la nariz, pero por fortuna la hemorragia no llegó a sucederse. En lugar de eso, Akame simplemente agarró a Koko con más fuerza y la levantó ligeramente, empujando hacia delante, con la intención de dejarla sentada sobre el escritorio que había detrás de ella. Una vez allí, él se echaría sobre Koko... Lo suficiente para que sus entrepiernas se rozaran y la kunoichi pudiera sentir el bulto que, desde hacía rato, había surgido bajo los pantalones pesqueros del joven.

—Pues... Eh... Eh... —se atrevió a balbucear, incapaz de razonar.

Realmente estaba perdida, y parecía que esa pregunta le sugirió algo a Akame que lo llevó a levantarla por el trasero y llevarla. Cosa que la sorprendió porque a juzgar por la complexión física del contrario se podía suponer que no iba a poder levantar el robusto cuerpo de la joven. Al parecer, fue un error.

Así fue como la pecosa terminó sentada sobre el escritorio, viéndose obligada a separar las piernas, lugar donde el shinobi se ubicó para poder quedarse sobre ella y volver a aplastarle aquello que días atrás había sentido. ¿Qué podrá ser? Un kunai es imposible, sería sumamente peligroso.

—¿Eh? —Preguntó preocupada.

No saber lo que hacer la estaba matando, pero comenzaba a hacerse una ligera idea.

Akame casi pudo sentir el estupor de la muchacha cuando sus entrepiernas se juntaron; estaban tan cerca que podía sentir el calor abrasador que desprendía el cuerpo de la kunoichi, su respiración agitada y su pecho hinchándose con cada bocanada de aire. Sin embargo, Koko se revolvió ligeramente con una exclamación de sorpresa, a lo que el Uchiha reaccionó de inmediato.

«¡Mierda, ya me he pasado!»

Como un albañil novato que acaba de descubrir que ha armado la estructura del revés, el shinobi se apartó con un brusco movimiento, alzando ambas manos en gesto de disculpa.

—Lo... Lo si-siento, Koko-san... Yo... No pretendía...

«¿No pretendías qué? Ay, por todos los dioses, ¡esto ha sido una cagada y de las gordas!»

Casi como si se hubiese quemado, el Uchiha se apartó dejando en ascuas a la rubia, quien ahora le miraba estupefacta y lentamente se fue acomodando hasta quedarse sentada sobre el escritorio, aun con las piernas abiertas y ahora con ambas manos justo entre ellas para actuar de soporte.

—¿Qué? No entendí —le dijo con sinceridad.

¿Qué es lo que pretendía hacer Akame? ¿Sería algo relacionado con…?

—Espera, ¿es eso? —consultó como si el contrario tuviese que entenderlo fácilmente—. Porque… No creo que estemos en condiciones de tener hijos y eso.

La inocencia de una chica puede hacer estragos en las relaciones.

«¿¡HIJOOOOOOOOOOOOOOOOOS!?»

—¡No! ¡No, claro que no! —exclamó, olvidándose por un momento de que eran más de las doce de la noche.

Akame retrocedió un paso contorsionando todo su cuerpo y con una mueca de estupefacción absoluta, resultando en una pose casi cómica. Recuperado del impacto inicial, se llevó ambas manos a la cabeza mientras negaba lentamente. Le empezaban a doler las sienes; no es que fuese una persona poco habituada a pensar, pero aquel rompecabezas que estaba resultando ser un acercamiento lujurioso entre dos adolescentes estaba volviéndole completamente loco. Era como una carrera, solo que cada vez que estaba a punto de llegar a la meta, la línea de final cambiaba de sitio.

—No es eso... Claro... Yo... —trató de hablar, pero la vista y la atención se le desvió inevitablemente hacia el punto entre las piernas de Koko, ahora oculto por sus brazos—. Ejem, bueno. ¿Qué tan bueno dirías que soy besando?

No había nada como una pregunta estúpida para reconducir cualquier situación.

Fue cómico para la Kageyama ver a su acompañante retorcerse de semejante manera, tan así que incluso río suavemente, aunque intentaba evitar hacer demasiado ruido o podría ofenderle de alguna manera.

—Perfecto entonces —dijo aliviada antes de bajarse del escritorio. No tenía sentido permanecer allí.

Justo después le llegó una pregunta que no sabría responder, una que la hizo dudar un segundo y llevarse un dedo a la comisura de los labios por un momento y bajar la vista al piso.

—Pues… Eres la única persona a la que he besado —confesó pensativa.

Un momento de silencio después, la joven alzó la vista mostrándose alegre y avanzó, apegándose nuevamente al contrario.

—Pero me gusta —afirmó antes de volver a abrazarle y besarle como anteriormente.

Hay tantas cosas que esta chica ignora…

«¡Eh, la he hecho reír! Buen trabajo Akame, ¡a este paso podrías ser el próximo Genji Monogatari!», pensó el Uchiha en su fuero interno. Pese a que era una victoria pobre, estaba tremendamente orgulloso. En el fondo —pensaba Akame—, las chicas no eran más difíciles que el Katon, o el Genjutsu. «Bueno, quizás sí... Pero al final sólo hay que emplearse a fondo».

De repente Koko se le echó encima otra vez, pasándole los brazos por encima de los hombros como antes y plantándole un beso en los labios. Su respuesta no fue la más satisfactoria del mundo, pero al fin y al cabo, ¿qué más podía pedir?

Aprovechando la "acometida" de Koko, Akame se dejó caer hacia atrás después de rodearla por la cintura con sus brazos para terminar reposando sobre la cama... Con la kunoichi encima. Las manos del muchacho se deslizaron otra vez hasta más allá de la línea Sur de la cintura de Koko, palpando más a gusto y con libertad esta vez. Luego continuó besándola, enardecido por su pequeña victoria, hasta que en un momento dado preguntó con voz inocente.

—¿No deberíamos apagar la luz?

Me revolvía una y otra vez en la cama sin dejar de darle vueltas a todo lo de Akame. La cosa se me había ido de las manos. Había recibido la revista de Datsue, el Intrepido, aunque creo que estaba intentando pasar desapercibido, diciendo públicamente que Akame se había liado con Noemi, la novia de Haskoz, incluso cuando este aún estaba vivo. Y me había regodeado en ello, en que se manchara su imagen, había pensado "Y normal, viendo lo mala gente que es".

Ese pensamiento me estaba haciendo estragos. Me había regodeado como si hubieran matado a un kage de otra villa por traidor y eso estaba no feo, lo siguiente. Uchiha Akame podía ser muchas cosas, pero la única que debería importarme era que es mi compañero. Un compañero de Uzushiogakure. Las cosas del corazón son extrañas y con muchos entresijos, no debía juzgarle de traidor porque se liara con la novia de un compañero muerto. El ser shinobi era una cosa y el ser un donjuan era otra.

Salí de la cama antes de que un segundo pensamiento eclipsara mi buena voluntad y me dirigí a la puerta de Akame, por suerte, en la entrada había un papelito con donde se alojaba cada uno así que no me costó saber donde estaba su cuarto. Y allí me planté.

¿Y ahora qué? ¿Y si no estaba? ¿Y si estaba durmiendo? ¿Y si está haciendo sus rituales satanicos de traidor asqueroso? Mal, pensamiento positivo. Seguro que está ayudando a ancianitas a cruzar la calle.

Mientras dudaba entre si debería o no picar a la puerta, oí, sin querer evitarlo, algo.

—¡No! ¡No, claro que no!

Oh dios mio, la ancianita a la que estaba ayudando a cruzar la calle lo está violando. Dí dos golpes con los nudillos y despues un par de cientos más.

— ¿¡Akame!? ¿Estás bien?

Si no oia nada más tendría que echar la puerta abajo, por la patria.

Por un momento Koko se asustó, pensó que se había pasado con él y por ello terminaron cayendo, pero fue todo obra de Akame que se dejó llevar hasta la cama donde siguieron besándose y de paso, una vez más, él la tomó por el trasero, cosa que no le molestaría siempre y cuando no se pasase.

No tenía ningún problema con dedicarse a los besos hasta el cansancio, incluso la propuesta del Uchiha le pareció más que adecuada aunque eso solo podía significar una cosa.

—Me parece bien, si es que estás de acuerdo con que pase la noche aquí —le respondió mientras aprovechaba para acomodarse mejor encima de él.

Iba a seguir besándole, lo iba a hacer, solo le faltaba inclinarse un milímetro cuando unos golpes acompañados de un grito la hicieron sobresaltarse. «¿¡Qué mierda!? »

Aquella voz se le hacía extrañamente conocida, tal vez era uno de los shinobis con los que se había encontrado días atrás pero… ¿Qué hacía allí? ¿Les habría escuchado?

Lo único que Koko sentía que podía hacer en una situación así era… O bien, dar la cara, o esconderse, tal vez en el baño o en la cocina, ¿cuál sería mejor opción?

Todo había vuelto a su cauce, y el Uchiha estaba pletórico. Sobre él, a escasos centímetros, una de las kunoichis más exhuberantes y atractivas de las últimas generaciones. Allí, en su habitación, en su espacio personal, se sentía a gusto y a salvo; ¿o quizás era por Koko? Sea como fuere, Akame no pudo evitar sonreír con sinceridad cuando ella se dejó llevar y terminó cayendo encima suya sobre la cama. Cuando se revolvió ligeramente para acomodarse encima de él —notando probablemente aquel bulto en los pantalones del Uchiha, otra vez—, Akame pensó que no había lugar en todo Oonindo donde prefiriese estar más que allí mismo.

—Eso... Eso me encantaría, Koko-san —respondió, con las mejillas coloradas del calor.

Sin embargo, como todo sueño, era susceptible de acabarse. De despertar. Dos sonoros toques en su puerta le devolvieron de un plumazo a la realidad, acompañados de una voz. Una voz que conocía muy bien...

«¿¡Pero qué cojones está haciendo Nabi-san aquí!? ¿¡Y a estas horas!?»

Koko también se sobresaltó, y Akame le hizo rápidamente un gesto —tapándole los labios con el dedo índice— para que guardase silencio. «Ni tú ni nadie me va a arruinar esta noche, compañero», pensó Akame mientras le hacía señas a Koko para que le dejase levantarse.

Lo primero que hizo el Uchiha fue comprobar que la ventana estaba bien cerrada, pestillo incluído. Corrió las cortinas para evitar observadores no deseados y luego se acercó a la puerta. Había aprendido de sus malas experiencias con Datsue y aquel inútil de Chokichi; no iba a caer dos veces en la misma trampa.

—¿Nabi-san? Estoy bien, gracias por preocuparte. No pasa nada —respondió, aunque sin llegar a abrir la puerta—. Me vuelvo a la cama, hasta mañana.

Akame tardó un rato en dar señales de vida, rato que aproveché en llamarle e ir comprobando cuan resistente podía ser esa puerta. Cada segundo que tardaba era un segundo que yo usaba en calcular si podía tirarla abajo yo solo o tenía que ir a pedir ayuda a Datsue que estaba a dos puertas de Akame, pero finalmente habló.

—¿Nabi-san? Estoy bien, gracias por preocuparte. No pasa nada Me vuelvo a la cama, hasta mañana.

— ¿Seguro que estás bien? Suenas como que quieres cortar por lo sano ya. ¿No te estara coaccionando alguien? Abre la puerta al menos que vea que no te han dado ninguna paliza o algo, porque encima suenas cansado. Además yo venía a decirte un par de cosas, a ti, no a la puerta.

Realmente me estaba preocupando, Akame, Uchiha Akame, no abriendome la puerta. Eso era consternador, él era muy de abrir puertas. Bueno, en verdad no lo sé. Pero era raro que no abriese.

Antes de que la chica entrase en pánico completamente, el shinobi que seguía debajo suyo le indicó mediante gestos lo que debía de hacer y en respuesta simplemente asintió, claramente nerviosa.

Se hizo a un lado y permaneció sentada sobre el colchón, con las piernas a cada lado de su cuerpo y una vez más, las manos en el espacio justo delante de su cuerpo actuando como soporte. Era una costumbre suya la de sentarse de esa manera, aunque usualmente se sentaba sobre sus piernas.

«Como sean de la revista… »Probablemente saldría a buscar a Chokichi para matarle y a Datsue para torturarle por tiempo indefinido. Después de todo, se suponía que habían hecho las paces. Cosa que le recordó algo supuestamente importante. «Cierto, había venido también para ver si podían reconciliarse »Pero a estas alturas ya no era de interés de la chica, al menos de momento.

Por ahora tenía que guardar silencio, estarse quieta y no hacer nada que pudiera distraer al Uchiha, pero la persona del otro lado de la puerta prefería insistir y… Definitivamente iban a terminar mal si es que Akame abría la puerta, justamente por los moratones que tenía.

Sin que nadie se lo indicase, la rubia comenzó a buscar por toda la habitación alguna prenda que pudiera servirle al chico para cubrirse el torso. Alguna playera o algo que tenía que estar cerca. En el baúl, en el piso cerca de la cama, o tal vez debajo de ella… Si no encontraba nada iba a tener que recurrir a medidas extremas.

«Por las tetas de Amaterasu, no puedo creer que esto este sucediendo precisamente ahora». El Uchiha inspiró, espiró y luego acabó soltando un suspiro de resignación. Su mano derecha había echado mano del kunai que estaba sobre la mesa, junto a la puerta. Tuvo que hacer un considerable esfuerzo para no abrir la puerta y clavárselo a Nabi entre ceja y ceja.

—Nabi-san, es tarde. Me voy a dormir, y te aconsejo que hagas lo mismo —respondió, tajante—. Si tienes ganas de cháchara, vuelve a una hora decente mañana.

Ni corto ni perezoso el Uchiha le echó el pestillo a la puerta, apagó la luz de la habitación y se dio media vuelta, rumbo a la cama. De camino dejó el kunai sobre la mesa y finalmente se dejó caer sobre el colchón, boca abajo, junto a Koko. Parecía agotado. Con un resoplido, soltó de repente.

—¿Sabes? Creo que en realidad me gustas porque eres la única persona de toda esta condenada Aldea a la que no me gustaría meterle un tetsubo por el culo ahora mismo.